Hace una semana el país vivió una especie de diluvio preocupante. El hidrólogo, Rafael Damirón, aseguró que las aguas que cayeron el pasado viernes en gran parte del país, sobre todo en la provincia Santo Domingo, por un periodo de tres horas con una intensidad promedio de 70 milímetros por hora ocurren «Una vez en 100 años».

Cayó, en menos de tres horas, más del 50% de las lluvias que se esperaban para todo el mes de noviembre de acuerdo a datos de la Oficina Nacional de Meteorología.

Las razones de esta situación son diversas, y las consecuencias conjugan una multiplicidad de factores, que necesariamente tenemos que abordar para poder superarlas, entre ellas la cantidad de basura que los ciudadanos arrojan a las calles, ante la ausencia de campañas de concienciación y un régimen de consecuencias que nos obligue a cambiar estas prácticas.

Así como la falta de un drenaje pluvial que funcione de manera óptima y garantice el drenaje de las lluvias para evitar las inundaciones en todo el distrito nacional, el gran santo domingo y una gran cantidad de provincias de todo el territorio que corren la misma suerte.

El drenaje pluvial nunca ha sido prioridad de ninguna autoridad porque este tipo de fenómenos no ocurren con tanta frecuencia. Ahora bien, el hecho de que no ocurran con la frecuencia de otros países no significa que la cosa anda bien.

Según un reportaje de Diario Libre el arquitecto Omar Rancier ha dicho que desde 1939 tenemos planes de drenaje pluvial cuando Trujillo contrató al exministro y arquitecto español Bernardo Giner de los Ríos para tales fines.

Afirma que hemos tenido como cinco o seis planes de drenaje pluvial, pero ninguno se ha materializado por falta de voluntad política.

El “Informe Básico sobre Puntos Críticos y Problemática de la Contaminación en las Cuencas Medias y Baja del Río Ozama e Isabel en el Gran Santo Domingo”, desarrollado en 2013 por la Unidad Ejecutiva para la Readecuación de la Barquita (Urbe), cita los cinco planes mencionados por Rancier: Plan Maestro de Alcantarillado Sanitario y Pluvial de Santo Domingo, de 1969; Propuesta Técnica pata un programa de Acción para el Saneamiento de la Ciudad de Santo Domingo, 1994.

También el Plan Director de Drenaje Pluvial para la ciudad de Santo Domingo, de 1997; Plan de Saneamiento Ambiental para las Cuencas Media Baja Ozama-Isabela-Haina y el Litoral de Santo Domingo de 1999 y el Informe Diagnóstico y Estudios Básicos para el Plan Maestro de Alcantarillados de Santo Domingo del 2011.

Noviembre es la temporada ciclónica y bastan las lluvias de este mes para demostrarnos que no andamos tan bien.

La lluvia no miente porque ella no posee compromisos políticos y los estrategas de prensa no pueden callarla con publicidad. Basta un aguacero intenso para que aflore la verdad detrás de los discursos grandilocuentes.

Esa lluvia que contribuye a que florezcan las siembras y que hace parir la tierra es la misma que se solidariza con su pobreza. Como la naturaleza se rige por leyes propias la única voz independiente que tenemos es la lluvia, mucho más independiente que la justicia.

La voz incontrolable de su rugido atemoriza al pobre que será su víctima y atemoriza a los políticos porque desnuda sus mentiras. Ojalá que algún día la lluvia pase de ser denuncia y sea realmente bendición como dicen los creyentes.

Mientras tanto ella seguirá siendo la voz de quienes viven la desgracia de un mal llamado progreso. Bendita sea la lluvia por denunciar.