Esta entrega me resulta especial. Y lo hago como testigo de excepción porque estuvimos, en la gestión de Roberto Rosario y la de Castaños Guzmán, y no lo puedo negar, en ambos plenos jugué roles interesantes en 2010-2016 y 2016-2020, y aunque un poco invisibilizado, viví todo lo concerniente a su dinámica de trabajo, y sobretodo, su coherencia interna. Esto es, su capacidad a discernir, pero jamás separarse de su objetivo común, que es, según su rol de árbitros de los procesos electorales para que haya una democracia robusta y unos resultados creíbles, y sobretodo, sujeto a sus principales principios rectores que dicta el artículo 4 de la ley 20-23, especialmente, el No. 3, sobre la libertad, el 6, de certeza electoral, el 7, de integridad electoral y sobretodo, que prime el interés nacional, visto en el numeral 9.  Al margen que haya que cumplirse los 14 ítems del citado artículo 4 (L/20-23), puntualizo estos.

Entonces, volviendo a la intención que nos induce a escribir este opúsculo,-por cierto navideño-, de que no se repita la historia de los pugilatos internos de los miembros, -grave para el órgano como responsable del papel de árbitros de la democracia, y que se sepa, siento que la actual Junta actual está junta, naturalmente como ha de ser la dinámica de los conglomerados, con criterios diversos como ha de ser la democracia y los derechos a disentir que es propio de los derechos humanos. Y no están mal, los criterios encontrados, lo que estaría mal es asumirlo con terquedad. Y lo peor, obedeciendo a líneas de actores interesados.

En este particular cabe decir que la historia de las conflagraciones internas de los miembros de la Junta Central Electoral, está ahí. Vivita en la historia. -Ahí están por ejemplo, los tristes episodios, de la Junta de Roberto-por decir el pleno presidido por este buen incumbente-, y aunque en las elecciones 2012-2016, la Junta estuvo más Junta con su natural controversias y criterios encontrados, este proceso se montó sin profundos antagonismos.-solo con los perennes desacuerdos de Ortega Olivares y Roberto, pero, nunca el agua llegó al cuello.  Yo díría,, algunos sectarismo de algunos miembros-y es lo peor, que dos de ellos, Roberto y Olivares Ortega, se cogieron miedo vivos.- parece que la historia le dio la razón a ambos. O sea, uno quedó siendo, posterior al proceso 2016-2020, miembro del Comité Político de la Fuerza del Pueblo, y el otro, Vicepresidente del PRM-cosas veredes Sancho-.

Es decir, que ocupando una posición de árbitros de ese proceso, a pocos días se arroparon con sus banderas políticas. Y ojalá no pase con esta junta para que siga junta, junto a la democracia y a la gran altura de árbitros imparciales. Amen.

Y digo, a Roberto no se le vio el sectarismo tendenciado. Pero, carajo, nadie puede darle crédito que no, el rumor público, tuvo razón. Y lo propio pasó con Ortega Olivares, qué incluso, lo mandaron a renunciar a su militancia política de la corriente de papá para que ¨legitimara su aspiración de presidente del al JCE.

Pero, así no. Eso es coger piedra para los más chiquitos. Y se hizo la luz, la democracia triunfó. ¡Político a su política!.

Y quiero decirle a esta a este pleno, que el 13 de febrero, 2020,-un día ante del día del amor-, en el 2020, tirando un bálsamo a la Junta de Castaños Guzmán, publiqué un artículo en acento.com, titulado, igual,  ¨La Junta está junta. Queriendo significar, que todos los vericuetos y ditirambos de ese pleno, por lo menos, los salvarían que había cohesión interna. Y no fue así, parece que tanto confort en ver la sapiencia lexical de Julio César Castaños-y no hay dudas que un erudito, pero la obediencia ciega le jugó una mala pasada.

Lo que quiero decir, hubo deficiencia de confrontaciones conceptuales y de alertas de peligros, que no alcanzaron ver el peligro que significan las aguas mansas. – no digo sectarismo, sino debates de las ideas, pero, como dice Balaguer en su libro la venda transparente, sin dejar de ver el precipicio. Y en este cayeron, 10 buenos magistrados en la miras de las dudas.- porque la culpa de unos se arrastra por el colectivo- Y más, cuando fuimos a evaluarnos los miembros de este pleno, para las postulaciones 2020-2024, principalmente, los suplentes, sin ninguna culpa, porque no nos involucraron, hedíamos azufres. Porque en responsabilidad de pocos, se contaminan todos. Y así fue. Nadie quedó exento para la historia fabricada por el imaginario social. ¡De un hecho de una entidad colegiada, tocan todos. Lo buenos  y los malos!

Y quiero ir colofonando. Y digo, miren lo que pasó con las elecciones municipales del 2020. ¡La gran protesta de la Plaza de la Bandera. Nadie quedó exento de lo que muy bien pudo haberse evitado! Lo que significa, que la garantía de la Junta es estar junta, trabajando en equilibrio. Pero junta. Y sobre todo, ver todos juntos.  Y está bien el voto disidente. Lo que está mal es la disidencia pública respecto al funcionamiento del Pleno.- y muy mal, las filtraciones. Pura y simple, y más grave es no entender que el artículo 13 que habla de su composición otorga plena directrices a estar juntos, aunque no sea reburujado.  Y solo habría que cumplir con todo lo que prescribe la ley 20-23, en especial, en lo atinente a la sección IV, del funcionamiento del Pleno de la JCE, que textualiza todo el protocolo de facultades de esta instancia, o sea, cinco titulares y cinco suplentes. Y no quiero terminar mi análisis holístico respecto a universo de miembros, que el articulo 26 en su párrafo I, que dicta que, cuando hubiere discrepancia en alguna materia-refiero las decisiones del Pleno-, se hará constar en la acta correspondiente, los votos favorables y los contrarios y los fundamentos de los acuerdos. Y mejor aún, esta normativa deja un espacio para el desahogo. Párrafo II de citado artículo establece, que, en caso de voto disidente, quien ejerciere el mismo podrá razonar su voto. Dije, razonar, no anarquizar.

Y final, final, con todo lo dicho, a la gestión, a la democracia, al status quo de los resultados electorales, les conviene que todos puedan estar desunidos, eso es cosa de ellos, pero menos a los miembros de la Junta Central Electoral. Si así fuere, los de afuera nos destruirán-como dijo Martin Fiero-.

Y no es que no haya disidencia. No, eso jamás, lo que está malo es las posibles confrontaciones por cosas pendejas – (Enfrentamiento, oposición o enemistad entre varios que aspiran a lograr una misma cosa). Y la misma cosa que ha de tener como criterio la junta es estar junta; es el país, la democracia, la historia, sus responsabilidades ante la patria.  Y les recuerdo, de todos los escándalos más grosero que ha tenido la JCE electoral, se suscitó por las temeridades, por llegar al colmo de las imprudencias dogmáticas. Y no más palabras. Pondo de número uno, la confrontación sin sentido del 2016-2020, que llegó al punto de la interpelación. Y que lo recuerde la historia, fueron sentados, miembros del pleno y funcionarios en el banquillo del congreso, para deponer sobre la magnitud del conflicto, en aras de aplicar el artículo 81.1, (Juicio político), que es acusar ante el Senado a las y los funcionarios (…), a los elegidos por el Senado, como es el hecho de los miembros de la JCE, por la comisión de faltas graves (…), lo que significa que la ruptura del pleno fue tan grave, que estuvo a punto de hacer colapsar las elecciones , y por ende de la democracia. Así que, con el perdón de los extremos, lo que recomienda siempre Baltazar Gracia, es la prudencia. ¡Apuesto a que la junta esté junta!