La etapa democrática del capitalismo es un periodo muy peligroso, tan peligroso, que al más aguerrido luchador contra la corrupción e impunidad, lo ponen a cantar “Claro de Luna”. Pero además, esos fajadores del socialismo y comunismo, se derriten ante los encantos y privilegios de un sistema de muertes que brota desigualdades económicas, políticas y sociales; pobreza y miseria de la población.

 

Estamos de frente, a todas luces, ante un cuadro tétrico que revela ausencia de esperanza alguna, de seguir por ese derrotero claudicante.

 

La historia reciente del movimiento revolucionario es espeluznante ante la agresiva y sistemática campaña de la ideología burguesa por permear las filas de la izquierda revolucionaria. Ayer, el exterminio fue con balas; hoy, nuevos tiempos, la lucha ideológica, intensa y selectiva, se encarga del objetivo. La debilidad de clase de sus integrantes permite un comportamiento vergonzante que facilita cruzar a la acera de enfrente, como si nada.

 

Se inventan todas clases de subterfugios para justificar el abandono del trabajo ideológico y político con los trabajadores y la población, y alimentar sus caprichos alejados de la realidad objetiva. Los argumentos son risibles y penosos, pero al final caen rendidos, exhibiendo como un trofeo sus cambios del nivel de vida y sus relaciones con la “crema y nata”, familias ricas, que se han enriquecido con sus negocios aventajados con el Estado.

 

La desfachatez ha llegado al colmo que tienen sus alcahuetes preferidos, olvidando que hay partidos políticos de izquierda que se han pasado a la derecha con todo y ropa. Y de manera individual, ahí es que la pintura es dura, son grandes en materia de estridencias y poca vergüenza, con el beneplácito de los que se creen los “papaupas de la matica”, en materia de firmeza ideológica y política. Aquí, el que no corre, vuela.

 

Sí, la izquierda existe. Muy diversa, aislada y dispersa, reducida a su mínima expresión. Su comportamiento no es uniforme ni homogénea, una especie rara; cada uno tiene su jugada debajo de la mesa, la verdad absoluta para validar su miseria humana y sus saltos con garrocha. Desde los tiempos sangrientos de los azarosos 12 años de los gobiernos del doctor Balaguer, hasta nuestros días, vive coqueteando con una burguesía atípica, sin conciencia de clase y viviendo en contubernio con una golpista e insaciable oligarquía criolla.

 

Generalizar el asunto no es correcto. Existen en el ámbito de izquierda honrosas excepciones que confirma mi percepción “que no todo está perdido”. Ese reducido grupo de hombres y mujeres, nadan contra la corriente; ignorancia, indigencia teórica, y la presencia de los ultras, derechismo e izquierdismo.

 

La izquierda ha experimentado una involución, lamentable, considerable en los órdenes cualitativo y cuantitativo. No encuentra la manera de cómo ensartar la aguja, no localiza el agüero, ni con espejuelos. Cada vez que se presentan oportunidades para salir del marasmo, lo desprecia olímpicamente para caer de nuevo al charco de lodo maloliente. No hay forma de que pueda sacudirse, ni llevándola a la playa de güibia, en la ciudad capital, para un baño con cola de bacalao.

 

No le han valido los intensos trabajos para materializar la unidad en la diversidad, porque los intereses de grupos y personales, muy bien disimulados, abortan el proyecto unitario. La condición de clase de la izquierda es su desgracia: pequeña burguesa trepadora. El capitalismo le enseña que se puede ascender económica, política y social, utilizando la política como trampolín para “ser alguien en la vida”, en esta sociedad desigual. Y eso los tienen vueltos locos y sin ideas. ¡Qué pena, carajo!

 

En el capitalismo el político mañoso tiene dos vías para coronar en sus aspiraciones personales: salir electo en elecciones nacionales y ser nombrado en un cargo público, y si es por decreto presidencial, mucho mejor. Estas desvergüenzas toman fuerza en el ámbito de izquierda. Ahora se venden al mejor postor, a los conservadores y corruptos, con posibilidades de ganar las próximas votaciones 2024.