El canciller haitiano, Harvel Jean Baptiste, y el embajador de la República Dominicana en Haití, Faruk Miguel Castillo

Un observador sincero comenzaría su crónica semanal hablando de la reunión sobre la crisis haitiana del miércoles 20 de noviembre en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y del encuentro entre el nuevo canciller haitiano y el embajador dominicano acreditado en Haití, el jueves 21 de noviembre de 2024.

Muy a menudo me pregunto sobre mis silencios y mis intuiciones. Resumiré en una frase lo que ya he escrito en otros párrafos. Toda diplomacia inoperante hacia la República Dominicana provoca en pocos días un mal funcionamiento de nuestras farmacias, de nuestros mercados y de la maquinaria diplomática nacional en general.

Honestamente, cualquier observador que hable primero del Consejo de Seguridad no domina aún las complejidades de la crisis haitiana. Desde hace algunos días, los despachos internacionales afirman que las bandas armadas controlan el 85% de la capital, Puerto Príncipe. Nuestro objetivo no es analizar la eficacia militar y policial de los países que integran el Consejo de Seguridad; tampoco deseamos comentar la ayuda inmediata que sus tropas podrían aportar a la comunidad haitiana. Les invito a comprender rápidamente que significa un control del 85% por bandas armadas y al mismo tiempo la ausencia de relaciones diplomáticas con la República Dominicana. Resumiré en una frase lo que he escrito en otros párrafos. Esta situación significa en la vida cotidiana: escasez en nuestras farmacias; aumento de los precios de los productos básicos en los mercados populares; arreglos en las estanterías de los supermercados para maquillar la ausencia de ciertos productos.

Obviamente, mi descripción no complacerá a los radicales que evitarán abordar las dramáticas realidades de la construcción de los mercados azucareros en el Caribe, desde la segunda década del siglo XX: mano de obra en Haití, tierras en la República Dominicana… En definitiva, este sistema ha beneficiado a las élites haitianas que decidieron exportar solo miseria. Los libros escolares de historia saben enmascarar esta miseria utilizando la galería fotográfica de los jefes de estado. Los gobiernos son generalmente efímeros debido a las revoluciones. Los que logran mantenerse en el poder tienen que asesinar a mucha gente. «Según el presidente de la Asociación de Farmacéuticos de Haití, el país depende en casi un 70% de las importaciones para sus necesidades farmacéuticas. Los laboratorios locales sólo cubren del 25 al 30% de la demanda nacional, y productos como solutos, inyectables y reactivos de laboratorio proceden en su totalidad del extranjero.» ((VBI, 18/11/24). En nuestras estadísticas de importación, no sé aún el porcentaje global desde la República Dominicana…

Confidencias: siempre tomo en serio las declaraciones del Presidente dominicano. Las del Presidente francés, el Sr. Macron, no me dicen mucho. ¡Pertenezco a un entorno demasiado lúcido! «Ningún extranjero puede ser propietario de un edificio delimitado por la frontera terrestre haitiana.» según lo escrito en varias constituciones haitianas, sin embargo cuentan los rumores que el país fue vendido a unos poderosos extranjeros, desde hace mucho… Leímos hace poco, «en la operación Pandora, se vendió "clandestinamente a nacionales haitianos" municiones de diversos calibres, propiedad de la Intendencia de Armas de la Policía Nacional. ». Si supieran por el otro lado de la frontera que Haití constituye una verdadera «caja de Pandora»… Una especie de espagueti entremezclado con alambre de hierro, similar a lo que se veía por encima del antiguo muro de Berlín…