La inmolación es un acto extremo de protesta en la cual un individuo se prende fuego a si mismo, y la misma ha sido utilizada a lo largo de la historia como un medio de expresar repudio, descontento y rechazo contra diversas injusticias sociales, políticas y de criminalidad. La reciente inmolación del soldado de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos Aaron Bushnell, lejos de constituir una acción unilateral, en solitario y aislada; constituye un sinónimo, con merecida justicia, de rebeldía, de coraje, de honor con la humanidad en el compromiso de entregar su vida por la causa de Palestina.

“Soy miembro activo de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, ya no seré más cómplices del genocidio de las clases dominantes. Esto es un acto de protesta extremo; pero en comparación con lo que experimenta la gente de Palestina en Gaza a manos de sus verdugos colonizadores, no es nada extremo”, fueron de las últimas palabras de Aaron Bushnell ante de inmolarse frente a la embajada de Israel en Washington.

Así dio su vida, por la causa Palestina, este joven norteamericano con apena 25 años, quemándose así mismo frente a la puerta de la embajada israelí en Washington, en protesta por el genocidio sionista que apoya y financia Estados Unidos en Palestina.  “Palestina libre, Palestina libre”; fueron sus últimas palabras con su cuerpo en llamas.

Este acto de inmolación de Aaron Bushnell es una denuncia a la política exterior norteamericana que sigue financiando y protegiendo a Israel y sus fascistas criminales contra el pueblo Palestino. Es una expresión contra la violación de los derechos humanos, contra una guerra injustificada y de opresión étnicos -religiosos.

Tras sacrificar su propia vida de manera tan dramática, Aaron Bushnell, quiso llamar la atención del mundo y provocar una reacción inmediata y significativa contra la política exterior del Gobierno de Joe Biden y el genocidio cometido por los sionistas criminales israelíes contra Palestina.

A pesar de que la inmolación es una forma de protesta de carácter política, suscita una serie de reacciones encontradas en la sociedad y sobre todo en el ámbito político. Para algunos es un acto de valentía y sacrificio extremo en nombre de una causa justa, para otros la condenan como un método inhumano y radical que no logra alcanzar los propósitos políticos.

Dentro de las ultimas inmolaciones que se han conocido en los últimos años, se destacan: Mohamed Bouazizi un vendedor ambulante tunecino cuya autoinmolación en el 2010 provocó las protestas que desencadenó en la Revolución Tunecina y al surgimiento de la Primavera Árabe. También Jamphel Yeshi, un tibetano que se inmolo en la India en 2012 durante una protesta contra la visita de Hu Jintao, entonces presidente de China.

Son estos algunos ejemplos; pero hay muchos otros casos de inmolaciones que han ocurrido en diferentes partes del mundo en distintos momentos de la historia reciente. El número exacto de inmolaciones que han ocurrido a lo largo del tiempo es difícil de cuantificar debido a la falta de datos precisos y a las variaciones en la definición y registro de estos incidentes en diferente parte del mundo. Sin embargo, se sabe que la inmolación como forma de protesta política ha ocurrido en varios países y en distintos contextos a lo largo de la historia moderna.

La inmolación como protesta política es un fenómeno complejo que exhibe la profundidad del descontento social y la impotencia de aquellos que se sienten marginados y sin capacidades para contrarrestar las políticas de un gobierno contra los sectores oprimidos. La inmolación del joven Aaron Bushnell se inscribe en esa línea.