-Porque: Si cierran los ojos para no ver, la realidad se los abrirá.

-Ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo. Nietzsche.

Muy a pesar de que la modernidad pretende cada día ponernos un tema nuevo, obviando el de ayer o restándole importancia, existen cosas que son imposibles de ocultarlas -como el hambre- por más de unos días, sin importar que, como nos pasa con la vida que estamos llevando, donde todo es plasticidad y de poca duración, pero que, dentro de otros conjuntos similares en su origen, subsisten otros principios y condicionamientos que perduran en el tiempo, como un símil de los famosos relojes suizos.

El tema haitiano, si, vuelvo con lo mismo, es algo que no se puede convertir como si fuese uno de la farándula, desviando el tema a si en realidad el farandulero es o no un lavador de activos y demostrado narcotraficante de drogas, no señor. Unos ven el tema haitiano con determinado optimismo, claramente no justificado por hechos, sino, por suposiciones, ambiciones económicas o manifiestas manipulaciones, eso, en primer lugar, porque, por el otro lado, es puro cinismo, desfachatez o irresponsabilidad.

Y este es un asunto de envergadura tal, que siquiera en la política pasa de moda para explotar situaciones específicas de determinada o cual agrupación o de los llamados lideres nacionalistas. Con relación a esta situación, nos encontramos con políticos que se han llegado a creer poseer la Inefabilidad Papal, sin saber lo lejos que están ante la vista del pueblo, de tener esta cualidad, que quizás, sin ofender creyentes, solo está destinada a los Santos y, en esta tierra, nadie lo es, porque lo inerrable en el humano, constituye un absurdo.

Cada día que pasa en nuestros barrios más pobres, se ha estado llevando a cabo una transculturización lenta, pero, continua, donde las costumbres del país del Oeste reclaman de manera voraz, nuevos lugares dentro de la sociedad dominicana, pero, este tema dentro del argot político es mejor no darse por enterado sin querer entender, que nadie está ni estará a salvo de esta situación de inseguridad y vandalismo que día a día crece y se multiplica. Pero, los políticos -en su gran mayoría-, dentro de su soberbia causada por el ejercicio del poder, no escuchan a nadie y menos, cuando lo que se expone no supone alguna ganancia económica.

La inmigración ilegal desproporcionada y la delincuencia que esta conlleva, principalmente en los barrios marginales, es tratado no con medidas preventivas efectivas que conlleven serias consecuencias, sino, con acciones paliativas que muchas veces se quedan en lo mediático, siendo el barrio Capotillo, el mejor ejemplo de lo que expongo.

Durante tanto tiempo se han querido justificar los hechos que se han producido con relación a este problema migratorio ilegal que, a toda costa y por distintas razones, ha quedado demostrado que solo han sido justificaciones irresponsables para no cumplir con y como se debe cumplir para controlar este grave problema. Se le ha huido al cáncer utilizando sucedáneos inútiles por temor a que muera en una operación. Y, ante esto, no han quedado exentos ni absueltos los estamentos militares y policiales, protagonistas estelares en el problema y que han adoptado posiciones supinas ante aquellos que, desde lejanos tiempos, han hecho grandes negocios con esa inmigración.

Son cantidades ingentes de inmigrantes ilegales las que arriban cada día al país, porque -al parecer-, los intereses de los comerciantes son más importantes que la seguridad para impedir esta acción, debido a que todo se queda en un paño con pasta, es decir, medidas mediáticas o de puro clientelismo haciéndose los buenos, lo que ha dado a entender, que ha faltado el valor -reitero- para extirpar el cáncer de raíz, pretendiendo que haciendo lo mismo que durante tanto tiempo se ha hecho, cosechar resultados diferentes.

Es inocultable la inseguridad producida por las bandas de ilegales en los barrios y la frontera. Aprovecho para llamar la atención sobre lo que está ocurriendo en Europa y lo que está ocurriendo con la inmigración semi abierta de personas ajenas a sus costumbres, como en Suecia, por ejemplo. Y es que, cada día la “cosa” se pone peor y las justificaciones continúan siendo las mismas. J…er ¡Sí señor!