-Porque: “Si hacemos el bien por interés seremos astutos, pero nunca buenos”

-“El que es esclavo de sus prejuicios no entiende la libertad ajena”.

Para mí, en los semáforos se conjugan los más elementales principios en los que se debería sustentar nuestra convivencia, porque estos, sin privilegio alguno, le da a cada uno, su oportunidad para llevar a cabo su tránsito y, llegado el momento de concederle el mismo privilegio a otro, entonces te ordena detenerte, ah si así fuese todo, de seguro la vida fuera más llevadera, pero, la realidad es otra. Porque en cuanto a nuestro país, cometieron el error de pensar, que, los agentes del tránsito eran más eficientes que los referidos aparatos controladores del tránsito, constituyendo lo peor, la insistente tozudez en cometer el mismo error.

Cada vez que llevan a cabo esta acción, los tapones se convierten en un caos generalizado, donde en vez de aplicar la ley a todos los que obstruyan las intercepciones, son ellos quienes establecen el desorden. Y quizás, todo esto sucede, porque nos damos el lujo de tener funcionarios con una facilidad increíble para elaborar cuantos planes sean necesarios presentar, con la finalidad, de solucionar cualquier tipo de problema, pero, solo en papeles, y, que, por igual, guardan escasa relación con la auténtica realidad. Permanecen detrás de sus escritorios con la autoridad minada por los mismos a quienes supuestamente deben controlar. Y es que, por desgracia para nosotros, en cuanto a la utilización de teóricos faranduleros en funciones del Estado, son pocos, muy pocos los que han dado la talla, ya que, viven perdidos en teorías que no necesariamente sean malas, sino que, el clientelismo, falsos protagonismos o la mediocridad del funcionario farandulero las hacen ineficientes, si es que son llevadas a la práctica. Siendo manifiesta esta ineficiencia, en su incapacidad para hacer que los motoristas respeten los semáforos.

Pero, vamos a ver y establecer claramente, que, la solución del problema del tránsito en el territorio nacional, no es solo del Intrant y su incapacidad para llevar a cabo los planes que pone en ejecución, como ese de las calles de una sola vía, los cuales solo funcionan las primeras semanas, debido a que, una de las cosas primordiales en la ejecución del cualquier plan o gerencia, lo constituye la supervisión, la cual desaparece como por arte de magia y, los transgresores, se burlan de las normas a boca batiente, lo que alienta al desorden caótico que estamos viviendo. Y ya sé, que les estamos pidiendo a muchos que sean serios en sus trabajos, cuando, en su vida, nunca lo han sido. Es por eso, que el tráfico se ha convertido en un caos y, me parece, como tantas veces he dicho, que tanto la Policía, como el Instituto de Tránsito Terrestre, se han convertido en el peor enemigo con el que se ha encontrado este gobierno.

Además, hay que tener en consideración, que no solo es el Intrant el culpable del caos, porque a seguidas tenemos que hablar de la ineficiencia del Ministerio de Obras Públicas, que, desde hace un tiempo acá, se han dedicado a la chapucería en cuanto a la reparación de las calles y autopistas en todo el país. Basta señalar, el ya inocultable peligro que significa la diferencia de altitud entre las calles reparadas con relación al nivel de los contenes: Todo un abuso, ya que cuando reparan encima del asfalto viejo, es decir, capas sobre capas de asfalto, sin ningún pudor, el conducir vehículos que no sean jeepeta, se convierte en toda una hazaña y no vamos a hablar sobre las señalizaciones de esas vías intervenidas ya que, al parecer, la pintura para señalizarlas no va incluida en el presupuesto.

Con relación a estos problemas, no sé, si seria mejor, andar entre cenégales o andar montados en burros. Frustraciones, solo frustraciones son las que vivimos a diario, mientras, estos tres funcionarios, es decir, el director de la P.N.; el del Intrant y el ministro de Obras Públicas, tratan de justificar sus ineficiencias con un discurso rancio o clientelista. J…er.  ¡Sí señor!