La situación por la que está atravesando la educación nacional a todos los niveles y particularmente en la formación de personal técnico y que corresponde mayormente a los extractos de la población de ingresos medios y bajos, que regularmente acude a los centros educativos públicos, ha llegado a niveles alarmantes y somos de opinión que debemos sentarnos a analizar lo que está sucediendo en nuestro país con los jóvenes en edades de estudios y capacitación, que tienen y tendrán la responsabilidad de enfrentar las necesidades que actualmente tenemos y los requerimientos que se tendrán en el corto, mediano y largo plazo.
Tomando en cuenta que estas capas de la población representan la gran mayoría de los habitantes, su mayor o menor participación en lo referente al trabajo necesario para el desarrollo de las actividades económicas, dependerá en gran parte que el auge que alcance nuestra economía se derrame positivamente sobre todos los sectores y de esa manera se obtenga una mayor y mejor distribución de las riquezas que se deriven de este crecimiento.
Es importante destacar que no se puede olvidar que nuestra economía ha venido creciendo de manera sostenida en las últimas décadas, pero, sin embargo, ello no ha contribuido ni remotamente a reducir de manera proporcional los niveles de pobreza y si a ensanchar las brechas entre las diferentes capas sociales del país.
Sin olvidarnos de lo que ocurre en muchos de los países de la región, hay que poner la atención en prepararnos, de tal manera que podamos contar con las capacidades requeridas en cada eslabón de las actividades económicas, acorde y en consonancia con lo que debe ser un plan bien estructurado, realista y conforme con nuestras potencialidades. Es necesario para ello que se analice de manera integral el sistema para preparar un verdadero plan de educación que responda a las necesidades actuales y que vayan en consonancia con las metas que el país tiene para convertirse en uno desarrollado.
Como hemos señalado en múltiples ocasiones, la ausencia de mano de obra técnica calificada requerida en la industria es prácticamente total y aunque los gobiernos realizan inversiones en centros educativos para ampliar la cobertura de estos, ello no responde a un programa nacional que haya sido elaborado con la participación de todos los actores que de una manera u otra interactúan en este escenario de la educación.
Queremos indicar que, por el lado de los jóvenes en edades de estudios y formación no se están preparando ni de acuerdo con la demanda del país ni tampoco conforme a las condiciones personales de cada uno, porque parece que los exámenes psicopedagógicos no se realizan en los centros de enseñanza pública y solo hemos visto esta práctica en los colegios privados. Ante esta situación, los esfuerzos que realizan los gobiernos que en contadas ocasiones publican la apertura de nuevos centros de capacitación, pudiesen estar preparando técnicos en áreas de poca demanda o en su defecto saturando otras áreas menos demandadas, porque como se indicó arriba no obedece a un plan que en principio determine las necesidades de cada sector y especialidades requeridas.
Otra situación que está ocasionando que no se disponga del personal técnico calificado es la falta de una preparación en las aulas que produzca este personal que vaya al sector con un conocimiento teórico práctico que le permita una mejor y mas rápida inserción en sus trabajos. Para ello se deben ampliar los esfuerzos que realizan algunos centros educativos de personal técnico para la ejecución de programas coordinados con los sectores industriales del país juntamente con la formación de este personal. El tema de las calificaciones de los instructores es otro aspecto que está afectando la calidad de estas enseñanzas.
Todos los planes educacionales que se han “escrito”, porque ciertamente no se han ejecutados conforme a lo planeado, han sido un gran fracaso si se toman en cuenta los resultados obtenidos hasta el momento y lo grave de todo esto es que todavía no se ha podido ir integrando de manera masiva a los jóvenes de estos sectores de la población a las escuelas y centros técnicos. Parecería que haría falta una integración de los jefes de los hogares a labores de motivación, seguimiento y ayuda en general, que incentiven a los jóvenes a interesarse en la educación, lo que deberá estar acompañado de los organismos responsables de la educación nacional.