La aparición del término “poder blando”, a principio de los noventa del siglo pasado, ha dado a la cultura un papel internacional renovado. Una de las formas más comunes de ese poder blando es la diplomacia cultural.  Desde su llegada a Santo Domingo el embajador Rammu Abagani, primer embajador permanente de la República de la India en la República Dominicana la está practicando con esmero.

 

La diplomacia cultural ha venido ganando terreno como complemento a la diplomacia tradicional y se posiciona como una herramienta indispensable en el marco de un orden político mundial cada día más complejo. Permite, a través del intercambio de ideas, información, valores, sistemas, tradiciones y creencias, fomentar el entendimiento mutuo entre las naciones.

 

Por tanto, la India, un país de alrededor de 1 400 000 000 de habitantes y con una de las culturas más antiguas del mundo tiene mucho que aportar a la humanidad. El yoga, la medicina ayurvédica, las diversas religiones profesadas en la India, la espiritualidad, el buen uso del patrimonio cultural, las danzas, las innovaciones tecnológicas, la adaptación y uso de modelos tecnológicos aplicables a la educación y las ciencias y la industria cinematográfica son, entre otros, elementos proyectados hacia otras naciones como elementos de su política exterior.

 

La India, gracias al trabajo del embajador y de su entregado equipo, ya no es solo un sueño en la mente de los dominicanos, empieza a tener contornos más claros en amplios sectores de la sociedad.

 

En apenas un año, la India ha logrado ocupar un sitial en el país por medio de una multiplicidad de iniciativas pequeñas y grandes que su embajada ha promovido entre los dos países y el flujo de personas que han podido asistir a diversas formaciones innovadoras en la India.

 

Entre estas se cuentan el programa de capacitación en detección remota con énfasis en el procesamiento de imágenes digitales, una capacitación en ciberseguridad y el programa de formación en nano satélites (UNNATI), sin hablar de invitaciones a grupos de jóvenes lideres dominicanos para que conozcan el funcionamiento de las instituciones de la India.

 

Aquí el embajador ha recorrido la geografía del país promocionando, entre otros, el Yoga y la vida del Mahatma Gandhi. El festival Namaste, celebrado en Ágora Mall, tuvo un amplio programa de actividades: demostración de Yoga, del arte floral del Rangoli, la posibilidad de aprender a usar un sari y de degustar platos de la India, entre otras propuestas.

 

La tropa de danza Odissi de Ranjana Gauhar realizó varias presentaciones y las clases de Yoga del  profesor Harisha Kevela,  implementadas por la embajada con  el patrocinio del Indian Council for Cultural Relations (ICCR ), han permitido además de clases abiertas al público, la creación en acuerdo con INFOTEP de un programa de yoga avanzado de 30 semanas para profesores que concluyó con la entrega de un diploma. Todos estos son ejemplos de una sabia, amigable y activa labor cumplida en pocos meses.

 

Nunca se habían celebrado las fiestas de Holi y de Divali en la República Dominicana. La residencia del embajador ha sido la sede de estas festividades con la calurosa y sencilla hospitalidad de su esposa Pushpa y las delicias gastronómicas que prepara su excelente cocinera.

 

Estos encuentros forman parte de estos acercamientos culturales que marcan un hito en las relaciones entre ambas naciones que, como lo recalca el embajador Abbagani, “están separadas geográficamente, pero tienen muchas semejanzas”.