Siento producirles una mala impresión con el título de esta entrega, pues parece que es una tautología (definir con lo definido) ya que, naturalmente, la incompetencia es la esencia de los incompetentes.

Pero, en el contexto de los artículos de mi hermana Mukien Adriana “La incompetencia de las competencias: la camisa de fuerza” y “La incompetencia de las competencias: ¿visión reductora?”,  me atrevo a complementar su argumento con sendas experiencias como maestros de toda una vida, que hemos conocidos incompetentes disfrazados de seudos competentes.

Mukien Adriana Sang Ben.

Los artículos de Mukien Adriana están disponible en el suplemento Areíto y su enlace es: https://hoy.com.do/la-incompetencia-de-las-competencias-la-camisa-de-fuerza/ y https://hoy.com.do/la-incompetencia-de-la-competencia-vision-reductora-2/

¿Por qué me atrevo a tratar sobre las competencias e incompetencias en público con mi hermana Mukien Adriana? Por las mismas razones que ella presentara recientemente en otro artículo de Areíto, “Vuela y divaga hermano querido” (https://hoy.com.do/vuela-y-divaga-hermano-querido/): una vida profesional y familiar dedicada a la educación. Mukien Adriana comenzó licenciándose en educación y terminando su doctorado en historia; yo, por mi parte, me licencié en economía y me doctoré en educación. Un punto en común: nuestra formación se realizó en medio de la  educación crítica y, por lo tanto, freiriana imbuida de las idas y venidas de los convulsos años sesenta… la teología de la liberación y otras ideas ultraliberales que en estos tiempos tienen otros énfasis.

En nuestras experiencias, nos encontramos enfrentando el fantasma del “pragmatismo” de factura sajona y que encarna, en cierta forma el “eficientismo” del capitalismo neoliberal que en los tiempos de Reagan-Tatcher encarnaron un reavivamiento neoconservador en el mundo, encarnado por el Consenso de Washington. Este fue el nacimiento del recetario “neoliberal” por el colapso del “socialismo real” y la presión de los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y su condicionamiento a los préstamos para que se establecieran marcos institucionales de inspiración eficientista de orden neoliberal y de apertura de los mercados.

En educación se comenzó a subestimarse la educación liberal y a enfatizarse la educación técnica-profesional, donde parece ajustarse un programa por competencias cuando nos referimos a destrezas técnico-manuales. Con el tiempo, el conductismo psicológico impregnó la educación en el tema de medición del conocimiento como respuestas “certeras”. El supuesto es que podemos conocer la verdad en su absoluta “plenitud”, lo que hace difícil enfrentar la cuestión de las esencias del “mundo de las ideas”, ya que el enfoque de competencias enfatiza solamente el “mundo de la empiria”, es decir, el de los hechos.

El salto a un modelo educacional “reduccionista” solo hay un paso: reducir los objetivos a competencias abandonando los contenidos. ¿Dónde queda la educación integral, crítica e innovadora? ¿Qué dejamos en el camino? El método socrático, el cuestionamiento crítico, por seguir el símil de la educación evaluada mediante “autómatas” que se cree que es eficiente la medición de lo aprendido mediante un “quizz” de falso o verdadero. Así se comprueba la capacidad de almacenamiento de información y se obvia la capacidad crítica.

Por otro lado, el paradigma subyacente a la concepción de la “realidad” se pierde, ya que nos mantenemos en la “parsimonia” (la pretensión de que el objetivo de la ciencia es crear un modelo explicativo de la mayor cantidad de fenómenos con el mínimo de variables, basado en el postulado del monje franciscano inglés Ockam siguiendo al maestro Aristóteles). Al paradigma de la navaja de Ockam se le opone el de la complejidad (basado en el desarrollo de la física cuántica de Bohr, dónde la causalidad está regida por el azar, más cerca de la visión del maestro de Aristóteles, Platón).

La ciencia moderna debe ser concebida desde esta complejidad. Mukien Adriana, y me consta, tiene un acercamiento a partir de la obra del sociólogo francés de ascendencia judía y que desarrolla su "complejidad" desde una perspectiva humanista. Por mi parte, mi acercamiento es desde la física de la mano del físico cubano Pedro Sotolongo y que aplico en  mi obra “Complejidad y Economía: mundos en colisión” (Academia de Ciencias de República Dominicana: Santo Domingo, 2016).

¡Anyway!, Mukien Adriana y yo coincidimos con la posición actual: la multicausalidad de la quinta revolución científico-técnica en estos tiempos previos al mañana. Quiero decir, al futuro cercano. Estamos viendo que las naciones pioneras están reformando sus sistemas educativos hacia modelos que incentiven la creatividad, propendan a la multiculturalidad, auspicien la “curiosidad” científica. Les remito a las reformas educativas en marcha en Finlandia, Singapur, Corea del Sur y Japón donde se priorizan estas innovaciones. Por lo tanto, ambos con historias vitales e intelectuales diferentes y divergentes, coincidimos en nuestras dudas por la eficacia de insistir en la forma y no en el fondo de que la calidad del acto educativo es lo importante: la relación personal del docente con el discente.

En verdad, ambos llegamos a una ilustración que define la competencia como compuesta: por «conocimientos» que se ha reducido a información, por las «habilidades y destrezas» que se menosprecia en una educación folletinesca y por las «actitudes y los valores» que se ha diluido porque se transmite “existencialmente” mediante el  ejemplo de los profesores y los padres en una alianza del hogar y la escuela. ¿Qué huele a educación de nuestros abuelos?  Es lo que perdemos y debemos recuperar, además de que alcancemos las nuevas tecnologías y destrezas necesarias para elevar nuestro bienestar, individual y colectivo.

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Ahora, completo qué es la “incompetencia de los incompetentes”: consiste que la ingeniería social ha especializado a unos profesionales en la toma de decisiones colectivas y que están coordinadas en una corporación colectivista: El Estado-Nación, que debe comportarse por el bien colectivo, es decir, por la Política con “P” mayúscula. Ahora bien, los profesionales que recluta el Estado-Nación –por lo menos en el caso dominicano– no son profesionales en áreas de experticio relacionado con las competencias demandadas, sino que son profesionales de la “política” con “p” minúscula. Y generan situaciones como una reforma educacional a saltos que no concluye ningún proceso y, por lo tanto, fracasa cuando no optimiza los resultados. Si los responsables son incompetentes, sus acciones reflejarán esas incompetencias. ¿Me explico? Si no logro hacerlo, recomiendo los artículos de mi hermana.