Es muy poco probable que China, en la actualidad o en el corto plazo, invada a Taiwán. Aun con el bombardeo mediático, China, que es un jugador global con casi 6000 años de historia, ha tomado la seña de la estrategia diseñada y publicada por el think tank norteamericano, Rand Corporation, encaminada a ir cercando gradualmente a Rusia, con tropas de la OTAN, para llevarla a la desesperada medida de iniciar una “operación militar especial” contra Ucrania, ya que la guerra que está en curso, no comenzó el 24 de febrero de 2022, sino en 2014, incluidos los natimuertos Acuerdos de Minsk, capital de Bielorrusia, de 2015, que nadie esperaba ni pretendía cumplir.
Es posible que la actual crisis de Ucrania sea un divertimento, donde los muertos militares ni las víctimas civiles importan, para la coalición EEUU/OTAN, seguir avanzando hacia el este, hacia China, en un probable encuentro histórico entre dos potencias: un Estados Unidos en franco y acelerado declive en todos los órdenes y al parecer conscientes de su decadencia, y una China en franco expansionismo y participación global, convertida en el taller del mundo, lo que fue el Reino Unido en su momento, en el siglo XIX, durante la llamada revolución industrial. Este G2 propuesto y provocado por los Estados Unidos, no cuenta con Rusia, a la que quiere balcanizar y desintegrar, para que no sea un jugador global, en el próximo, y casi seguro, nuevo orden global multipolar.
Nos encontramos, pues, no en una era de cambios, sino ante un cambio de época, en el que el viejo orden, nacido de las cenizas de la segunda guerra mundial, no acaba de morir, y el nuevo, a todas luces encabezado por China, no acaba de salir del cascarón.
Algunos analistas y profanos se pierden en el bosque estratégico, al creer que para China, para los orientales, es igual dominar el mundo, como lo es para los Estados Unidos y Occidente en general. Para Estados Unidos, el dominio mundial y el papel de policía del mundo tal como la anuncio en 1905, Theodor Roosevelt, consiste en tener las capacidades económicas y financieras, los medios y capacidades bélicos, mediáticos, de presión, de gasto militar, de infraestructura industrial militar superiores a todas las demás naciones del mundo, proyectar ese poder, dominar, derrocar gobiernos desafectos, apoyar aliados aunque sean tiranos en su día, exportar invasiones y guerras de desgaste, sin la más mínima intención de ganarlas, destruir, avasallar, penetrar y aniquilar.
Para los orientales, léase China, y los estados miembros de ASEAN,APEC, y todos los países de la región, incluido Japón, cooptado desde 1945 por los Estados Unidos, que tiene 120 bases en ese país dos veces bombardeado con poder nuclear, por el mismo Estados Unidos, para ellos, para los orientales, dominar el mundo consiste en poder establecer relaciones duraderas de cooperación y comercio win win, de ganar ganar, consiste también en proyectar, de manera respetuosa su poderío y capacidades militares, diplomáticas y tecnológicas, consiste en no cuestionar ni condenar las formas de religión, creencias ni el ideario político de los países, ni entrometerse en los asuntos internos de cada estado, consiste también en el reconocimiento de la milenaria tradición y cultura sínica, consiste en contratar la operación de puertos necesarios e indispensables para sus tres rutas de la seda, como el de Haifa, en Jerusalén, y el de Hamburgo, en Alemania.
Visto en términos geopolíticos, ya China invadió a Taiwán hace muchos años. La China moderna y la Republica de Taiwán, cuya supuesta soberanía no reconoce China, pero tampoco Estados Unidos ni Rusia, junto a la gran mayoría de Estados Miembros de la ONU, ambas, nacieron un mismo día, es decir, el 1 de octubre de 1949. Cuando el Generalísimo Chiang Kai Chek huyó de la China continental, con un millón de chinos y se estableció en la isla de Formosa, o Hermosa, como la llamaron los colonizadores portugueses.
Esta pequeña y rocosa isla, con muchísimos menos recursos naturales que la parte española de la isla de Santo Domingo, espacio que ocupa la Republica Dominicana, que la sobrepasa en mas de 12,200 kilómetros cuadrados de superficie, ha sido demasiado importantizada por la propaganda occidental y las personas infestadas de ella, no por los que buscan datos duros, sin apasionamiento. China, que es confucionista, aplica soluciones que tuvieron éxito hace miles de años, a situaciones del presente geopolítico global.
El maestro Sun Tzu, en el Arte de la guerra, los aconseja de este modo y forma: “No enfrentes a tu enemigo, espera que el tiempo lo venza y los destruya.“ Por ello, China, ha considerado siempre a Formosa como una provincia rebelde que no se quiere sujetar al centro del poder de la China continental. Por ello China se encerró a crecer para pasar, del bambú al microchip, sin por ello dejar de usar el bambú. Se fue fortaleciendo, en un proceso que ya lleva casi un cuarto de siglo: entro en la Organización Mundial del Comercio en 2001, y su yuan entro en el Fondo monetario internacional en 2015, China, que era medieval en términos de desarrollo, en 1971 durante el viaje de Nixon, entro en el Consejo de seguridad de las Naciones Unidas como miembro permanente y con poder de veto, gracias a su capacidad nuclear y su industria nacional de armas estratégicas y convencionales. Taiwán cabe en China más de 268 veces, si comparamos los territorios y por cada Taiwanés, hay más de 60 chinos.
En la obra de antología de Zbigniew Brzesinsky, El gran tablero mundial, página 165 el autor cita cuales serían los elementos de manera improbable, que habrían de confluir para hacer de China un verdadero jugador global, en 1997: “No es en absoluto cierto que las explosivas tasas de crecimiento chinas puedan mantenerse en las próximas dos décadas. No puede excluirse un retraso económico, que desacreditaría, por sí mismo, a las predicciones convencionales. De hecho, para que las tasas actuales puedan mantenerse durante un periodo de tiempo históricamente largo, haría falta una inusual y feliz combinación de liderazgo nacional efectivo, tranquilidad política, disciplina social interna, altas tasas de ahorro, flujos continuados muy altos de inversión exterior y estabilidad regional. Resulta difícil mantener de forma prolongada una combinación de todos esos factores positivos".
Todas esas condiciones y requisitos para el desarrollo chino se cumplieron, y unos cuantos más. China enfrentó la desobediencia de Taiwán, no con capacidades militares, sino fortaleciéndose internacionalmente, cada ciudadano chino es militar reservista y debe aportar al desarrollo de su gran nación, puso como condición para sus acuerdos internacionales y su comercio global, la ruptura de relaciones, si las tenían con ellos, para reconocer una sola China, algo que Estados Unidos hizo hace casi 50 años. Así, gradualmente y con paciencia, cada país fue cerrando las puertas a Taiwán y abriéndose de par en par al comercio y las relaciones internacionales con China, ante esa estrategia mortal, Taiwán no puede hacer nada, y ni el mismo Estados Unidos reconoce su soberanía, ni tiene embajada en Taiwán, sino que se maneja por la Oficina de representación económica y cultural de Taipéi, TECRO, con sede en Washington, DC.
China no necesita a Taiwán porque ya la tiene, y su estrategia debe ser no caer en las tentaciones y provocaciones en que ha caído Rusia, en una guerra, que, si bien es por territorios, no es por tierra, porque la Federación rusa tiene más de 17 millones de kilómetros cuadrados de superficie, siendo el país más grande del mundo, con once husos horarios diferentes.
Cuenta Henry Kissinger, en su Orden Mundial, que durante el viaje secreto a China, en 1971, le preguntó al doctor Chow En Lai, qué opinión le merecía la llamada revolución burguesa, o francesa de 1789, y Chow le contestó en el inglés fluido que hablaba: “Ese acontecimiento histórico, es demasiado reciente como para nosotros tener una lectura bien acabada y objetiva del mismo“. Demostrando con esa respuesta, entre otras cosas y enfoques, que los chinos pueden programar y proyectar el largo plazo, algo que occidente no puede hacer, con sus cortos periodos presidenciales y sus pugnas irreconciliables, unido a su improvisación y búsqueda de impactos mediáticos, para asegurar el voto. China está demostrando que no necesita invadir a Taiwán, porque ya la tiene.