El problema de las migraciones , presente en casi todas las sociedades como polos receptores o emisores, arrastra poblaciones de una geografía a otra de manera masiva en las últimas décadas, dados el desarrollo en los sistemas de trasporte, el tráfico de seres humanos, conflictos armados, enfrentamientos interétnicos, políticos, religiosos, problemas económicos y medio ambientales, etc. Variables estas, que llevan a los individuos a tomar la decisión de abandonar sus países y comunidades de origen, para lanzarse a la aventura de vivir en otras realidades diferentes a las dejadas.
Uno de los problemas que se presentan con mayor frecuencia, dado el volumen, es que los países de recepción de flujos migratorios, los estados y sus instituciones parecen no tener la capacidad de absorción de los flujos, como recordó, recientemente el canciller de Chile, Alberto Van Klaverten”. Los países tienen una capacidad limitada de absorción de inmigrantes “, Periódico HOY 25.04.23. Lo cual es un fenómeno poco estudiado. Siendo muchos los gobiernos que culpan los migrantes de sus problemas sociales en la actualidad.
Esa capacidad de absorción no viene dada únicamente por las posibilidades de ofertar trabajo a los recién llegados con una mano de obra no siempre calificada, y, adaptada a los requerimientos de la realidad de acogida, sino por las diferencias socio culturales, especialmente, idiomáticas, religiosas, y/o a las posibilidades de ofertarle condiciones de vida apropiadas a los inmigrantes, tales como educación, hábitat, ocio, salud. A veces inexistentes para las poblaciones locales.
De hecho los inmigrantes suelen insertarse en las capas más deprimidas, de la sociedades que les acogen, son los últimos en llegar y deben pasar generalmente por una serie de etapas del proceso, recibiendo salarios deprimidos, abusos y explotación laboral, junto a las condiciones precarias de sobrevivencia. Sobre todo cuando llegan a realidades donde lejos de mejorar, aumentan sus precarias condiciones de vida, al sumarse a la miseria encontrada, acrecentando los focos de marginalidad existentes.
Es lo que está sucediendo en Mayotte, departamento francés al borde de una guerra civil. Siendo este el ejemplo más ilustrativo de la capacidad limitada, que tienen las sociedades para absorber inmigrantes, como alerto el canciller de Chile, al hablar del flujos migratorios en las fronteras chilenas.
Mayotte localizado en pleno canal de Mozambique, en el continente africano, frente a la isla de Madagascar, tiene 300 mil habitantes y, enfrenta las consecuencias de la presencia mayoritaria de inmigrantes irregulares, al recibir un flujo permanente, masivo, de las tres islas que conformaban el archipiélago Las Camores, tres de ellas independientes de Francia: Gran Comora, Moheli y Anjouan, mientras que Mayotte, siguió siendo francés. Y es considerado el departamento más pobre que tiene Francia.
La población procedente de estas islas viene llegando de manera clandestina en embarcaciones rusticas, que cobran entre 200 a 300 euros, dedicadas algunas al solo traslado de enfermos, siendo incalculables el número de los que han muerto en la travesía. Conformando, los que logran llegar, una población de barrios marginales de difícil acceso a una vida digna. Al momento de la redacción de este artículo, Francia destruye estos barrios a punta de tractores y tiene como objetivo, la expulsión de 10.000 comorenses en los próximos días.
En los últimos meses se han registrado una serie de agresiones a los nacionales de Mayotte, por individuos procedentes de estos focos de miseria. Siendo agredidos a machetazos los autobuses de escolares y, diversas agresiones callejeras, quema de residencias por turbas de adultos y adolecentes inmigrantes procedentes de estas islas, que se caracterizan por una fuerte inestabilidad política y graves crisis económicas.
Los ciudadanos de Mayotte están atemorizados, exigen seguridad mientras temen salir a las calles y no envian los niños a las escuelas, muchos mutilados, dado el número y tipología de las agresiones como destaco la diputada Estelle Youssouffa, quien pidió acciones concretas para devolver la “soberanía y la seguridad” destacando que la violencia está vinculada a la inmigración clandestina, en su mayoría de las Islas Comoras. “Todos nuestros servicios públicos están saturados. Hay miles de niños aislados inexpulsables, adultos que están formando bandas que siembran el terror. Tienen 12 ó 13 años y se pasean con machetes”.
La población extranjera representa el 50% o más de la población local. En su mayoría en situación irregular. Lo que ha hecho difícil, para las autoridades de Mayotte de integrar esta población que si bien tiene los mismos orígenes socios culturales, étnicos, religiosos, mayoría musulmanes o de origen africano, las poblaciones de inmigrantes no tienen acceso a la educación, salud, trabajo y han conformado unos focos de miseria extrema de difícil intervención.
La solución planteada por las autoridades Metropolitanas y de la Isla, es suprimir esos barrios, sacando la gente que vive en ellos, amenazando con deportarlas a su país de origen en barcos, y demoliendo a punta de tractores las casuchas. El 88% de los franceses están de acuerdo con la medida. Mientras los gobiernos a los cuales pertenecen dichas poblaciones, se niegan a recibir a sus nacionales. La solución ha generado controvertidas reacciones dentro de la población de Mayotte al tiempo que las fuerzas policiales se baten con individuos enmascarados teniendo que pedir refuerzos a Francia para enfrentar las agresiones a la policía. El desalojo ha continuado y el tráfico marítimo entre las islas ha sido interrumpido. Algunos califican la situación como, estar al borde de una guerra civil.
Sin dudas que Mayotte, vive una fuerte crisis migratoria y no tiene la capacidad de absorción de este flujo migratorio, que ha trasformado demográfica y socialmente la población local, generando graves problemas sociales, económicos y eventualmente políticos. Pues los ciudadanos franceses exigen seguridad ante las agresiones.
Cuando las sociedades no tienen la capacidad para absorber las poblaciones que reciben, estas se ven amenazadas por graves problemas de gobernabilidad de imprevisibles consecuencias para las poblaciones locales y, para la estabilidad de los Estados, al estar al margen de las poblaciones extranjeras. Creciendo el resentimiento social que se traduce en odio hacia la población de acogida. El alto nivel de indocumentados (invisibles por la ilegalidad), hace que sea una población fuera de control, no existiendo la posibilidad de ejercer normativa social sobre estos individuos, que se moverán al margen de la ley y de la sociedad en general.