El 13 de junio de 2024, el presidente Luis Abinader, por medio del decreto 324-24, declaró de "alta prioridad nacional la promoción, la innovación y el desarrollo de la industria de semiconductores en la República Dominicana", ordenando también que se formule la Estrategia Nacional de Fomento a la Industria de Semiconductores (ENFIS). Este paso consolida el compromiso asumido por el presidente Abinader de transformar a la República Dominicana en el hub logístico de la región del Gran Caribe, y otorga al Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes la responsabilidad de liderar este tan importante proceso.

Este decreto tiene una gran significado, más aún cuando vemos que, según las proyecciones, se espera que para finales de 2024 la industria de los semiconductores represente 576 mil millones de dólares en ventas a nivel mundial. Encontrándose República Dominicana presta para recibir un porcentaje de este monto al introducirse en la cadena de producción y comercialización. Ya que como dice el decreto en su octavo considerando: "(…) en la actualidad se está produciendo una reconfiguración en tiempo real de toda la cadena de valor y de suministros de esta industria, para maximizar su resiliencia ante disrupciones económicas, geopolíticas y medioambientales, dada su vulnerabilidad y alto grado de concentración geográfica."

Desde antes de la pandemia, el Sistema Internacional se encuentra abocado a un proceso de reordenamiento económico, industrial y político, que tiene un impacto directo en la criticidad de las líneas de suministro de productos que son considerados esenciales para el buen funcionamiento de las industrias modernas. Esto es tan importante que, en los últimos años, los Estados Unidos se han enfocado en promover el llamado nearshoring, una política destinada a atraer a puertos más cercanos, y de países aliados, aquellas industrias críticas para la seguridad nacional estadounidense.

Este proceso de “regionalización” fue expuesto por Shannon K. O’Neil en su libro The Globalization Myth: Why Regions Matter, donde destaca la importancia estratégica de reforzar las cadenas de suministro y producción regionales en detrimento de la globalización hacia oriente, acción aquella que ha demostrado ser un error estratégico con consecuencias desestabilizadoras para la preeminencia estadounidense como potencia global.

En este contexto, República Dominicana se encuentra posicionada de manera excepcional para convertirse en el líder y punto de partida de esta reubicación estratégica de industrias sensibles, no solo por la larga historia de amistad y los ya establecidos vínculos comerciales y estratégicos, sino también por la posición geográfica de nuestra isla. Como punto central entre América del Sur, Centroamérica y América del Norte, República Dominicana es el lugar perfecto para convertirse en el eje comercial y productivo de la región.

Es importante destacar que, en cuanto este tipo de iniciativas rindan sus frutos, los procesos se van a ir desarrollando de manera exponencial al impactar de manera transversal a todos los sectores aledaños, al igual que irán sentando las bases para que otros de mayor nivel de tecnificación puedan empezar a desarrollarse.

Este es un momento decisivo y determinante para el futuro de República Dominicana. Solo por medio de acciones como estas se forjan los cimientos que permitirán que el país dé un salto cualitativo que potencie el crecimiento, el desarrollo y la industrialización. Así, se pavimenta el camino para que República Dominicana reclame su justo lugar como potencia regional del Gran Caribe.