En estos días carecemos de noticias veraces sobre la guerra en Ucrania, pero sí tenemos muchas versiones interesadas de lo que pasa en ese desafortunado país que hoy se encuentra entre la espada y la pared. Por un lado, tenemos la versión que nos dan los medios occidentales que dicen que Vladimir Putin, presidente de Rusia, es un carnicero y que, según el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, hay que sacarlo del poder. Por el otro lado, los medios rusos informan que al presidente de Estados Unidos se le olvida que él propuso bombardear a Yugoslavia en los años noventa del siglo pasado. Sin embargo, estas acusaciones no nos llevan a entender el problema de fondo.

En la guerra de Ucrania, los medios occidentales argumentan que los rusos son los agresivos, no la OTAN y Estados Unidos. Para estos medios, estos son angelitos, pero se olvidan de las guerras recientes que Estados Unidos y la OTAN han llevado en el Medio Oriente.  En particular las de Iraq, Siria y Afganistán donde han cometido crímenes de lesa humanidad, denunciados por el periodista Julian Assange quien aún está preso en el Reino Unido por darla a conocer. En Iraq se usó la excusa de la existencia de armas de destrucción masiva para invadirlo y destruirlo. No se habló de que había interés en controlar su riqueza petrolera. En todo caso, no se demostró que hubiera tales armas mientras que la ONU y otras organizaciones de la comunidad internacional no dijeron esta boca es mía. Tampoco se habla de los cientos de miles de iraquíes, sirios y afganos que han muerto en estas guerras de agresión de Estados Unidos y la OTAN.

Todo se quiere simplificar y olvidar que, tras el derrumbe de la Unión Soviética, Estados Unidos y la OTAN se aprovecharon de la situación para incorporar a 14 países el Este europeo a la OTAN y así debilitar a Rusia. Estamos ante una situación complicada y donde la geopolítica juega un papel central. Recientemente el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos escribió en el periódico La Jornada en México que hacer un análisis sofisticado es mal visto en Europa Occidental y en Estados Unidos. El que lo intenta, según, el sociólogo portugués, es acusado de ser pro-ruso. No se trata de estar de un lado ni del otro sino más bien comprender que está en juego y buscar la forma de promover la paz mundial y así evitar una catástrofe que podría poner fin a la especie humana sobre la Tierra.

Pese a esta temible acusación me permitiré hacer un análisis sociológico de la actualidad y su relación con Ucrania. En términos teóricos, en la actualidad observamos que la lógica de la política entra en conflicto con la lógica del capital. Para los que se manejan en el marco de la lógica política, es decir, mayormente los políticos de los centros metropolitanos que, independientemente de la facción o partido que representen, se manejan en un tramado de dominación imperial, aunque siempre se les presente como la comunidad internacional, donde florece la democracia liberal. Más importante aún, los políticos metropolitanos y los de otras latitudes capitalistas, en términos generales, siempre representan los intereses del capital, pero no se puede afirmar que los capitalistas manejan todos los hilos y que los políticos no pueden tomar decisiones que entren en conflictos con los capitalistas. Ahí está el detalle. Las decisiones de los políticos metropolitanos o imperiales pueden potencialmente causar graves consecuencias a la humanidad.

La lógica política está estrechamente vinculada con la lógica del capital, pero, a veces, la primera tiende a comportarse como si fuera independiente. Por su parte, la lógica del capital tiene como fin principal la acumulación sin límites y, si aparecen elementos que bloqueen el proceso de acumulación de capital, se buscará la forma de darle la vuelta a esos bloqueos para que esta no se interrumpa. Los capitalistas aparentemente actúan de forma racional y su forma de pensar no siempre concuerda con la lógica de los políticos. Por ejemplo, los capitalistas siempre están al frente de sus empresas mientras que la estancia de los políticos en el poder es temporal. Los primeros piensan en términos de larga duración en tanto que los segundos operan en periodos relativamente cortos. De modo que las coyunturas son importantes para los políticos y las quieren aprovechar al máximo para ganar mayor simpatía entre los ciudadanos y así ganar elecciones.

En la forma de pensar de un político imperial es posible concebir una guerra para que la población se olvide de los problemas diarios. Por más que los capitalistas busquen influir en la forma de actuar de los políticos siempre hay conflictos pues sus intereses no siempre coinciden. Ahora bien, si los políticos llegan al extremo de poner la acumulación capital en peligro con una guerra, el capital buscará ponerle frenos. Por otro lado, debemos tomar en cuenta que dentro de los capitalistas también aparecen contradicciones. Por ejemplo, la industria armamentista y la banca siempre salen ganadoras de las guerras que promueven los políticos metropolitanos para ampliar su influencia más allá de su territorio y, de ahí, que haya conflictos entre diferentes sectores del capital. Esto es lo que llamamos situaciones complejas que no se pueden analizar como si la realidad fuera en blanco y negro. Todo lo contrario: la realidad tiene un tinte claro-oscuro y no siempre es posible captarla en su justa dimensión.

Por otro lado, la geopolítica no siempre se basa en asuntos ideológicos como promover la democracia liberal o, como en otros tiempos, combatir el comunismo, sino que más bien puede estar interesada en asuntos estratégicos como la conquista de territorios para controlar recursos naturales. Esto pasó, por ejemplo, durante la Primera Guerra Mundial que fue, según me comenta el historiador español José Sánchez, motivada por la repartición de colonias y asuntos económicos. La actual guerra en Ucrania, según Sánchez, se parece mucho, en sus motivaciones, a las causas de la Primera Guerra Mundial. En la actualidad, el tema de los energéticos es fundamental: Rusia abastece de petróleo y gas a Europa lo que hace de ella un petro-estado, no un imperio con colonias y grandes empresas transnacionales que dominan a economía mundial. En este aspecto no se puede comparar a Rusia con Estados Unidos o la denominada comunidad internacional que, en realidad, constituye un entramado de dominación imperialista. Ahora bien, en los últimos 20 años Putin ha logrado estabilizar la economía, fortalecer un Estado autoritario nacionalista con una visión de derecha y entrar en negociación con la nueva geopolítica para retener su pedazo del pastel, es decir, sus recursos naturales. La guerra en Ucrania es parte de este proceso de control de su entorno.

La economía europea necesita de los recursos naturales de Rusia para seguir adelante, pero esta entrampada en un conflicto de naturaleza geopolítica que ella no controla. Este es un caso de complejidad donde la lógica política y la lógica del capital entran en conflicto.

Aquí se puede observar cómo el capitalismo europeo entra en conflicto con una lógica geopolítica que le llega del otro lado del Atlántico. Pese a lo que dicen los medios de Europa Occidental y Estados Unidos, Europa está dividida y sus capitalistas saben muy bien que no le conviene una guerra de larga duración porque perjudicaría su economía enormemente y pondría a su población en peligro. ¿Qué europeo estaría dispuesto a que pulverizaran sus ciudades con armas nucleares? ¿Hasta dónde estarían los capitalistas europeos o estadounidenses interesados en un bloqueo que impida su acumulación de capital? Pensamos que una guerra nuclear va contra la lógica del capital porque no solo destruiría la gallina que pone los huevos de oro, es decir, la población en capacidad de trabajar y producir mercancías a más y mejor. Si se diera una conflagración nuclear se eliminaría la especie humana y el capitalismo. Va de suyo que el capitalismo llegaría a su fin porque no habría a quien explotar y mucho menos a quien venderle las mercancías. Sin embargo, debemos mantenernos atento a los acontecimientos internacionales y abogar por la paz mundial porque, a la larga, en las guerras las únicas que se benefician son las empresas armamentistas y los bancos que la financian. Los pueblos siempre salen perdiendo porque ellos ponen los muertos.

Emelio Betances (si deseara leer crónicas y análisis de nuestro mundo contemporáneo, visite www.emeliob.medium.com)