Écfrasis: descripción de una imagen.

Suspender las imágenes.

Imagen 1

Interior. ¿Qué es? Parece un sótano. En el centro de la fotografía, en plano general, varios cuerpos humanos. Los pies hacia nosotros. No se ven las cabezas o los rostros, solo los pies, en primer plano, y después el resto del cuerpo. Pero el ángulo de la foto no permite ver desde el cuello hacia arriba, como si la forma humana fuera ahora distinta y terminase allí, en el cuello, antes del tiempo.

La foto encuadra esa sección con dos paredes. En la pared del lado izquierdo, una bolsa colgada de un tornillo. Intentamos entender qué hay en la bolsa, pero no podemos. La otra pared no tiene más que lo que parece ser un aparato para medir la temperatura del espacio. Y sí, es eso.

En el centro de la fotografía, encuadrados por esa especie de marco que está definido por las paredes, allí hay varios cuerpos. Están quietos porque están muertos.

Contamos. Son cuatro cuerpos. En primer plano, están los pies.

De izquierda a derecha, los pies del primer cuerpo están desnudos y el cuerpo está cubierto por una sábana blanca; el segundo cuerpo tiene zapatos, el tercer cuerpo pies desnudos, el cuatro cuerpo también pies desnudos.

De izquierda a derecha, mirando ahora a los cuatro cuerpos y no a sus pies: sábana blanca, después pantalones vaqueros y jersey azul, después sábana blanca cubriendo parte de la ropa y la parte de la ropa no cubierta es una camisa caliente, gris y roja, que deja a la vista parte de la barriga de un cuerpo claramente mayor; después, el cuarto cuerpo: nuevamente, una sábana blanca cubriéndolo todo y por eso no se ve ropa, sólo ese color blanco de la sábana.

Respirando y mirando otra vez vemos que hay otros pies desnudos que se ven en la imagen anunciando que hay otros cuerpos que no se ven en la imagen.

Si nos alejamos un poco del centro de esa foto, de los pies, cuerpos y sábanas, y miramos nuevamente, con atención, al aparato que mide la temperatura de la habitación vemos que ese aparato vertical, de quizá veinte centímetros, tiene dos rayas, una al lado izquierdo que mide temperaturas por encima de cero, y otra, al lado derecho, que mide temperaturas bajo cero.

Incluso con zoom es difícil entender la exacta temperatura marcada por ese termómetro, pero lo que es evidente es que la marca no está en la línea vertical del lado derecho, la que señala las temperaturas por encima de los cero grados. La marca está en la línea que señala las temperaturas negativas. No se logra distinguir el número, pero se entiende que el límite del líquido del termómetro está muy abajo, marcando una temperatura seguramente prevista para mantener mucho más la muerte que la vida.

Después, podemos mirar otra vez al centro de la foto o podemos no mirar a nada más.

 Imagem 2

Rápidamente se entiende que es la foto de un sótano, de un abrigo. Vemos varios compartimentos creados por cortinas. Esos compartimentos se asemejan a las separaciones de un hospital, hechas por cortinas y no por paredes. Esos compartimentos, pues, en forma de U, con la apertura de la U hacia nosotros, crean, en el centro, una especie de patio, un patio sin luz, un patio debajo del suelo, pero un patio.

En el centro de la fotografía hay un niño, quizá siete-ocho años, con una rodilla en el suelo y otra levantada; agachado sobre una serie de piezas que están en el suelo gris de cemento – las piezas son del tamaño de pequeñas galletas de perro.

Es el único ser humano que se ve en la foto. A su alrededor, varios compartimentos separados por cortinas y ninguna persona, ni madre, ni padre, ni hermano.

Miramos otra vez hacia el suelo y entendemos que es un juego – ¿cuántas piezas hay? Contamos: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, trece, catorce. Son catorce piezas.

Primero, se entiende la cantidad: catorce. Después intentamos entender la forma. Mirando con atención nos asalta la duda: quizá un puzle, quizá piezas de dominó. Las piezas de un puzle son todas distintas, las piezas de dominó son todas iguales – debería ser fácil distinguirlas. Pero no es tan evidente. Quizá sea un dominó – quizá sea otro juego cualquiera.

El niño lleva una camisa blanca, pantalones azules, y tiene el pelo muy cortito. Está completamente concentrado en el juego – y catorce piezas, del tamaño de una galleta de perro, son a veces necesarias para que el tiempo pase de una manera sencilla incluso para un niño de siete, ocho años, solo, bajo suelo, en un sótano.

El pelo del niño es muy cortito, casi rapado, pero con el tiempo, ya se sabe, si todo va bien, el pelo crece.

 

 Traducción de Leonor López de Carrión

Originalmente publicado no Jornal Expresso