La gratitud es un sentimiento, una emoción, un reconocimiento por algo que se ha recibido. La gratitud hace que las personas reconozcan las cosas buenas que tienen en la vida.

 

Hace unos cuantos días recibí una llamada a mi casa. Se trataba de Ana Wilda la nuera de mi amiga Luchy. Me sorprendí porque salvo sea algo puntual no me llama.

 

Durante el mes de enero nos juntamos en el Club Naco, ella llevando a sus hijos al tenis, yo llevando a mi nieto al baloncesto. Siempre  me siento  en una misma mesa en la cafetería desde donde puedo monitorear a mi nieto. Como la ocupo sola, de vez en cuando llega alguien conocido y se queda conmigo a conversar.

 

Uno de esos días, Ana Wilda vino, se iba a poner a trabajar, pero antes agotamos un tiempo conversando. Ella me decía que quería llevar al niño a un ortopedista, yo le recomendé una, le dije que me la había recomendado la endocrinóloga que trataba a mi nieto y que me había dicho que era la mejor del país. Mi experiencia con ella no pudo ser mejor.

 

Ella desde ahí trató de conseguir una cita, el cupo era para octubre, pero le dieron otro número de otro consultorio y la secretaria con mucha amabilidad y con lo agradable que es Ana Wilda le consiguió para junio.

 

La doctora operó al niño y gracias a Dios quedó perfecto luego de la recuperación.

 

El motivo de su llamada me sorprendió, porque nunca me había sucedido algo así. Quería agradecerme por haberle recomendado a esa doctora. Me dijo que ya Manuel Eduardo estaba perfectamente bien, que podía caminar sin que le doliera la espalda y que lo mandaron a correr, dar saltos, practicar deportes. El niño también quiso darme las gracias. Me sentí emocionada porque vi con los valores que lo están criando.

 

No acostumbramos a agradecer. Recuerdo que cuando mi hijo estudiaba en el conservatorio fue a comer a un supermercado cerca, acompañado de un amigo que también estudiaba allí. Cuando le sirvieron dio las gracias y el amigo dijo que él no tenía que dar las gracias porque para eso le pagaban. Me contó ese episodio lleno de sorpresa.

 

En otra oportunidad él y un compañero de colegio se subieron en un carro público y al bajarse dio las gracias. Su compañero le dijo que no tenía que dar gracias puesto que ese era su trabajo. Otra sorpresa.

 

Cada día cuando Nona, quien me ayuda en el cuidado de mi mamá, al irse le doy las gracias y ella me contesta, gracias a ti. Me siento emocionada con ello.

 

En mi largo peregrinar por la vida he contado con tantas personas que han estado a mi lado en los momentos difíciles, aunque siempre les recuerdo cómo han sido un soporte para mí, hoy quiero darles las gracias públicamente, porque dicen que el agradecido es bien nacido.

 

Comenzaré mencionando a doña Yuni, alguien insustituible en mi vida. Mi amiga, hermana y comadre Luchy. Mis comadres Carmen Antonia, Mary Yolanda, Carmen Holguín, de ellas unas soy madrina de sus hijas, otra madrina de mi hijo. Mi amiga Idalia. Siempre les estaré agradecida y estarán en un rinconcito de mi corazón.

 

No puedo dejar de mencionar a mis vecinos Antonio y Daniel, quienes ante cualquier dificultad eran los primeros en acudir en mi ayuda.

 

Pero hay alguien muy especial para mí, se trata de la profesora violinista Jolanda Jancar, recuerdo como si fuera hoy aquella tarde en que ella viviendo en la Zona Colonial toqué su puerta y desde ese momento entró en mi corazón. Necesitaba una profesora de violín para mi hijo y ella con mucho amor lo tomó por alumno y no me cobró ni un solo centavo. Gracias profe.

 

Tengo tantas cosas en la vida por qué agradecer y tantas personas que han sido soporte, ayuda, guía, que de nombrarlas todas ocuparía demasiado espacio.

 

Gracias de corazón a quienes han permanecido a mi lado por cuarenta, cincuenta y toda una vida apoyándome, brindándome cariño, prestándome su hombro cuando lo he necesitado.