Dentro de la inmensa variedad de personas que amamos las plantas, están aquellas que tienen “buena mano” y hacen florecer cualquier ramita; y están aquellas como yo, a las que se nos secan hasta las flores plásticas. Buscando información sobre plantas resistentes, me he enterado de que la flor nacional de la República Dominicana, la Rosa de Bayahibe, pertenece a los “cactus de hojas”, una curiosa planta que parece un arbusto, pero en realidad es un cactus.
Aunque algunas variedades de la misma familia —Pereskia— existen en otros lugares, la Rosa de Bayahibe solamente crece en nuestro país. Su tronco está revestido por numerosos grupos de espinas, las hojas son de un hermoso color verde brillante cuando son nuevas y sus flores, con preciosos pétalos rosados, son muy vistosas. Como ha estado en peligro de extinción, el desafío ha sido cuidarla para dejarnos deslumbrar por la belleza de su color y la delicadeza de sus pétalos.
Algunas vidas humanas nos ofrecen también el desafío de reconocer su grandeza para que, cuidándolas, sus progresos sean capaces de transformarnos. Si, transformarnos. Porque son esas vidas y las de sus familiares y amigos, las que nos cambian, haciéndonos más conscientes de los regalos que esconde la cotidianidad y por tanto, más agradecidos. Así ocurre con las vidas de las personas con la condición de parálisis cerebral: pueden hacernos más sensibles, ordenar nuestras prioridades y enseñarnos a acoger la fragilidad humana, a cambio de que hagamos posible una sociedad inclusiva que aprecie la diversidad y no tenga miedo de construir para ellas una vida digna.
La parálisis cerebral es la causa de discapacidad permanente más frecuente en niños y niñas menores de tres años. El dolor y la alteración de la conducta pueden ser difíciles de reconocer, evaluar y tratar. Sin rehabilitación y manejo ortopédico el deterioro físico puede ser mucho mayor. Los tratamientos adquieren gran importancia en los primeros años de vida ya que se puede aprovechar la plasticidad del sistema nervioso central. Por eso la intervención tiene que ser temprana y oportuna en diagnóstico y tratamiento. Pero como muchas otras cosas en nuestro país, para que las familias más pobres tengan acceso a ellos, ha sido necesario que algún creyente en la compasión eficaz haga posible el milagro.
En el caso de la parálisis cerebral, el milagro ha venido de la Fundación Nido Para Ángeles que ofrece a los niños y niñas con esta condición, el acceso a servicios de salud y educación de calidad.
Hace unas semanas estuve visitándolos. Y así como no es posible apreciar del todo la belleza y originalidad de la Rosa de Bayahibe por más buenas que sean las fotos que vemos, con Nido para Ángeles pasa lo mismo. Ni su página web ni su impresionante cuenta de Instagram le hace completa justicia al pedacito de cielo que han creado en su centro en Arroyo Hondo, donde han recibido, atendido y acompañado a más 350 niños y niñas y sus familias, provenientes de los sectores más vulnerables.
Recuerdo que en el año 2008 acompañé durante un par de semanas a Ruddito, el hijo de una amiga con la condición de parálisis cerebral, quien en noviembre pasado cumplió 27 años de edad. Pensé mucho en él aquel día en que visité Nido para Ángeles porque reconocí, en el personal que asiste a los niños y niñas allí acogidos, la atención, ternura y cariño que hay alrededor de Ruddito en su hogar, con su mamá, que se desvive por él y le cuida con admirable dedicación.
Además de ambiente y calor de hogar, que ya es bastante, los colaboradores de Nido para Ángeles se esfuerzan por ofrecer cercanía y apoyo a las familias y se les nota la ilusión y el optimismo con que enfrentan el reto de incidir en la creación y aplicación de políticas públicas en favor del grupo poblacional que atienden. Muy rápidamente se da cuenta uno de que los cuidadores en la fundación ¡también son ángeles!
Próximamente y durante algunas semanas, todas las personas que así lo deseen podrán ser parte del esfuerzo de Nido para Ángeles por seguir poniendo en práctica la compasión eficaz en la que creen. Al comprar una Flor de Bayahibe para el Árbol de la Esperanza que estará en Ágora Mall desde el 14 de junio hasta el 16 de julio de este año, estaremos contribuyendo al programa de Acción Solidaria de la fundación. Parecerá un aporte sencillo, pequeño incluso, pero nos hará parte de esa multitud de personas que no solo quiere construir un mundo de oportunidades para las poblaciones más vulnerables, sino que directamente se esfuerzan y trabajan para lograrlo.