1.- La satisfacción de los padres por el deber cumplido para con los hijos y las hijas, es el correcto proceder de estos, ya adultos, e independizados en el seno de la sociedad.
2.- La compensación que esperan mamá y papá, de parte de los hijos, con su buen actuar, en ocasiones, no es posible de alcanzar porque no siempre se logra la igualación. Acecha el desequilibrio.
3.- Si los descendientes se portan bien ajustando sus acciones a la decencia, los ascendientes resultan agraciados por el esfuerzo realizado, porque pueden decir misión cumplida.
4.- La frustración le llega a papi y mami cuando creen haber entregado a la comunidad lo mejor, y luego resulta que es lo peor, una afrenta familiar, un insulto.
5.- La niña o el niño que, luego de ser bien tallado por sus padres, se daña, se convierte en un ataque, una arremetida al correcto proceder de papá y mamá.
6.- Por más que los progenitores quieran quitarse de encima las consecuencias de las faltas de sus hijos, algo se les pega de las culpas de sus vástagos.
7.- No es más que pura ilusión paternal suponerse al margen de la mala conducta de uno cualquiera del seno familiar. Liberarse es un legítimo deseo, pero nada exonera de llevar la carga.
8.- Lo mal hecho por los hijos se le pega a los padres, porque es una presunción fundada que en algo fallaron los progenitores. Flaquearon papi y mami que no han logrado el perfecto fin perseguido.
9.- Error, descuido, negligencia o el más pequeño desliz de papá y mamá, da como resultado la deficiencia en la conducta de los hijos, la perfección idealizada no siempre es obtenida.
10.- Mami y papi procuran sacar de sus hijos lo perfecto, lo excelente, pero hasta el exceso de cuidado en ellos lleva a lo defectuoso, a lo incompleto.
11.- Por muy cuidadosos, meticulosos y exigentes que sean papá y mamá en la educación de los hijos o hijas, no siempre se llega a tener lo esperado, lo muy bueno, lo divinamente maravilloso, lo intachable.
12.- El papá y la mamá, en el conjunto de hijas o hijos, deben estar preparados para cuando llegue la dificultad, esa que constituye tropiezo, el lamentable escollo de la familia.
13.- Hay que tener presente que los descendientes no se desarrollan en el espacio sideral, sino en un medio social que se impone al buen deseo, a las diligencias de los ascendientes.
14.- Lo que nos enseña la realidad de la vida es que el padre y la madre deben prepararse, acondicionar la mente, estar sobre aviso, para lo que posiblemente pueda venir con el mal proceder de los hijos.
15.- No es cuestión de querer o no querer. Es que, quiérase o no, nadie escapa a la influencia del medio social, y si es nocivo, preñado de vicios sociales sistémicos, el más bien hecho en el hogar puede dañarse, y su falta salpica a papi y a mami.