"Y cuando una cosa desaparece, viene otra al momento a ocupar su puesto”- Friedrich Hegel.
Los científicos argumentan, basados en una vasta diversidad de hallazgos, que hacia finales del Cretácico e inicios del Paleógeno la Tierra sufrió el impacto de un asteroide o un cometa. Otros sostienen que pudo haber ocurrido un período de catastrófica actividad volcánica que oscureció los cielos y privó al planeta de la energía del sol, astro que es el comienzo y el fin de la vida en la Tierra.
Este hecho de inconcebible destrucción se inició con una violencia inimaginable, extendiéndose a lo largo de la cadena alimenticia y arrasando con más de la mitad de las especies que habitaban el mundo. De ese cataclismo, pudieron sobrevivir algunos saurópsidos, como nuestras actuales tortugas, temidos cocodrilos y ciertos mamíferos. Las fortalezas anatómicas y de adaptación permitieron la supervivencia de aves, serpientes, bivalvos, erizos, estrellas de mar y otros seres vivientes.
El planeta se sumió en una oscuridad espantosa, y los gases de efecto invernadero, atrapados en la atmósfera, causaron un aumento excesivo de las temperaturas. El cambio climático subsecuente liquidó para siempre a algunos de los sobrevivientes de la larga noche provocada por esa mortandad universal ocurrida hace 66 millones de años.
¿Quién podía imaginar que existiera alguna fuerza capaz de hacer desaparecer en un instante a los gigantescos y formidables dinosaurios acuáticos, terrestres y voladores?
A pesar de la aparente inutilidad de esta introducción, hagamos una osada comparación: ¿quién iba a pensar que los partidos dinosaurios de la política dominicana iban a transitar primero por un imperceptible declive electoral y luego llegar a su repentina extinción en menos de treinta años?
Al primer impacto de la "roca estelar" de la conciencia ciudadana unida a la dialéctica intrínseca en la dinámica de todo fenómeno, sucumbieron el Partido Reformista Socialcristiano (PRSC) y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
El PRSC gobernó a los dominicanos durante cinco períodos constitucionales, gracias a los excepcionales recursos intelectuales de su máximo líder y la lealtad que generaba entre sus seguidores. Los primeros gobiernos del doctor Joaquín Balaguer iniciaron la reconstrucción y modernización del país, pudiendo exhibir numerosas obras de infraestructura fundamentales. Sin embargo, la represión política y la violación de los derechos humanos son también parte de su legado histórico. La muerte de su mesiánico líder marcó el inicio de su declive definitivo. El partido no pudo adaptarse a la ausencia de un líder fuerte, ya que Balaguer no fomentó la formación de sucesores que pudieran sustituirlo idóneamente. Tampoco le interesaba lo que sucediera después de su desaparición física.
Hoy, en su larga agonía existencial termina aportando al PRM, el partido triunfador en las elecciones de este año, apenas 38,126 votos, esto es, 0.87% de los votos válidos emitidos.
El PRD, aclamado por muchos como la organización política que encarnaba los más genuinos valores democráticos, defensora de las libertades públicas y protagonista de una revuelta armada que pretendía el regreso de la nación a los rieles constitucionales de 1963, terminó dominado por los intereses menos apropiados, siendo sacudido al final por los terribles efectos de una escisión dominada por las ambiciones y despropósitos.
Terminó convirtiéndose en una minúscula plataforma de negocios desde la cual se fraguan alianzas que aseguran su ya imperceptible supervivencia. Sus últimas convulsiones de muerte se reflejan en los 19,790 votos emitidos a su favor que representan 0.45% del total computado.
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) fue la segunda y última criatura política emergida de los sueños de Juan Bosch, uno de nuestros más grandes pensadores sociopolíticos en más de un siglo, sin mencionar sus reconocidas dotes literarias. Ya desfallecido por una terrible enfermedad, y tras algunos intentos malogrados de retornar a la presidencia de la República, el insigne profesor entregó el mando al Dr. Leonel Fernández, un joven estudioso y lector voraz conocido, orador consumado, políticamente prometedor y con la capacidad indiscutible de saber aquilatar el sentir y las aspiraciones de las masas de votantes.
Su primer mandato (1996-2000) ciertamente iluminó el cielo del mundo político dominicano y demostró entonces que la calidad de la conducción no está en la edad, sino en la sapiencia, la moral y las buenas intenciones. Pero su segundo mandato (2004-2008) marcó en realidad la decadencia moral del partido, aun reconociendo el mérito de la autoría de Fernández en la edificación de decisivas obras de infraestructura e introducción de reformas normativas clave para la consolidación de un Estado moderno.
En su tercer mandato (2008-2012) era evidente que el partido, al masificarse abruptamente, había sufrido una metamorfosis perniciosa, apuntalando nuevamente el clientelismo, el tráfico de influencias, el patronazgo y la corrupción administrativa. Fernández terminó siendo víctima principalmente, pero no exclusivamente, de las sutiles y soterradas campañas de descrédito público capitaneadas por su compañero de partido de toda la vida, Danilo Medina.
Cuando intentó retornar al poder en 2020, Danilo Medina, en soterrada complicidad con un grupo de militantes a los que Fernández sacó del anonimato político y ofreció la oportunidad de enriquecerse meteóricamente, ya tenía todos los hilos de la organización en sus manos. Manipulando aviesamente las primarias del partido de ese año, impuso su elegido, un sobreviviente de finales del cretácico político dominicano, el señor Gonzalo Castillo, quien terminó confundiendo en la campaña electoral metas con objetivos e indicadores con medios de verificación de resultados.
El abrupto declive del PLD inició en 2020 cuando su candidato presidencial obtuvo un millón y medio de votos o 37.5% del total. En las recién concluidas elecciones la bajada se acentuó de una manera espectacular al obtener 3.6 veces menos votos que en el año de la pandemia (10.4% contra 37.5%). Esta es, sin duda, la mayor obra política del flamante y afamado estratega de la política criolla, Danilo Medina.
El ocaso de estas organizaciones políticas oculta protagonismos y factores objetivamente actuantes en cualquier realidad política.