¿Cómo se relacionan la expulsión y el delirio en la vida misma de la ficción? Para Diógenes Nina, narrar significa depositar los demonios en la página y dialogar con ellos. El delirio de ver y representar el conflicto parte de la expulsión que expresa una realización un tanto diabólica intuida en la lectura y en el propiciamiento de fórmulas mágicas y literales que hacen pensar en la relación entre Cábala y Literatura. Se trata, a la vez, de un sentido que se integra en lo profundo a la diversidad de lo ideal y lo real.

Los Duendes de la casa de Martha Delpino (Ed. Búho, Santo Domingo, 1996), es un libro de resortes míticos y fantásticos, donde el temor y la incertidumbre anuncian un mundo que se diluye en la imaginación, en la página y la mirada poblada de entidades mágicas que establece su valor a partir de la noción de pesadilla, siendo así que esta última se pronuncia en el borde y la imaginación ficcional. El vórtice de sueños testimonia en la expulsión una dinámica fantasmal tramatizada en la esquizonarración con los personajes. Estos recomponen al mundo a partir de redes conflictivas que se dispersan en el espacio planetario, dislocando también el tiempo de la narración y el éxtasis de los personajes  tal y como se puede leer en Madelaine en su Laberinto y en Una dosis de luz para rescatar a Lenora.

Duendes

La definición del personaje está ligada a la expulsión y  rechazo que se observa en los movimientos del mismo. Personificar los actos de visión remite a determinados elementos de un programa narrativo que se explica en los siguientes términos y estructuras:

  • Punto de partida
  • Presentación
  • Actitud
  • Estado
  • Desenvolvimiento
  • Dinámica interna del personaje
  • Posición externa
  • Tematización de las acciones
  • Perplejidad
  • Evanescencia
  • Incertidumbre
  • Sucesión de acontecimientos
  • Trama narrativa
  • Evocación
  • Dispersión
  • Amenaza
  • Tribulación
  • No-adherencia a la realidad
  • Reversión especular
  • Destrucción del espacio
  • Pérdida del soporte mítico-real (demitificación)
  • Acentuación mítica (mitificación)
  • Ritmo progresivo de la trama argumentativa.

Como concepción del relato Diógenes Nina crea un segundo nivel en su programa narrativo, re-funcionalizando las estructuras dinámicas del primer nivel y en su segundo nivel metanarrativo, mediante las siguientes posibilidades:

  • Acentuación del tópico narrativo (elemento sustantivo).
  • Temporalidad ambigua (ruptura desde la subjetividad literaria).
  • Enunciación directa en la cardinal de relato ficcional.
  • Metaforización de la temática para fortalecer el enmarque narrativo.
  • Posición de los tematizadores del relato.
  • Cualificación de los niveles de progreso narrativo.
  • Desvanecimiento del sentido real.
  • Justificación de lo trágico a través del personaje.
  • Estado visionario en contexto crítico.
  • Organización de la trama en la dinámica de la esquizonarración.
  • Revelación progresiva del autor-personaje o actor-tipo en la ocurrencia.
  • Conducta reveladora de circunstancia.
  • Circunstante espacial.
  • Circunstante temporal.
  • Circunstante accional.

Este segundo predicado materializa los diversos canales que patentizan la temática del signo narrativo. Evocar los planos de una realidad que se niega a través de sus resortes supone un tratamiento riguroso que participa del nivel de las acciones lógicas de la narración. Particularizar los tramados del relato a través de la mirada del narrador crea las siguientes posibilidades:

  • Revelación de la magia en el relato
  • Movimiento del significante narrativo
  • Construcción del significante narrativo
  • Tematización de las acciones
  • Desposicionamiento del personaje-espacio
  • Estremecimiento del lector
  • Co-participación
  • Co-incidencia en los tramados narrativos
  • Vínculo formal entre sucesos, actores y situaciones.

Estas posibilidades crean el ajuste de los tramados narrativos, involucrando además, las voces de los personajes con las voces del lector. El registro narrativo se organiza en el soporte lingüístico-verbal para, desde el mensaje autorreferencial, objetivar la significación narrativa. (Ver, El estudio de Aliro Alvar, Caos, El comienzo y Psiquismo). La insistencia en este tipo de evocación marca el ritmo hacia un pandemónium que caracteriza las diversas acciones y los diversos tópicos temporales y espaciales de los cuentos señalados.

Como se puede advertir en todo el trazado, la forma de inscripción del personaje apunta a un despojo de la identidad del personaje y a un desmoronamiento de su construcción en el registro imaginario. (Ver, en este sentido, Nemencio y El Mengante). Los diversos hilos de la imaginación introducen los contenidos y las funciones que articulan, como parte del recorrido, el movimiento narrativo y la actuación de cada personaje.

Solicitar un reconocimiento posicional de los actuantes en el relato, implica también variadas solicitudes al lector, que es también, personaje-testigo en el conjunto narrativo. La noción de frontera narrativa se reconoce en una retórica particularizada del autor-personaje, pero, además, en el campo de visión que autoriza el sentido de progreso en la narración. Narrar, equivale a unificar los tramados temáticos haciendo posible un orden enunciativo de los hechos o conflictos existenciales.

En el caso de Diógenes Nina asistimos a la incorporación de elementos fantasmáticos en el campo de la narratividad, siendo así que el elemento dinámico participa de las acciones creando el reposicionamiento de los mecanismos que constituyen el “embrague” del relato. Los diversos conectores temático-estilísticos producen el efecto de adhesión dinámica al interior mismo del texto narrativo. La misión del narrador es la de organizar en base a un eje cardinal las estructuras y acontecimientos que hacen posible el relato.

Las metáforas y símbolos narrativos individualizan en el texto la función de los personajes; pero además, los ejes accionales que estructuran la narratividad. En atención a la línea de acción y perspectiva de la ficción observamos la insistencia de un plexo narrativo que dirige las diferentes articulaciones y maquinaciones del relato. En este sentido, los mensajes se reconocen en las huellas textuales que se establecen en la productividad misma y en la lectura formal.

En la cuentística de Diógenes Nina (El limbo de Felipe Guarao (1994) y en Los Duendes de la casa de Martha Delpino, (1996)), se especifica un tipo de narrar que testimonia el acontecimiento utilizando la llamada acción conjunta del relato. No se trata de reconocer como tal la sustancia, sino de crear o inferir los acontecimientos y la dinámica de los reticulados textuales en secuencias alteradas y utilizando el dialogismo como elemento transformativo. Los ejes de relatos se cualifican además en las pautas narrativas que podemos observar en el siguiente muestrario:

  • Después de embriagarse y sustituir los pinceles…
  • Pero no fueron los fatalistas conceptos de Jhon Martino que me convencieron…
  • Durante las mismas horas de tertulia…
  • Mi único recuerdo de aquella tarde… El Hallazgo
  • Fulgencio DioGracci se sentó en su escritorio…
  • Lo hacía todas las mañanas, antes de empezar a organizar…
  • La oficina estaba localizada en un antiquísimo edificio…
  • Su cubículo estaba en el quinto nivel…
  • El techo era de paneles rudimentarios…
  • Fulgencio DioGracci no caminaba por los corredores…
  • Terminada su labor, caminaba…
  • Vestía agradablemente…
  • Cuando lo conocí me impresionó su voz profunda y bien modulada…
  • Fulgencio DioGracci… acostumbraba escribir memorandos…
  • …Pero no quiero contaminar mis memorias… con sus preocupaciones científicas
  • Nadie sabe con certeza qué le ocurrió a Fulgencio DioGracci…

En Los cubículos de Fulgencio DioGracci, las pautas narrativas sostienen la continuidad del relato y se unen con las voces narrativas que articulan el marco estructural del texto. El procedimiento de pautar acontecimientos crea un sostenido en este libro que se advierte no solamente en los relatos mencionados, sino en los subsiguientes. En La descabellada misión de Toribio Reina se observan las siguientes pautas:

  • Fuertes vientos amenazaban con barrer las sombras…
  • Destellos multicolores, quizás remotos seres remanentes…
  • Dejó de llover tan súbitamente como había empezado.
  • El automóvil avanzaba con pereza.
  • Fue cuando Toribio Reina reconstruyó su odisea.
  • No los contó, pero fueron muchos los que abordaron…
  • Se restregó los ojos. Entonces vio escombros…
  • Se aterrorizó al ver cómo devolvían al mar las pruebas de su festín…
  • Soñó el devenir en el paraíso…
  • A pesar de sus valiosas posesiones dentro y fuera de la tórrida isla…
  • Cuando recorría las calles sembradas de casinos y prostíbulos…

Las pautas narrativas se comprenden en el marco de la sustancia acentuada como impulso en toda la dinámica del texto, visto como un pretexto y un conjunto de enlaces o activadores formales al interior de la estructura narrativa. Pues, para Diógenes Nina el canon de la narración parte de módulos preestablecidos que tienen su ejemplo en la historia de la prosa hispanoamericana. Los modelos y raíces se estructuran mediante la unidad del acontecimiento y dramatizan en el espacio de lo imaginario la significación mítica y los bordes que sitúan las principales jerarquías narrativas.

La perspectiva ficcional de Diógenes Nina adoptada en Los Duendes de la casa de Martha Delpino adquiere su valor en los diversos modos de ver del narrador y en la familia de narradores y narratarios que pronuncian el cuento como unidad, personaje, escenario y objetivo. Una función de la secuencia narrativa intuida y presentada como la relación  soporte-clave hace posible y visible el marco de referencia, mediante el cual se acentúan los contenidos narrativos.

En los últimos diez años un nuevo afán por lo narrativo se ha acentuado en el escritor latinoamericano, de tal manera que poetas, cronistas, ensayistas y novelistas pretenden enmarcar su concepción del mundo en el plano de los mundos posibles de la narración. Algunos autores de distintas generaciones pretenden manipular no sólo realidades, sino, escrituras y textos que activan su significación mediante otros textos. Narrar para estos escritores nuevos y novísimos significa interiorizar relatos a través de sorprendentes acciones y vivenciales.

Comprender la situación de esta nueva narrativa latinoamericana significa reconocer también los mundos particulares de la ficción y entender que cada espacio-tiempo narrativo apunta a la trascendencia misma del tema. De ahí que la historia-relato cree sus propias transformaciones en el ámbito de un imaginario fantástico.

En el caso de Diógenes Nina, asistimos a diversas claves de los mundos de ficción tal como lo muestra la nueva narrativa dominicana y latinoamericana. Así, Los Duendes de la casa de Martha Delpino testimonia una nueva manera de relatar y de situar el mundo, la existencia, las claves del retorno, la ficción vital y la soledad del sujeto en sus respectivos mundos narrativos. Con la publicación de este libro, Diógenes Nina inicia la travesía de los desencuentros posibles mediante la fabulación permanente.