Trazos del pensar
La estética de la mirada como dominio del ver y revelar
Se ha creído que el lugar es un concepto geográfico. El lugar y los lugares se explican desde sus marcas inmanentes o trascendentes, pues todo lugar es lugar de algo y remite a una caracterización de un mundo objetivo o subjetivo.
La estética de la mirada es el principal modo reflexivo y práctico de concebir valores a través del arte (lo bello, lo feo, lo siniestro, lo aterrador, lo material, lo espiritual, lo sublime, lo monstruoso, lo fascinante). Esta condición del sentipensar de la mirada ayuda a percibir y comprender las diversas formas del arte y la artisticidad. El mismo arte verbal de los poetas clásicos, modernos o hipermodernos, se hace legible a través de la mirada.
¿Qué significa mirar desde la estética, la diversidad artística y la búsqueda de sentido a través del arte? Significa reconocer, interpretar y entender a profundidad el objeto exterior, sensible y comunicativo, desde la penetrante mirada que capta el objeto en sus cualidades; lo que da lugar a una acción perceptora y subjetiva en el proceso de interpretación, captación y comprensión de la obra de arte.
En efecto, el mundo es un gran museo que exhibe las “cosas” sensibles ante los ojos de un gran espectador que es “el Dios omnisciente” y escondido junto con todas las criaturas humanas. La idea proviene de Plotino en su libro “Las Enéadas”, o Las seis Enéadas donde se piensa la arquitectura de los objetos, cuerpos y procesos que capta el ojo humano y el placer estético-filosófico.
Toda visión sensible del mundo exterior pasa por el tamiz de la mirada. El ojo reconocedor de las formas icónicas y verbales del cosmos, según el neoplatonismo y los textos sibilinos, marcan el imaginario del arte en creación y efecto.
Es precisamente Aristóteles quien define y explica el cosmos como una unidad de lo diverso, donde todas las entidades pueden ser captadas por la visión. El concepto de equilibrio, ritmo, deformidad, forma, desequilibrio y otros elementos y conceptos que marcan oposiciones lógicas en el “relato” de la naturaleza. Y es así como el mundo adquiere valor sensible y perceptivo. (Ver, Jacques Le Goff: El orden de la memoria, 1991).
Las categorías iconográficas y verbales constituyen niveles formales de creación; lo que quiere decir que el mundo cobra su unidad entre el caos y el orden; principio este que encontramos en los escritos naturalistas de la modernidad y la transmodernidad. Se trata de un enmarque poético de la biología, la geología y la cosmología neo-aristotélicas, donde podemos advertir una lectura de los elementos, pero también, de las entidades o seres que conforman sus valores y formas naturales, artísticas y culturales.
De ahí que el sentido de la visión estética no pierda las cualidades del “objeto de mundo”, toda vez que ese objeto es una Potencia que puede generar, y que por lo mismo se hace legible como Acto,como forma instruccional del sujeto. En este sentido, la mirada absorbe el mundo, pero también su significación, tal y como se concibe en el mundo platónico, en el signo o mundo abierto de pintores, escultores, fotógrafos, arquitectos y en toda la tradición de la poética visionaria, la cosmología moderna y altomoderna.
Lo que la mirada genera, es precisamente el significado visual de las formas del mundo creadas por gran parte de los artistas contemporáneos, ya que entre objeto y sujeto existe una relación de necesidad, lenguaje, verdad y significación.
Es en la poética moderna y posmoderna donde veremos cómo la mirada se reproduce en el sujeto, la sociedad y la naturaleza. Lo que indica un recorrido ideal y formal del contenido del mundo-texto verbal o visual; toda la materia y los actos del sujeto suponen un proceso que se expresa entre mente, creación y entidad; pues el mundo que se capta en los escritos sobre la naturaleza se hace visible en el drama que podemos observar en la poesía, la novela y la dramaturgia moderna y tardomoderna.
Para la poética de la mirada el mundo es una creación significante que se hace legible, sensible y perceptible desde el momento en que se conoce y reconoce el significado en las “cosas” que capta el saber humano. Es por eso que entre lo captado por la mirada existen mediaciones, intenciones y diversas intuiciones del sujeto del saber.
En efecto, el lugar es una categoría estéticamente dura, flexible y blanda, real e imaginaria, funcional, estática y dinámica. El lugar se constituye como espacio, extensión, fuerza real e imaginaria. De ahí que exista una estética y una poética del lugar. (Ver, Josep Muntañola: La arquitectura como lugar, 1974)
Se ha creído que el lugar es un concepto geográfico. El lugar y los lugares se explican desde sus marcas inmanentes o trascendentes, pues todo lugar es lugar de algo y remite a una caracterización de un mundo objetivo o subjetivo. La poética del lugar comunica los estados de quien mira y fija su mirada en un punto sensible de reconocimiento visual y direccional.
Lo mirado en el lugar se expresa mediante un orden real e imaginario; objetivo y subjetivo.
Según el teórico y arquitecto catalán Josep Muntañola: “El lugar es algo que acompaña al hombre; sobre esto todos estamos de acuerdo. En cambio, sobre la definición de la estructura del lugar existe una infinidad de teorías opuestas ente ellas, ya desde el lejano mundo cultural griego”. (Ver, La arquitectura como lugar, (1974, pág. 13).
Más adelante nos explica Muntañola lo siguiente:
“Si como indica Aristóteles e insiste Hegel, el lugar es siempre el lugar de algo o de alguien, lo que me interesaba poner de manifiesto son las interrelaciones entre este algo o alguien que habita el lugar y el lugar en sí. Además, la capacidad de construirse el lugar desde el lugar mismo es privativa del hombre… Hasta hoy, el animal ha podido representar a sus congéneres al igual que un niño de tres años dibuja a un hombre con ojos, manos, piernas y pelo. Si solamente el hombre llega a esta coordinación entre el cerebro, las manos y los ojos será por que ha de ser muy importante para la humanidad en su conjunto”. (Vid. Op. cit.)
Todo lo dicho implica un estado, un fenómeno una idea estética donde surge un mundo sensible artístico, general, o singular a partir de una mirada poético-visual. Se trata de una confluencia de significados que hemos percibido en muchos contextos de la historia del arte.
A través de categorías espaciales y temporales podemos sentir y percibir los ritmos estéticos del espacio-tiempo, de la imagen o imágenes de un lugar convertido en paisaje, geografía real o imaginaria, en conocimiento, territorio, memoria material, formal, poética y antropológica. Lo que significa un marco de recorridos estéticos o espaciales del lugar como memoria de creación.
El concepto de lugar denota y connota no pocas cosas. En el concepto de producción artística, los lugares, especies temporales y espaciales revelan y hacen ver un contenido cultural, imaginario, artístico y social. De ahí su significación en el contexto de la estética contemporánea
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