(Publicado originalmente el 16 de febrero de 1987 *, en la columna Circular del Listín Diario)
Hoy (*) se cumplen 14 años de la muerte del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, caído en las montañas de Ocoa, luego del desembarco de Playa Caracoles.
No vale la pena profundizar en las circunstancias de la muerte del coronel de Abril. En definitiva, obedeció a órdenes impartidas en inglés, bajo un régimen hijo de la intervención norteamericana, contra la cual precisamente se levantó Caamaño.
Fue en ese 1965 que el mundo entero se enteró de quién era el Coronel Caamaño. Fue en ese 1965 que todo el mundo vivió lo que ignoraba el embajador norteamericano en este país: la dignidad de los dominicanos.
Aquella conversación entre Caamaño y el arrogante embajador John Crimming reveló un patriotismo desconocido por el diplomático, cuyas manifestaciones habrían de verse en los días siguientes a través de los enfrentamientos de los constitucionalistas con las interventoras tropas norteamericanas.
Justo en esos momentos crecía como prócer Francisco Caamaño. Sin pensarlo dos veces, él supo recoger el sentimiento de resistencia al Triunvirato que había esparcido el inmortal coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez. Vale recordar que ese triunvirato fue fruto del golpe de Estado fraguado por la embajada norteamericana contra el gobierno de Juan Bosch.
Las páginas de gloria escritas por los dominicanos frente a la invasión de 42 mil marines tienen el mismo relieve de las más heroicas gestas de nuestra historia. La comparación no admite dudas. Eso hizo grande a Caamaño. Porque ése coronel sintetizó la rebeldía. Sintetizó la gallardía. Sintetizó el heroísmo de un pueblo que prefiere que se hunda la isla antes de deponer su voluntad de independencia del poder extranjero como lo trazara Duarte.
Hoy, 14 años después de la muerte de Caamaño, toda la mugre sigue intacta. Como inmutables siguen las coordenadas que condenan a la gran mayoría del pueblo dominicano a debatirse en la miseria.
Ese cuadro social sólo es posible cambiar con la conversión en realidad de los ideales levantados por los héroes de Junio. Minerva Mirabal, Manolo Tavárez, quienes fueron precisamente por los que murió Caamaño. De ahí la presencia del coronel en la memoria de los dominicanos.
Por eso, con el paso de los años, sigue subiendo la estatura de Caamaño.