No creo exagero al afirmar que vivimos en un periodo histórico ominosamente peligroso para la supervivencia de nuestra especie. Tiempos en donde asistimos un entorno global muy complejo, lleno de contradicciones, incertidumbre que para muchos pudiesen inclusive catalogarlo de lo normal, usual en el entorno de los asuntos internacionales. De hecho, la complejidad de los diversos problemas que enfrentamos como especie se nos presentan con una celeridad que en muchas ocasiones socavan nuestra capacidad de análisis y hasta disección para una comprensión holística de los mismos.

La catástrofe ambiental a nivel global, la amenaza de guerras, hambrunas, genocidio en tiempo real que asistimos día a día en nuestros televisores, niveles de pobreza y desigualdad nunca experimentados en nuestra historia, y el resquebrajamiento del orden democrático que ha dado paso a una oleada de autoritarismo son parte del largo rosario de males que hoy día enfrentamos como especie.

Con la pandemia de la COVID-19, nos dimos cuenta de la secuela de males causados por las políticas de corte neoliberal, que nos revelaron el alto costo social generado con  la retracción del estado, el desmantelamiento de los sistemas de salud pública y sanitarios, la devastación ambiental, limitaciones financieras de los distintos gobiernos al hacer frente a una crisis sin precedentes como la causada por la pandemia, la precarización laboral y creciente perdida de beneficios y otras preventas por los trabajadores en estas últimas décadas en aquellos países alrededor del orbe fueron sometidos al canon neoliberal.

De ahí que no es casual que nos sorprendamos con el reciente reporte de Oxfam International en su análisis sobre la desigualdad mundial que fuese publicado para coincidir con el Foro Económico Mundial de Davos que se lleva a cabo en Davos, Suiza. En un reporte incisivo titulado “La Supervivencia del más pudiente” la institución inglesa documenta como la riqueza se ha venido concentrando en las manos de un reducido grupo que hoy constituyen la oligarquía financiera y empresarial global.

En su incisiva panorámica, documentan que: “Decenas de millones de personas sufren hambre. Cientos de millones más afrontan aumentos imposibles en el costo de los bienes básicos o en la calefacción de sus hogares. El descalabro climático está agobiando las economías y atestiguando cómo las sequías, los ciclones y las inundaciones desplazan a las personas de sus hogares. Millones siguen lidiando con el impacto continuo de la COVID-19, que ya se ha cobrado más de 20 millones de personas. La pobreza ha aumentado por primera vez en 25 años.”

El reporte también nos dice que el mundo pudiese tener su primer billonario en dólares en menos de una década, pero que para lograr erradicar la pobreza se necesitaran 200 años. Amitabh Behar, director ejecutivo interino de OXFAM deploro que dicha persona acumularía uno de cada 630 dólares de riqueza en el mundo y además tendría el mismo valor de una potencia petrolera como Arabia Saudita.

El escrito también estimo que la brecha social imperante hoy se amplio vertiginosamente desde la aparición de la epidemia del coronavirus ya que hubo un crecimiento espectacular de fortunas privadas al mismo tiempo que el mundo experimento el empobrecimiento de alrededor de 5 mil millones de personas.

Destaca el análisis, que las fortunas del quinteto de los hombres mas ricos del mundo a raíz del surgimiento y expansión global de COVID fueron la del director general de Tesla, Elon Musk; la de Bernard Arnault y su familia, de la compañía de lujos LVMH; la de Jeff Bezos (Amazon); Larry Ellison (Oracle) y la de inversionistas como Warren Buffett que aumentaron sus teneres en un 114 por ciento en términos reales desde el 2020. En el caso de Elon Musk, su fortuna asciende a unos poco menos de 250 mil millones de dólares según la revista Forbes.

Estamos hablando que, en el 2010, el hombre mas rico tenia una fortuna de 53 mmdd, y los 5 mas ricos sumaban 211 mmdd. Hoy en cambio la fortuna personal de Musk es de 251 mmdd y junto a las 4 siguientes ascienden a 879 mmdd que, ajustado a la inflación de hoy, ello indica que en los pasados 15 años; se triplico la cantidad de dinero en estas pocas manos, escandalosa desigualdad que muy bien explica por qué no resulta difícil ver como a la vuelta de una década contaremos con un billonario.

De lo dicho podemos concluir que simplemente es una falacia de mal gusto el dictum neoliberal pregonado que afirma que el crecimiento de la economía ha de traducirse en una significativa reducción de la pobreza y por ende el mercado ha de dejarse libre para actuar.  Todo lo contrario, lo que ahora asistimos en tiempo real es que la idea de un mercado libre es simple y llanamente una quimera vaporosa alimentada por la cúpula empresarial y la clase política que le sirve de relacionador publico a fin de mantener inerme a la población a expensas de una plutocracia financiera y empresarial ajena y distante de las necesidades de las grandes mayorías.

La segunda dolorosa lección que hoy aprendemos de este informe es que el enriquecimiento no se produce como sostienen los economistas ortodoxos, como resultado de la innovación y la optimización de los procesos como gustan de publicar en los journals, revistas especializadas y en sus intervenciones en los medios. Esta en cambio se produce por el expolio. De hecho, el mismo FMI y el Banco Central Europeo ya han reconocido que durante la crisis del coronavirus, las grandes empresas en diversos sectores aumentaron inescrupulosamente los precios de sus mercancías para de este modo incrementar sus márgenes de ganancias, situación que contribuyo y todavía sigue impactando el disparo en el costo de la vida a nivel internacional.  Mientras estas empresas de dedicaron a encarecer los productos y servicios, con su poder monopólico forzaron la disminución salarial en términos reales en todos los países.

De hecho, la Research School of International Taxation  (RSIT)  (Escuela de Investigación de Impuestos  Internacionales) también indico que en dicho periodo, cuando arremetió la peste, los gobiernos de 142 países disminuyeron los impuestos de las grandes corporaciones, al tiempo que aumentaron los mismos al valor agregado (IVA) y a los impuestos al consumidor afectando negativamente las finanzas de los trabajadores en todo el mundo.

Si bien es cierto que toda empresa mercantil está guiada por su afán de lucro (al que no nos oponemos) hoy resulta necesario preguntarnos como sociedad si es moral, factible y ético hacerlo de manera voraz y en medio de un mundo que todavía no se recupera de la secuela dejada por una de las catástrofes mas letales de toda la historia del pasado siglo hasta hoy.  Es ético y moral permitir a un sistema que simple y llanamente actúe como una grotesca máquina de succión de riquezas e ingresos desde abajo hacia los de arriba. ¿Podremos seguir como especie subsistiendo sin enfrentar esta y las demás crisis existenciales que hoy padecemos manteniendo intacto este orden neoliberal de organización social causante de esta escandalosa desigualdad a la que nos hemos referido?