José Ortega y Gasset, en La rebelión de las masas, advierte que lo que mayormente define a una época de la humanidad es lo que llama el régimen atencional de la época, es decir, en lo que se enfoca la mayoría, es lo que caracteriza cualquier interregno de la historia de la humanidad. Lo citamos porque mucha gente no se está dando cuenta de la catástrofe del ecosistema que estamos construyendo como sociedad, con la invasión uy uso masivo de productos plásticos.  

La vida contemporánea se caracteriza por los temores de la guerra y las pandemias o epidemias. Sin embargo, la biosfera, ese todo armónico en el que interactúan los seres vivos, la vida creada en sus múltiples manifestaciones y formas está siendo agredida sistemáticamente por la especie humana, en cuanto a la producción imparable de basura y desechos, y su mala o ninguna gestión inteligente y reciclaje.  

La historia de la humanidad ha sido dividida en edades o eras, hielo, piedra, metales, etcétera, pero ahora vivimos en lo que podemos llamar como la edad o la era del plástico. Este material creado en laboratorio, se ha hecho omnipresente en el mundo actual, madera, vasos, botellas, enseres en general, teclados, partes de vehículos,  bolígrafos, jeringas, fibras de vestir y una interminable lista de objetos que rodean al hombre de la actualidad, los transportamos, los usamos cada vez más y, por ello, se ha originado una amenaza terrible para el medio ambiente y la conservación de una biosfera sana y sostenible, debido al lanzamiento irresponsable de basura plástica no reciclable, que inunda el medio ambiente y los mares y cuencas de los ríos.  

En años recientes, visto en términos históricos, la sociedad global se ha llenado de plásticos y sus derivados, en un pro eso que comenzó a partir de la pos segunda guerra mundial, por lo que estamos viviendo, tal vez sin darnos cuenta o sin una conciencia clara del peligro, sumergidos en un mundo de plástico, había iniciado, por aquellos años lo que podríamos llamar la revolución del plástico y, como todas las revoluciones, tuvo sus antecedentes que la originan y condicionan.  

Wallace Carothers, quien trabajaba para la DuPont Chemicals company, en 1935, analizo en laboratorio la fibra natural del algodón, encontrando compuestos del benceno que producían un ácido y una amina, sintetizo entonces la nueva fibra encontrada fruto de sus investigaciones y fue llamada Nylon, en 1938. En realidad, no solo la Dupont estaba investigando para producir nuevas fibras sustitutas del algodón y el lino, porque resultaban mucho más caras, además de la exportación y los problemas de la cadena de suministros.  

Luego llegaron otras fibras primas o relacionadas en su composición y diseño con el Nylon, por ejemplo, el polietileno, polyester, banlon, orlón creslon, poliuretano y otras más, todas sintéticas y llamadas a sustituir las fibras naturales. Actualmente en China, mientras la India y Bangladesh trabajan mucho el algodón y otras telas, está exportando al mundo ropa plástica, que casi no se ensucia, no se arruga y son fuertes, resistentes y a bajo costo. El plástico, con sus derivados, ha logrado invadir la vida contemporánea como ningún otro material en la historia de la humanidad.  

El polyester, por ejemplo, que se conoce desde alrededor de 1830, se produce tomando como base a derivados del petróleo. En los años 60 del siglo pasado esa tela hizo furor en la juventud, extrañamente junto al denim de los pantalones vaquero, que son de algodón, considerada la fibra natural por excelencia.  

Es muy extraño que en un vehículo de los años previos a los 70 se encuentre partes plásticas, ahora es lo contrario, partes tan importantes como las defensas o bumpers y manubrios de puerta, son de plástico, muchas veces tratado para añadirle cromado. Ahora, de unos años a esta parte, abundan las piezas de plásticos en prácticamente todas las marcas de vehículos.  

Uno de los más grandes problemas de las ciudades es que hacer con su basura. Para quien escribe dos indicadores del desarrollo de cualquier país, es cómo gestionan la basura que producen, y la otra, como se conduce el tránsito vehicular. Esos dos indicadores, nos revelan, rápidamente, como anda esa sociedad, cuál es su nivel de desarrollo y su estado de civismo y gobernanza.  

Costa Rica es un país modelo de gestión de desechos y reciclaje. Los ciudadanos han sido implicados, por medios educativos y compulsivos, en los programas del gobierno central y de las municipalidades, para la conservación del medio ambiente y el manejo inteligente de los desechos sólidos. No se ve una basura en la calle, ni un plato o vaso foam, que lamentablemente deambulan por nuestras calles y son ya aceptados, como parte del paisaje urbano y rural. Los gobiernos históricamente en la República Dominicana, no se han preocupado por establecer campanas de conciencia ciudadana y de compromiso social con el medio ambiente, el reciclaje y el manejo de desechos. Los ayuntamientos tampoco parecen darse por enterados del desastre ecológico.  

En la capital dominicana, hasta los años 70 y 80 tempranos, se disfrutaba de la playa de Güibia, por ejemplo. Ya nadie se atreve a bañarse en ellas por el alto riesgo de contaminación, gracias a que hay industrias y complejos residenciales, propiedad de gente poderosa, que descargan literalmente, sus desechos en el mar y en el Rio Ozama, sin ninguna contemplación ni mucho menos sanción por parte del estado y sus instituciones.  

Es raro ver zafacones organizados para el reciclaje provistos por el gobierno o los ayuntamientos, además de que las empresas tampoco se preocupan, o son obligadas, a reciclar la gran cantidad de basura y materiales que generan, que es llevada, sin discriminación, a los vertederos de Duquesa, por ejemplo, donde los buzos, que es el nombre que se les ha dado a quienes viven y trabajan en los grandes vertederos, se encargan de recoger y separar los distintos materiales, para venderlos a metaleras y compañías que compran los desechos y materiales plásticos y vidrio. Falta entonces la voluntad política y el compromiso ciudadano, para que todo esto cambie realmente.