En realidad, no pretendo comentar mucho sobre esta fiesta cristiana, porque el solo hecho de mencionarla hace que me “quille”, como dicen los jóvenes cuando sienten molestia o rabia por algo.

Según la tradición, los Santos Reyes Magos visitan las casas en la madrugada del seis de enero de cada niño que durante el año se portó bien, vienen a traerle regalos, emulando la adoración del Niño Jesús en que le llevaron presentes: oro, incienso y mirra.

No sé de quién fue la idea de legislar para el cambio de día de algunas fechas, moviéndolas hacia el lunes o viernes más próximo, pero ha sido un concepto algo arbitrario, porque algunas, patrias o religiosas, permanecen el día en que realmente se celebran.

Los pobres Reyes Magos no fueron beneficiados con esa coyuntura, no les salió premiado su billete y nuestro pueblo tan ignorante ha creído que los reyes ponen el día que al gobierno de turno se le antoje, según dispusieron quién sabe quién.

Hace muchos años y no tantos, antes de esta horrible idea, cada mañana y desde la madrugada, se escuchaban pitos, bicicletas, patines, hasta pistolas de aquellos en que la violencia no es problema.  En el día de hoy hay que ver cuándo vienen los reyes, según la creencia de los que no saben lo que es tradición y cuando al gobierno le dé la gana.

Lo que más me llama la atención es que en las últimas prédicas los sacerdotes han estado clamando porque no nos dejemos llevar por los que quieren borrar las creencias y tradiciones, alegando que en Europa ya no se habla de las Navidades, sino de las fiestas, pretendiendo borrar el verdadero sentido del Nacimiento de Jesús, pero ¿cómo se han hecho de oídos sordos y no han tratado de que la fiesta de la Adoración de los Reyes permanezca inamovible?

Doble moral…

Sinceramente, prefiero que borren esta fecha como festiva de la iglesia y que dejen que el día que ponen los Reyes Magos sea el cinco de enero y que el día seis nuestros niños tengan la algarabía que caracteriza a esa edad al descubrir los regalos que debajo del árbol de navidad o a un lado de su cama e incluso debajo, busquen llevados por la inocencia y la magia y que ese momento imborrable sea parte de sus recuerdos, en su adultez.

Todavía en mi casa los Reyes Magos nos visitan durante la madrugada. Al venir los hijos y nietos encuentran bajo el árbol regalos que les llenan de ilusión.

No matemos la inocencia, no inventemos fechas que lo que han hecho es confundir a los pobres e ignorantes que dicen que no tienen que ir a las tiendas porque los reyes vienen el lunes.