La educación, como práctica y reflexión, es liberadora de espíritus humanos y de pueblos.
Busca, o debe buscar la libertad, entendida esta como conocimiento de las causas de los problemas y fenómenos que afectan a las personas; y por ende, crear conciencia, conocimiento y destrezas para superarlos.
Vista así, la educación procura, o debe procurar, establecer el por qué de los fenómenos y realidades, y crear las condiciones para superarlos o ponerlos en beneficio de las colectividades humanas. Es esta la filosofía con la que asumimos la educación.
De ahí ha partido nuestro interés como maestra, dirigente de ADP, como militante político, y candidata presidencial en este momento, de convertir en demanda pública una serie de asuntos relacionados con la necesaria reforma educativa que debe ocurrir en el país.
Lograr una reforma a la educación que propenda a sustentar el desarrollo social, científico y tecnológico, el crecimiento de las fuerzas productivas nacionales; a fomentar principios éticos y los valores de la educación laica y humanista.
Y en ese sentido hacer corresponder la oferta curricular, las estrategias metodológicas y los recursos didácticos a emplear con la realidad en la que se involucrarán los participantes en el proceso educativo.
Y en procura de la integralidad del proceso, recuperar la filosofía, incorporar las artes, impulsar verdaderos programas de educación física; entendida como deporte y como una estrategia que educa para la alimentación, la higiene, la salud, para el juego con sentido pedagógico y que, además, fomente los valores democráticos.
Que promueva la masificación de la práctica del deporte, teniendo como base el sistema educativo, desde la educación primaria hasta la secundaria; bajo la orientación de que esta es una vía de la socialización de las personas y de las y los jóvenes en especial.
En esa orientación, la educación formal sería un factor esencial de liberación humana, porque haría libre de estigmas y prejuicios a las personas; y los convertiría en seres críticos, conscientes de su realidad, con las condiciones fundamentales para crecer en sí mismos y aportar al bienestar general y colectivo.
El pueblo y país estarían en mejores condiciones de realizar su derecho a la autodeterminación, y construir soberanía popular y democrática, sustento de su soberanía nacional.