Calle decorada de navidad domicanizada.

La navidad es una festividad cristiana, para conmemorar el nacimiento de Jesús. Es el resultado de investigaciones y discusiones por años, porque no se sabía a ciencia cierta la fecha exacta del nacimiento del niño Jesús por la existencia de diversos calendarios.  Aún en la iglesia católica no se ponían de acuerdo de este acontecimiento hasta que San Cirilo planteo que la fecha más adecuada era el 25 de diciembre, propuesta acogida, aprobada y proclamada por el papa Julio I.

La integración de la iglesia católica al Poder con la llegada de Constantino, hizo que esta se convirtiera en la instancia que determinaba las actividades de una sociedad llenas de mitos y tradiciones, definidas por la iglesia como “paganas”, diabólicas, que había que eliminar, que tenían que ser sustituidas.  Por ejemplo, la adoración del sol, en festividades en honor a la diosa Mirtha, debía ser sustituida por Jesucristo el “nuevo sol”, cosa que se festejaría el primer día del año a la llegada del nuevo año.

Originalmente la navidad se celebraba en varios países europeos con la creación de belenes (“nacimientos”) que había sido creado San Francisco en el poblado de Asís, en el 1200, reproducidos en las iglesias, presentación en vivo de villancicos y culminaba el 24 con la celebración de la “misa del Gallo”.

La celebración de la navidad se convirtió también en una festividad de integración familiar, con guirnaldas en las puertas para no dejar entrar las energías negativas, llamadas en esa época de “energías diabólicas”.  Se coloca un árbol de navidad con adornos y con regalos que se entregan al otro día 25 a los niños para celebrar el nacimiento del Niño Jesús.

Esta celebración cristiana de la navidad se propagó de Roma a varios países europeos.  En la isla de Santo Domingo, los habitantes originales no conocían esta festividad, ni a Jesucristo, ni a la Virgen María ni al cristianismo.   Todo esto llegó con los españoles y la construcción del fuerte de la navidad se convirtió en la primera mención de la navidad en las nuevas tierras “descubiertas”, las cuales existían y estaban habitada hace unos 5,300 años antes de que ellos llegaran.

En el proceso de colonización en la ciudad de Santo Domingo prevalecía este modelo y en los poblados y villas que se iban construyendo.  Pero la primera intervención norteamericana (1916-24) transformó la celebración de la navidad en los contextos urbanos.   Traen como atracción significativa dominantes la figura de “Santiclo”, las tarjetas de navidad, los fuegos artificiales, los árboles de navidad y suman en la gastronomía el pavo, las peras, las uvas, las manzanas, el wiski, las gomitas, dulces de navidad y los Santos Reyes con la venta de sus regalos.  ¡La navidad quedó secuestrada y comercializada!

Los precios prohibitivos para los sectores populares para adquirir todo eso incentivaron su capacidad creadora para buscar sus propias expresiones navideñas en un proceso de dominicanización secularizado cada vez mayor. La cena de navidad se tornó obligatoria para los miembros de la familia creando una gastronomía particular, donde el “cerdo en puya” se tornó símbolo popular, acompañados de las  teleras, los lerenes, pan de fruta, monicongos, pasteles en hoja, en la ciudad de Santo Domingo pavos, (Con la primera intervención norteamericana), arroz navideño, ensalada rusa, aguacate,  acompañados de ron, vino tinto, anís, ponche casero y como adorno “los charamicos” en sustitución de árboles de navidad importados y comercializados.

Celebración al fin, musicalmente se crearon los “aguinaldos”, mezcla lirica con simbolizaciones religiosas y profanas, reforzadas por el aguinaldo gubernamental y   privado del “doble sueldo” y en las oficinas “los angelitos”.  Se democratiza el barrio con parrandas colectivas en base a ron, anís y jengibre en las madrugadas, cosa hoy del pasado.

Los detalles de la celebración no eran homogéneos, sino diversos con identidades locales-regionales, acorde con la evolución social y contenidos étnico-culturales, incluso religioso con la “misa del gallo”, la permisión donde los niños se tornan hombres al emborracharse sin ser reprimidos y donde los fuegos artificiales son obligatorios.

La navidad se torna una catarsis social de integración, solidaridad,  perdón, amor, nostalgias y alegrías.  Es una época donde pedir el “aguinaldo” no es una vergüenza y el dar es una gratificación  personal.   Las particularidades de sus celebraciones son interesantes, de las cuales quedan nostalgias y tenues celebraciones. En Samaná, Sánchez y Sabana de la Mar, se celebraban “la parranda de los pollos”, cuando en grupos de personas en las madrugadas escogían un Rey y una Reina y con varias guitarras, salían a tocar, beber y gozar por las calles de estos pueblos.

Las noches se hacían profanas cuando por las calles de San Pedro de Macorís salían tocando por sus calles los Guloyas con un pueblo enardecido, alegre y feliz, bebiendo Guababery.

En algunos pueblos de la región Sur, al entrar la madrugada, salían grupos de personas con un  perico-ripiao a pedir aguinaldos, donde a las personas conocidas se les pedía “el aguinaldo” con dos merengue, las cuales donaban ron o dinero en efectivo.  Algunos tenían preparado la mesa del comedor con bebidas y delicadezas para comer y compartir con los participantes.

Hoy, los barrios  populares se han apropiado de la decoración de su navidad.  Un ejemplo, es Santiago de los Caballeros con simbolizaciones criolladas que le dan una identidad dominicana.

La navidad era una “locura” sana, de integración y alegría, que dejaba como nostalgia un año de sobrevivencia y sublimizaba el tránsito de uno nuevo que comenzaría dentro de unos días y que nadie esperaba que fuera igual o peor que el que estaba a punto de desparecer, sino todo lo contrario, enarbolando las bandera de los sueños y de las esperanzas.

A pesar de los cambios sociales, hoy la navidad es más secular, mantiene las nostalgias religiosas, como catarsis, es más necesaria que nunca para sobrevivir, integrar, perdonar y amar, en un ambiente de falsas ilusiones, se torna más apremiante retomar sus esencias originales, con bombillos de colores que expliciten sueños, nostalgias y esperanzas de una sociedad mejor…