La navidad tiene sus antecedentes en occidente. Toda historia antigua de Grecia y de Roma esta liga a la relación estrecha de sus habitantes y lo sobrenatural, donde los dioses incidían profundamente sobre la conducta de sus habitantes. Para comprenderlo hay que analizar, además, el modelo de sociedad existente y sus culturas, llenas de símbolos y contenidos espirituales diversos. Ejemplo, son las celebraciones de las saturnales, manifestaciones y expresiones bajo la protección y en honor del Dios Saturno: Era una festividad colectica, una catarsis social, con banquetes, bailes, música y bebidas, donde incluso se intercambian juguetes, durando tres días de festividades.
Al llegar el Emperador Constantino al poder en Roma oficializó a la religión católica como la religión del Estado, pasando esta iglesia a imponerse como la única verdadera, en base a la eliminación de todas las manifestaciones que entendían que eran paganas y las que no podían lograrlo tratan de “cristianizarlas”. Para racionalizar todo el caos existente porque había un calendario lleno de celebraciones paganas, la iglesia católica impuso el calendario judeo-gregoriano, el cual fue oficializado por el Papá Gregorio XIII, en el que fueron eliminadas numerosas celebraciones como el culto al sol, dedicada a la diosa Mirtha o “cristianizadas”, como ocurrió con la fiesta de las cosechas que terminaron incluidas como festividades de carnaval.
No existía documentación ni posibilidades testimoniales por los años transcurridos de la verdadera fecha del nacimiento de Jesús al confesional el nuevo calendario, en ese proceso de “cristianización”, San Cirilo propuso que fuera el 25 de diciembre el nacimiento de Jesús (que había sucedido en otra fecha), por ser la nueva luz, el nuevo sol y porque el 24 de diciembre coincidía con el solsticio de invierno que era la noche más larga del año y duraban más la diversiones y entretenimientos.
El nacimiento del niño-Dios transformó las celebraciones cristianas del año. Se convirtió en una época muy especial, particular, de un contenido colectivo religioso y familiar. En las iglesias católicas, se entonaban alabanzas al niño-Jesús conocidas como villancicos, en un momento dado, además, adornaban con belenes o reproducción de “nacimientos”, originalmente creados por San Francisco de Asís.
Se tornó una festividad familiar y las viviendas fueron decoradas con árboles de navidad en la sala y algunas con “nacimientos”. Se escogían regalos para ser entregados a los niños, las puertas y ventanas de las viviendas eran protegidas por la colocación de “Guirnaldas”, círculos de adornos navideños, para evitar la entrada de duendes o energías negativas. La noche del 24 de diciembre culminaba con la celebración de la “misa del Gallo” a medianoche, después de una cena especial familiar con bebidas caseras.
Por las dimensiones de expansión del imperio romana, esa expresión de celebración navideña llegó a España y a nosotros a partir del segundo viaje del Almirante Cristóbal Colón, aunque había dejado el “fuerte de la navidad” en su primer viaje a la isla. Los habitantes originales de esta no conocían la navidad, a Jesucristo, a la Virgen María y sobre todo la religión y a la iglesia católica. Esta fue impuesta con el proceso de colonización, al igual que las festividades de la navidad, las cuales eran reproducciones de lo que ocurrían en la metrópolis.
Esta tradición de celebración colonial de la navidad fue transformada por la primera intervención norteamericana al país en el 1916, cuando fue violada la soberanía nacional y ocupado nuestro país. Los norteamericanos trajeron como símbolo de la navidad, al Santiclós, las tarjetas de navidad, el árbol de navidad, los fuegos artificiales, bebidas y frutas como la uva, la pera, las manzanas, el “uisquí” etc. comercializándola, incluso reconfirmando la celebración de los “Reyes Magos” en diciembre días después del “año nuevo”, lo cual aumentaba las ganancias comerciales.
Las precarias condiciones del poder económico adquisitivo del pueblo hicieron posible el surgimiento de la creatividad del pueblo dominicano. Con las sustituciones realmente comienza la dominicanización de la navidad. Aunque siguió siendo una tradición familiar y religiosa. En las iglesias católicas seguían los “nacimientos” o belenes, con cantos de villancicos y la culminación con la “Misa del Gallo”. A nivel familiar, la cena del 24 era sagrada, así como la celebración con fuegos artificiales, siendo la vivienda adornada con un árbol de navidad, que antes se llenaba de una nieve imaginaria en un país tropical, el cual fue sustituidos por “charamicos”.
Se definió una gastronomía dominicana simbolizada en el cerdo en puya, las teleras, pastel en hojas, lerenes, ponches, anís y vino casero. Aunque hoy, las peras, las manzanas y las uvas, se han popularizado. Los villancicos se quedaron en las iglesias y una música bailable de navidad, los aguinaldos, llenaron los espacios sociales de recreación. Aunque el cerdo en puya quedó como símbolo gastronómico, en el Sur se hace presente el consumo de pollo, en algunos lugares de la capital, el pavo. Hoy en el Sur se bebe más el ron y en la región Este la cerveza y el “Wiski” en la ciudad de Santo Domingo, acorde con una investigación del sociólogo Wilson Rodríguez.
La inseguridad ciudadana ha incidido profundamente en la desaparición y la transformación de diversas costumbres y tradiciones como la “misa del gallo” que antes era a medianoche hoy es temprano, las salidas en grupo en los barrios de madrugada al amanecer han desparecido. En términos regiones, en San Pedro de Macorís, los Guloyas con sus bandas musicales despertaban la mañana al tiempo que estaba presente el Guabavery. En el sur los aguinaldos eran con un perico-ripiao y en Samaná y Sabana de la Mar salían las “comparsas de los pollos”, donde se paseaban por las calles tocando diversas canciones, presididas de un Rey y una Reina.
La navidad se conviertió en una festividad de reconciliaciones, de amor, de amistad, de alegría, nostalgias y tristezas. Es una catarsis social, además por la cercanía de la despedida del año y la llegada de uno nuevo, siempre hay las esperanzas de que será mejor que el que está pasando.
La sociedad no es estática, cambia, se transforma, por eso hay tradiciones que desaparecen, otras que cambian y otras que llegan nuevas como los angelitos, pero las esencias se quedan para darle su identidad. La navidad es una época singular, mágica, convertida en una tradición cultural y de identidad y Dominicación. Este año todo esto lo has podido comprobar para un mejor año nuevo.