¿Qué podemos aprender de un sistema electoral tan diverso y flexible como el de Estados Unidos? A diferencia de nuestro país, donde un organismo centralizado como la Junta Central Electoral (JCE) organiza y regula las elecciones para garantizar uniformidad en los procesos, el sistema estadounidense permite que cada estado tenga autonomía para gestionar sus elecciones, implementar tecnologías y decidir sus propios métodos de votación. Este enfoque descentralizado permite una gran diversidad en la forma en que los ciudadanos votan, reflejando las distintas necesidades y preferencias de cada estado. Sin embargo, también plantea retos importantes, como la consistencia en la seguridad y la confianza pública en el sistema electoral.
La evolución de la tecnología de votación en EE.UU. hacia 2024
Desde las tradicionales boletas de papel y los sistemas de palanca en el siglo XIX hasta los sistemas de Voto Electrónico Directo (DRE) en el siglo XX, Estados Unidos ha implementado tecnologías de votación que respondan a las necesidades de accesibilidad y precisión de su población diversa. Cada avance tecnológico ha traído consigo un mayor enfoque en la seguridad y eficiencia del proceso, impulsado por incidentes históricos. Un ejemplo notable es el caso de los “hanging chads” o perforaciones incompletas en las elecciones de 2000, disputadas entre Al Gore y George Bush, especialmente notorio en el estado de Florida, donde muchas de las tarjetas perforadas utilizadas para votar no se marcaron de manera correcta, dejando restos de papel colgantes que hacían difícil interpretar el voto del elector. La falta de claridad en las boletas llevó a numerosos votos inválidos y a recuentos en varios condados, lo que subrayó la necesidad de mejorar la confiabilidad y la capacidad de auditoría del sistema electoral para evitar futuras controversias.
Actualmente, la diversidad de tecnologías de votación en Estados Unidos refleja su enfoque descentralizado. El país está compuesto por 50 estados y el Distrito de Columbia (DC), además de 5 territorios bajo su soberanía (Puerto Rico, Guam, Islas Vírgenes de EE. UU., Samoa Americana y las Islas Marianas del Norte), que participan en las elecciones federales con limitaciones. En las pasadas elecciones de noviembre 2024, en las que Donald Trump se impuso sobre Kamala Harris, los Dispositivos de Marcación de Boletas (BMD) se emplearon en un número importante de condados de 49 de los 50 estados, así como en el Distrito de Columbia. En lugares como Georgia, Pennsylvania, California y Colorado, el uso de BMD fue particularmente predominante en varias de sus demarcaciones. Este sistema permitió a los votantes seleccionar sus preferencias en una pantalla antes de imprimir una boleta en papel que luego es escaneada y contada, proporcionando un respaldo físico que facilita auditorías y revisiones en caso de disputas, fortaleciendo así la transparencia y la confianza en los resultados.
Por otro lado, los escáneres ópticos fueron implementados en todos los estados y en el Distrito de Columbia para realizar el conteo automatizado de las boletas, tanto de aquellas marcadas manualmente como de las generadas por Dispositivos de Marcación de Boletas (BMD) o los comprobantes impresos (VVPAT) de sistemas de Voto Electrónico Directo (DRE). Este método ofreció un conteo rápido y eficiente, y en estados como Florida, Nueva York y Michigan, se ha consolidado como una tecnología clave. Si embargo, es importante remarcar que, a diferencia del formato de boletas utilizado en República Dominicana, que incluye fotografías y colores distintivos de los candidatos y partidos, las boletas en estas jurisdicciones son más simples y no contienen representaciones visuales, lo que facilita la lectura automatizada y optimiza el rendimiento de los escáneres.
En cuanto a los sistemas de Voto Electrónico Directo (DRE), estos se utilizaron en condados de solo 12 de los 50 estados, reflejando su uso limitado en comparación con otras tecnologías. En 9 de esos estados (Alaska, Illinois, Indiana, Nevada, New Jersey, Ohio, Tennessee, Utah y Wisconsin), se implementó el DRE con comprobante en papel o VVPAT, permitiendo a los votantes verificar visualmente su selección antes de finalizar su voto y proporcionando un respaldo para auditorías, lo cual reforzó la seguridad y la confianza pública en los resultados al ofrecer un medio tangible de verificación en caso de controversias. Sin embargo, por razones presupuestarias o administrativas, en Louisiana, Oklahoma y Texas, algunos condados optaron por el DRE sin VVPAT, lo que plantea desafíos para la auditabilidad, ya que en estos casos no existe un respaldo físico para revisión en auditorías posteriores.
Por último, el voto por internet se implementó en 15 de los 50 estados, destinado principalmente a grupos específicos: votantes militares y ciudadanos en el extranjero, personas con discapacidades visuales o físicas, y en ciertos casos, votantes en áreas inaccesibles o afectados por emergencias. En algunos condados, esta opción incluso se ofreció a personas en misiones especiales, como individuos en vuelos espaciales durante el período de votación. No obstante, aunque esta modalidad permite votar desde ubicaciones remotas, enfrenta desafíos significativos de seguridad debido a los riesgos de ciberataques, por lo que, las jurisdicciones aplicaron estrictas medidas de seguridad para garantizar la autenticidad y protección del proceso electoral, lo que ha permitido que el voto por internet sea una alternativa segura en circunstancias específicas. Entre estos estados, Utah y West Virginia se destacaron por su implementación más extendida de esta modalidad de votación, facilitando este método en varias de sus jurisdicciones y para diferentes grupos de votantes especiales.
En conjunto, la extensa implementación de tecnología en las etapas de votación y conteo durante las elecciones de 2024 en EE. UU. reflejó una marcada preferencia por sistemas que incluyen boletas en papel verificables. Los Dispositivos de Marcación de Boletas (BMD) y los escáneres ópticos fueron herramientas clave en la mayoría de los estados, proporcionando un respaldo físico y facilitando auditorías precisas. Esta práctica refleja la recomendación de expertos en seguridad electoral, quienes sostienen que los sistemas de votación más resilientes son aquellos que generan un registro en papel revisable por el votante antes de ser emitido. Aunque algunos condados aún confían en el uso de sistemas de Voto Electrónico Directo (DRE) sin comprobante en papel (VVPAT), estas excepciones subrayan los desafíos que enfrenta la transición hacia sistemas más seguros. La experiencia de EE. UU. demuestra el valor de un enfoque que combine tecnología y respaldo físico para asegurar la integridad del proceso electoral y podría ser una referencia importante para otros países, como República Dominicana, en su camino hacia la modernización electoral.
¿Cómo asegurar que la diversidad tecnológica respete los principios básicos del proceso electoral?
El sistema electoral de Estados Unidos, a pesar de su enfoque descentralizado y la diversidad de tecnologías, está respaldado por un marco legal diseñado para asegurar la transparencia, seguridad y confiabilidad en cada jurisdicción. A nivel federal y estatal, existen mecanismos de auditoría y certificación que buscan mantener la integridad del proceso electoral, incluso cuando cada estado gestiona sus propios sistemas y protocolos de votación.
- Guías federales de la EAC: La Comisión de Asistencia Electoral (EAC) de EE. UU. ha desarrollado los Voluntary Voting System Guidelines (VVSG), que establecen recomendaciones para la certificación y auditoría de los sistemas de votación. Estas guías están diseñadas para asegurar la seguridad y confiabilidad a través de pruebas y procedimientos de auditoría estándar. Sin embargo, la adopción de estas recomendaciones no es obligatoria en todos los estados, lo cual permite a cada uno decidir hasta qué punto sigue las normas federales.
- Leyes estatales de auditoría y certificación: Cada estado aplica sus propias leyes de auditoría y certificación para los sistemas de votación. Estas leyes varían en rigor: algunos estados requieren auditorías obligatorias después de cada elección, mientras que otros realizan revisiones de seguridad antes y después de la votación. En estados como California, por ejemplo, las auditorías post-electorales son una práctica estándar para garantizar la precisión de los sistemas y corregir posibles errores.
Este marco, compuesto por estándares de la EAC y regulaciones estatales, establece parámetros que refuerzan la transparencia y el control de calidad de los sistemas de votación. No obstante, la implementación de estos estándares depende de cada estado, lo que añade una capa de complejidad al sistema electoral nacional. Así, aunque existe una diversidad de tecnologías y modelos de votación, los principios fundamentales del proceso electoral se protegen a través de estos mecanismos que buscan garantizar el ejercicio libre y seguro del voto.
Al observar la diversidad de sistemas de votación y la infraestructura de auditoría en Estados Unidos, República Dominicana puede extraer valiosas lecciones para enfrentar los desafíos de la transformación tecnológica en sus futuros procesos electorales. La flexibilidad de los estados y territorios estadounidenses en la selección de tecnologías, que abarca desde boletas manuales y escáneres ópticos hasta Dispositivos de Marcación de Boletas (BMD), sistemas de Voto Electrónico Directo (DRE) y voto por internet en casos específicos, ha permitido la prueba y aplicación de distintos modelos de votación, resaltando la importancia de evaluar cuál se adapta mejor a las necesidades de cada contexto. En un sistema centralizado como el nuestro, estos aprendizajes pueden orientar una implementación uniforme que integre lo mejor de cada tecnología, promoviendo un proceso transparente y seguro que genere confianza en la ciudadanía.