Desde la tradición hebrea, con más de dos mil años de existencia, se relata cómo siete semanas después del éxodo del pueblo israelita desde Egipto, Dios le entrega a Moisés la Torah (el pentateuco en el cristianismo y que constituyen los primeros cinco libros del antiguo testamento o las dos tablas labradas de la ley del judaísmo bíblico ) en el Monte Sinaí con diez reglas de conductas respecto al accionar ante Dios y los hombres; pilar desde donde se edifica el monoteísmo y la filosofía ética occidental.

La ética como sistema integrado, en torno a los principios que rigen el comportamiento moral está estrechamente vinculada con el quehacer humano (sean estos privados, interpersonales o políticos) y las diferentes actividades sociales, económicas y científicas que de ello se derivan; pero en mayor medida, está relacionada con las Ciencias Sociales y con las Ciencias de la Salud, porque cada decisión respecto a estos temas involucran la vida humana y la adecuada convivencia en sociedad.

Es por tanto, en esta contemporaneidad convulsa de decadencia y relativismo conductual, cuando debemos recordar el beneficio ético que para el individuo y la sociedad constituyen en su conjunto los diez mandamientos:

Tabla 1 (Entre el hombre y Dios)

1. Yo soy el Señor tu Dios que te saqué de la Tierra de Egipto, de casa de servidumbre,

En este mundo globalizado e interconectado, nos invita a repensar las decisiones y las acciones humanas en toda su amplitud; las transgresiones, la maldad, la corrupción, asi como la explotación y la esclavitud en sus diferentes formas; acercándonos a la imagen de un Dios que viabiliza la transformación de la conciencia, la creatividad, la imaginación, la valentía, la iniciativa, el pensamiento crítico y el derecho a existir.

Este primer mandamiento, trasciende históricamente el relato bíblico del éxodo del pueblo judío y se difunde hasta la entonces llamada Isla La Española, a través del Sermón de Adviento proclamado por el dominico Fray Antón de Montesino en el cuarto domingo de adviento del 21 de diciembre de 1511, donde denunciaba los abusos de los colonizadores a los indígenas, convirtiéndose en un referente ético universal para la proclamación de los Derechos del Hombre y el Ciudadano en 1789; legado fundamental para la Declaración de los Derechos Humanos.

2. No tendrás otros dioses delante de mí,

Exhibimos fervor y pasión desenfrenada por pseudos héroes (sean estos políticos, influencers o artistas); quienes son elegidos por los fans o seguidores no por sus principios y valores, sino para llenar carencias espirituales o materiales, o para calmar emociones e inseguridades, procurando una identificación o sentido de pertenencia; situaciones estas que transfieren a la juventud una idea errónea sobre el “éxito”, donde se valora más la riqueza conseguida de forma bizarra y a corto plazo que la contribución que realizan a la sociedad los educadores, científicos, empresarios y ciudadanos comprometidos con el desarrollo, agentes de cambio o líderes espirituales.

3. No tomarás el nombre del Señor tu Dios de manera indigna,

Nos obliga a cumplir el deber de evitar realizar el mal en nombre de Dios y utilizar el poder que otorga cualquier posición institucional; sea esta empresarial, administrativa, religiosa, política, militar o teocrática, con la finalidad de ejercer de forma individual o colectiva actos de genocidio, terrorismo, violaciones a los derechos humanos, secuestro, persecución, hostigamiento, actos intimidatorios o desestabilización, en nombre del trágico comportamiento de la psicopatia mesiánica y el fanatismo religioso.

Esta fundamentación teológica del tercer mandamiento, ha sido trascendental para la construcción filosófica sobre el bien y el mal, la libertad y la esencia moral del hombre; la cual no puede darse fuera del ejercicio de la razón y la comprensión de la realidad.

4. Acuérdate del día del sábado; para santificarlo,

Hace énfasis, en la necesidad del debido descanso físico; para alejarnos de las actividades laborales. Nos convoca a dedicarnos un espacio de introspección, tiempo de calidad con la familia y los amigos dentro de un marco de reflexión espiritual. Asimismo, nos remite a las reivindicaciones del movimiento obrero, por la reducción de la jornada laboral a ocho horas diarias durante cinco días a la semana; cuyo origen fueron las pésimas condiciones de trabajo que las empresas establecieron durante la Revolución Industrial iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII.

5. Honra a tu padre y a tu madre,

Mientras, las culturas orientales y milenarias respetan la sabiduría que dan los años y la vejez, las sociedades occidentales sobre todo en la postmodernidad del siglo XXI han asumido el “edadismo” como estereotipo y prejuicio silencioso contra la edad; provocando prácticas institucionales injustificadas, discriminación, desventajas e injusticias contra los envejecientes. Sin importar que seamos de la generación baby boomers, millennials o z, debemos ser conscientes de que el paso del tiempo es irreductible.

Nos brinda la oportunidad para reflexionar sobre el tiempo invertido de padres y madres, en el cuidado de los hijos; así como el debido reconocimiento de los jóvenes hacia los mismos, siendo recíprocos con el afecto, amor y protección que ellos les brindaron en la etapa de su crecimiento y madurez.

Esto conlleva el deber ético de ejercer la responsabilidad social, desde todos los ámbitos organizacionales; respetando la diversidad generacional en los entornos laborales, así como la realización de políticas públicas a favor de los adultos mayores, ya que es un derecho humano llegar a la vejez con decencia y dignidad.

Constituyen un eje fundamental en la transmisión de las tradiciones, la memoria histórica y la cultura en todas sus expresiones, sirven de apoyo emocional para las familias y tienen el derecho de ser respetados y tomados en cuenta en los procesos educativos de las nuevas generaciones.