De entrada, quiero dejar establecido que la palabra “destitución” la pongo entre comillas, pero aclararé por qué al final de este artículo.

Debo admitir que me ha sorprendido la destitución del ministro Roberto Fulcar de Educación, y la reacción de la sociedad celebrando el hecho.

Cuando el presidente Luis Abinader gana las elecciones al día siguiente Roberto Furcal ofreció una entrevista en el programa del Despertador donde dijo que él sería designado ministro de Educación, algo que hacía mucho no veía en este país porque en los gobiernos del PLD quien se atrevía a decir con antelación hacia donde iba en el gobierno no terminaba con el puesto.

Entendí que fue una manera de presionar al presidente, por eso no creo las versiones de muchos comentaristas de que Furcal no quería ir a Educación. Además, con el PLD observamos que ese Ministerio, al ser el de mayor presupuesto, se convirtió en el más apetecido sobre todo por quienes tenían proyectos presidenciales particulares y Furcal también tenía el suyo.

Cuando se instala, como hicieron los demás ministros, comenzó un proceso de deslegitimación de todo el trabajo que se había hecho anteriormente. Desdeñó hasta el final el trabajo realizado por una serie de buenos profesionales para inhabilitar una excelente propuesta en la Jornada Escolar Extendida a la que él definió como un cascarón vacío y una actualización del currículo que él manifestó no tenía sentido y que los maestros no entendían.

Furcal se vendió ante la opinión pública como el gurú que tenía en sus manos la solución definitiva a la educación dominicana donde el único que sabía de educación era él. Su arrogancia le hizo entrar en conflicto con muchos sectores pues no escuchaba a nadie y solo él tenía razón.

¿Por casualidad usted recuerda algún ministro tan importante que tan solo en dos años acumulara tanto rechazo como Furcal? La sociedad celebró su destitución y ni un solo sector ha salido a defenderlo ni de su partido ni tampoco externo al mismo.

Desde que asumió el puesto su función estuvo plagada de escándalos y denuncias y el año escolar a distancia fue un rotundo fracaso a juzgar por las evaluaciones publicadas.

Hoy ese hombre todopoderoso, que se erigió imponente ante una sociedad que lo creía un redentor, resultó ser todo lo contrario. Yo conozco muy bien el trabajo realizado en el Ministerio de Educación y puedo decir con lujos de detalles las cantidades de mentiras que habló en los medios, pero ese no es el tema.

Ahora bien ¿por qué puse entre comillas la palabra destitución? Si se observa a Furcal lo designaron ministro sin cartera. Desde esa posición será encargado de Articulación y Alineación Estratégica Gubernamental, según detalla una nota informativa de la casa de gobierno.

Muchos han comenzado a especular que esa designación en el fondo lo que busca es que Furcal quede con el tiempo hábil para trabajar en la estrategia de la reelección del partido de gobierno, ya sea con Luis como candidato o cualquier otro.

No es bueno lo que ha sucedido porque en dos años nadie podrá hacer ningún tipo de transformación importante y eso significa que en estos cuatro años vamos a involucionar en educación lo que será una pena. Pero si el ministro destituido en vez de denostar lo hecho hubiese dado continuidad de Estado quizá no fuera tan terrible su destitución.

Espero que haya aprendido la lección pues bien claro está en la Biblia “Todo el que se enaltece será humillado y quien se humilla enaltecido”.