La izquierda se presenta en el mundo como la encargada de difundir la llegada de una nueva sociedad que tendrá que sustituir el sistema capitalista. Será un tránsito histórico inevitable con características económicas, políticas y sociales multiformes que correspondan a la realidad concreta de cada país y región.
No crean que será una tarea fácil. Lo viejo se resiste con uñas y dientes a lo nuevo. El capitalismo y su derecha tienen armas ideológicas y de fuegos mortales por necesidad para vencer a los que intentan atentar con su supervivencia. Desde su propia entrañas surgirá, en luchas permanentes, las fuerzas sociales, económicas y políticas que les dará el tiro de gracia.
Mientras tanto, es conveniente descifrar el tramo histórico en que se transita. Las armas a utilizar en ese cruel enfrentamiento varían dependiendo de las vueltas que da la sociedad, de la correlación de fuerzas, influencias en la población y niveles de organización partidaria. En nuestro país se ha vivido periodos de exterminio con balas y apaciguamiento con el convencimiento de las bondades del capital. En ambas la derecha ha salido triunfante.
Aunque en este momento la izquierda presenta malas credenciales, la lucha es a muerte. Podrán obtener victorias parciales, momentáneas y dolorosas, pero aquí nadie se rinde. Hay que readecuar el accionar y clarificar las ideas para poder resistir las andanadas ideológicas que impactan con dureza en las fuerzas revolucionarias, progresistas y democráticas.
No estoy exagerando: la dispersión, aislamiento y sus movimientos juntos a la derecha comprueban el deterioro que acompaña a la izquierda. Un movimiento revolucionario que descansa en un débil y quebradiza pequeña burguesía y sus diferentes capas sociales es un hueso fácil de romper. El procurar a la franca o muy bien disimulado ascenso económico y social, aceptando pactos y alianzas electorales con los conservadores, es una prueba inequívoca de las debilidades de clase y confundir la política de aliados.
Se comete un grave error al subestimar la inteligencia y la agresividad de la derecha. Conociendo ella la naturaleza histórica de la sociedad y las condiciones de clases de la izquierda, la acorrala a su antojo. El Estado tiene múltiples maneras para vulnerar la fragilidad de un litoral revolucionario con profundas deficiencias teóricas, confusión al observar la realidad y confundir a los enemigos como amigos.
Al parecer han olvidado que la materia es lo primario y que la conciencia existe como consecuencia de un estado altamente organizado de esta. De ahí que cuando usted cambia sus condiciones materiales de existencia al recibir el beneplácito interesado del capital estatal, mella lentamente su entereza revolucionaria.
Las condiciones materiales de existencia (técnicas, medios y relaciones de producción: manera de vivir) son las bases donde se erige la imponente superestructura de la sociedad. La ideología conforma y moldea esas circunstancias de vida y laborales. En países como el nuestro, el Estado es el mayor empleador. A la que van dirigidas todas las miradas de aquellos con deseos de escalar peldaños en la escalera económica y social.
En esta coyuntura electoral 2024, la derecha se anota un triunfo ante una izquierda con profundas debilidades que no supo manejarse para conseguir la unidad. Una situación incómoda, con un progresismo derechizado, agrupados con sus intereses personales y de parcela. Y un conservadurismo que no le pierde ni “pie ni pisá” a los revolucionarios.