En el décimo libro de la República, Platón nos dice: “Dios crea el Arquetipo de una mesa; el carpintero luego hace un simulacro”. Y en su magistral obra Otras inquisiciones (1976), el escritor argentino, Jorge Luis Borges, dice que lo falso y lo eventualmente falso no son las falsedades lanzadas al aire para que el viento las lleve y las traiga, sino las moralidades de los farsantes cuyo único miserable propósito es hacer grietas en el costado de su hermano aunque ya no exista.

Rememoro estas palabras de Platón y de Borges porque anteayer leí en este diario digital Acento, las declaraciones de la señora Ingrid Mendoza, la hermosa viuda del doctor Reynaldo Pared Pérez, quien fuera presidente varias veces de la Cámara del Senado y quien presa de una depresión mayor con ideas suicidas predominantes, puso fin a su vida hace menos de un año.En su intervención ella aclaraba los antecedentes de la enfermedad mental de su esposo, en tanto que negaba una información falsa puesta en circulación por los vándalos y vagos que se refugian en el anonimato de las redes sociales, consistente en que el difunto senador se autoeliminó para no enfrentar la justicia bajo la acusación de malversador de dinero público.

Dios hizo el arquetipo del hombre a imagen y semejanza Suya, pero el carpintero, es decir, la sociedad,se encargó luego de hacer un simulacro de hombre, un tullido, una rareza, un vago monstruoso, un lobo despiadado que muchas veces carece de la esencia humana.Los vagos, los vagos maniacos y tullidos eirrespetuososde la dignidad de otros seres humanos aunque estén muertos, están a sus anchas, han hallado en las redes sociales  una oportunidad espléndida para sajar a sus adversarios políticos vivos o ya difuntos.Así que para los vándalos de las redes sociales, cuyas acciones de descrédito contra un muerto, cae en el comportamiento psicopático por su carácter insolente, su desinhibición y su perversidad, el antiguo senador de la República no autocercenó su vida acicateado por la depresión, la enfermedad mental mayor más frecuente de todo el orbe y la que más suicidios provoca entre los adultos, los adolescentes y hasta en niños, sino que su muerte vino por cobardía, para no responder por las imputaciones que el sistema judicial pusiera en su contra.

No conocí ni saludé jamás al doctor Reynaldo Pared, tampoco conozco a la señora Mendoza. Lo que sé de ellos es a través de los medios de comunicación visuales y auditivos. Pero como médico me consta que en la familia donde uno de sus miembros sufre depresión mayor, el sufrimiento, la angustia, la zozobra y la espera de cualquier situación extrema, es desesperante para esa familia. Y peor aun cuando hay hijos adolescentes que no comprenden a ciencia cierta qué pasa con su papá o con su mamá o su hermanaque hay que cuidarlos tan de cerca y continuamente.

Y lo más grave es que si finalmente el deprimido logra suicidarse, cualquiera creería que el sufrimiento terminó para el enfermo y para el resto de la familia. Sin embargo, no es así, el sufrimiento sigue para la familiaporque tiene que enfrentar la pérdida de su ser querido y también tiene que afrontar la duda de que cuidado si su ser querido logró suicidarse porque hubo una brecha de descuido por parte de los familiares a cargo de su cuidado. Y si encima de todo ese sufrimiento, dolor y pesar, la viuda y los hijos, los padres y hermanos tienen que escuchar no una oda a su desaparecido pariente sino la saña repugnante y hostil de enemigos gratuitos y despiadados, pues imagínese el lector cómo estará de contristada la familia del difunto senador y qué desdichada se sentirá al verse perseguidapor petacas ocultos en las redes sociales pero que probablemente son manejados por gente que cree que política o socialmente, el señor Reynaldo Pared aun muerto puede obstruir su paso a otro nivel social.

En un intento por aliviar el sufrimiento de los hijos, hermanos y de la atractiva viuda del finado senador de la capital, para que no presten tanta atención a los malvados y sepan de lo que es capaz mucha gente de la que milita en partidos políticos tanto fuera del poder como cuando está en el poder, les cuento aquílo que sucedió en el hospital José Ma. Cabral y Báez de Santiago siete meses después de que el doctor Leonel Fernández llegó al Poder en 1996.

Un lunesde marzo de aquel año, los 22 sanitarios del hospital para uso de las casi 4000 personas que acuden en promedio cada día al hospital, simultáneamente quedaron obstruidos a la misma hora. El Consejo de Directores con el Director a la cabeza incluyendo todos los Jefes de Serviciose reunieron de urgencia. Se pidió ayuda a los Organismos de Seguridad del Estado pensando en un sabotaje. Treintiseis días después, en el fondo del frízer de las carnes de los enfermos alguien puso un gran pollo podrido y hubo que incinerar 315 libras de carne. Agentes de la Seguridad Interna del Gobierno volvieron para hacer las averiguaciones de lugar y descubrir el culpable. Una semana después tenían al autor material de los dos hechos. Este hombre identificó al político opositor que le pagó para que llevara a cabo semejante acto criminal.

Lamentablemente, no se procedió contra el bandido autor intelectual porque el Gobierno dijo que si se actuaba contra dicho bandido el partido político del cual era dirigente usaría toda la prensa a su favor alegando persecución política selectiva y un gobierno que casi iniciaba su mandato no debía exponerse tan temprano a la critica de sus enemigos.

¿Por qué el extinto senador Pared Pérez llegó a poner en marcha tres oportunidades de suicidio y finalmente lo logró? Simplemente porque aunque los psiquiatras dan a sus pacientes deprimidos dos y tres fármacos antidepresivos que actúan disminuyendo la recaptación en el cerebro de los neurotransmisores, serotonina, dopamina y adrenalina, con la finalidad de que estos bajen la intensidad de los síntomas depresivos incluyendo las ideas suicidas y algunas fobias de los pacientes, aunque se mejora el estado de ánimo y el humor, el insomnio y los delirios del enfermo, sin embargo, las ideas suicidas tienden a la cronicidad y a la obsesividad. Y contra eso ni el enfermo, la familia ni el médico pueden hacer mucho. Por eso, le aconsejo a los que zarandean a la familia Pared-Mendoza a través de las redes que desistan de su malévola acción porque ninguno de ellos puede sentirse seguro de que una depresión mayor lo tome y no lo suelte hasta que se suicide.