Con esta entrega finalizo el análisis del libro de Juan Bosch titulado Póker de espanto en el Caribe, redactado en 1955, pero publicado en 1988. La razón de esa diferencia de años estriba en que la vida de exilio, esa trashumancia obligada por la dictadura de Trujillo y sus amigos, tiranos como él, que es el motivo del libro. El texto se extravió y no apareció hasta finales de la penúltima década del siglo pasado. Bosch logra en el texto defender que la democracia es posible en el Caribe, deseada por sus pueblos, y que la dictaduras son una anomalía histórica que a ojos de Bosch irán sucumbiendo ante la voluntad de la sociedades caribeñas de alcanzar la libertad, la equidad y el progreso.

De las 4 dictaduras tratadas por Bosch en 1955 la primera en iniciar su transición hacia la democracia fue la venezolana en 1958, la segunda fue la dominicana en 1961, pero el golpe de Estado del 1963 reestableció un neotrujillismo que duró hasta 1978 y un año después en Nicaragua, en 1979, fue derrocada la dictadura de Somoza, pero lo inimaginable ocurrió, quien fue el primer presidente democrático luego de la caída de los Somoza, hoy gobierna Nicaragua tiránicamente. El caso de Cuba es único. Desde el 1952 perdió su democracia y aunque la revolución de 1959 logró ciertas mejoras en cuanto a la equidad, la educación y la salud, no ha logrado retornar a un régimen democrático, tanto por factores geopolíticos (el criminal bloqueo de Estados Unidos), como por la concepción política del régimen cubano que no integra la libertad personal en su ideología.

Del caso cubano, que conocía muy bien, dirá Bosch en 1955: “En Cuba combate el pueblo todo, encabezado por núcleos del autenticismo y de la ortodoxia en la acción subversiva, y por otros núcleos de las mismas tendencias en la acción política. La juventud universitaria cubana que ha llevado sobre sí en enorme proporción el peso de la lucha contra el batistato, está compuesta por muchachos y muchachas de reconocida combatividad. Escritores, poetas, maestros, políticos, profesionales, obreros, campesinos; gente salida de todas las zonas del país trabajan por la libertad cubana. Un sector de la prensa, al frente del cual se halla la benemérita revista Bohemia, une en su constante batallar por la democracia de Cuba la denuncia de todas las tiranías del Caribe”. (Bosch, 2009, v. XIV, p. 392) No aparece la variable de la guerrilla en el oriente cubano, porque Fidel Castro y sus compañeros llegarían al año siguiente. Hasta poco después del triunfo de la revolución de 1959 la acción del Movimiento 26 de Julio era entendida como una expresión política y militar del Partido Ortodoxo, a quien se le robó -si las encuestas estaban en lo correcto- el triunfo electoral del 1952 por el golpe de Estado de Batista.

La unidad de los exiliados de las dictaduras caribeñas era evidente en muchos aspectos, desde compartir recursos materiales y colaboración en las luchas, hasta padecer juntos cárcel, torturas y la muerte. Bosch lo destaca. “Todas esas fuerzas democráticas tienen en común la fraternidad de su dolor, la de su esperanza y la de sus ideas. En las cárceles venezolanas, junto con los luchadores de Acción Democrática se ve a menudo a cubanos y dominicanos; en las prisiones cubanas no faltan los venezolanos y los dominicanos, ni en las de Santo Domingo los nicaragüenses y los cubanos. Junto con Pablo Leal y con otros luchadores cayó en Nicaragua Amado Soler, compañero muy querido en las filas del Partido Revolucionario Dominicano, amigo cuyo recuerdo acompaña siempre al autor de este libro”. (Bosch, 2009, v. XIV, p. 392-393) Esa fraternidad se debilitó -algo curioso- con el derrocamiento de las dictaduras y el inicio de esfuerzos democráticos. Cada quien se enfocó en sus propias problemas y no lograron los pueblos caribeños liberados de las tiranías consolidar una unidad fuerte en todos los órdenes. Venezuela influyó sobre toda la zona en diversos momentos por sus recursos energéticos, Estados Unidos mantuvo hasta finales del siglo XX su accionar militar y político sobre el arco caribeño a la usanza de la Guerra Fría, con todo e invasiones. Los cubanos sirvieron de apoyo a todos los movimientos que se declaraban con orientación antiimperialista o de izquierda, incluyendo también a grupos nacionalistas que luchaban contra sus tiranías. Y eso ocurrió tan temprano como el 1959, siendo la expedición del Movimiento de Liberación Dominicano un caso ejemplar.

Bosch concluye con una defensa radical de la voluntad y capacidad de los pueblos del Caribe en alcanzar la libertad y la democracia. “Se oye con frecuencia decir, sobre todo en Estados Unidos y en otros lugares que han sido afortunados en el mantenimiento de la democracia, que los pueblos que aspiran a ser libres deben luchar por su libertad. Cuando se habla así es aludiendo a esos países del Caribe tiranizados; y resulta que el Caribe tiene más cadáveres sembrados en su búsqueda de la libertad que todos los demás pueblos del Continente, incluyendo entre ellos a los Estados Unidos. Se oye con frecuencia decir, también aludiendo a esos países, que los pueblos tienen los gobiernos que merecen; y resulta que si el sacrificio de la vida es digno de respeto, los pueblos que han sacrificado a un millón de sus hijos, si no más, por tener mejores gobiernos, son acreedores a que se respete, por lo menos, su infortunio”. (Bosch, 2009, v. XIV, p. 398-399) Eso retrata de cuerpo entero a Juan Bosch, un luchador incansable por la libertad y prosperidad de su pueblo y el Caribe, barrera infranqueable contra todos los que pretenden violentar la dignidad de nuestros hombres y mujeres.