El verdadero conocimiento es un ejercicio crítico sobre hechos analizados con rigor. Aquellas personas, grupos o sociedades que viven imaginando o deseando realidades y adjudicándoles una realidad que no poseen, están condenadas al fracaso o la repetición de errores. Desde las ciencias básicas naturales, hasta la hermenéutica de las humanidades, pasando por las ciencias sociales, el desarrollo individual y colectivo pasa por el conocimiento efectivo de lo real -lo que algunos llaman conocimiento objetivo- y su aplicación a la realidad para desarrollar resultados -la llamada técnica o ejecución efectiva.

Las dictaduras en el Caribe durante gran parte del siglo XX bloquearon la capacidad de análisis de quienes en su seno luchaban por la democracia y el progreso de sus pueblos, impulsando en muchos de nuestros mártires el voluntarismo ciego o la repetición de modelos de lucha que tuvieron éxito en otras latitudes pero que no respondían a la realidad social caribeña. Esto no solo ocurrió en nuestro país, sino en muchas luchas de América Latina y África, la ausencia de un sereno estudio sobre las condiciones objetivas y subjetivas de dichas sociedades llevaron al fracaso de muchos levantamientos y la pérdida de hombres y mujeres muy valiosos. El culto a la muerte luchando por “la patria”, herencia de un romanticismo subjetivista, fue fatal para alcanzar el derrocamiento de tiranías, sin olvidar la permanente acción del imperialismo norteamericano que apoyaba a sus aliados autoritarios en la región, sobre todo en el contexto de la Guerra Fría y los negocios de sus multinacionales. La democracia fue la víctima.

La perspectiva de Bosch sobre esa cuestión está esbozada en este párrafo, pero también le dedicó mucho tiempo y esfuerzo en otros momentos de su producción teórica y de acción política. “No puede resultar extraño que dados esos antecedentes expuestos, en los nuevos partidos del Caribe, y sobre todo en esos que han sido perseguidos por los tiranos, se encuentren los jóvenes que estudian, los maestros que enseñan, los científicos que investigan. Algunos intelectuales sin fe, o tan paralizados por sus complejos y por sus miedos que no pueden tenerse solos, sirven a las tiranías, escriben para ellas, declaman en su favor, alegan en su provecho. Pero la fuerza creadora se halla en las agrupaciones de los perseguidos, entre los antitrujillistas de Santo Domingo, los antisomocistas de Nicaragua, los demócratas de Venezuela, los auténticos y los ortodoxos de Cuba. En una palabra, están haciendo fila junto con los que están viendo la otra faz del Caribe, la faz del porvenir”.  (Bosch, 2009, v. XIV, p. 389) Cierto que la voluntad de crear un futuro distinto para nuestros pueblos fue una condición común para todos estos luchadores, pero no bastó, basta ver como la democracia cubana se perdió en 1952, el somocismo es replicado por la pareja Ortega-Murillo en Nicaragua y el trujillismo sigue vigente en acciones como la inclusión de Ramiro Matos en la ADH o el antihaitianismo de una extrema derecha incubada en el seno del Estado y de los partidos mayoritarios.

En 1955 el panorama del Caribe en cuanto a regímenes político era la siguiente. “A las aguas del Caribe se asoman diez repúblicas y gran número de posesiones coloniales. En esas últimas falta la libertad nacional pero se ejercen los derechos individuales, y en seis de las diez repúblicas se vive más o menos democráticamente. Esto no era así hace veinticinco años. Entonces los lugares donde regía la democracia eran tres en la tierra continental —Costa Rica, Panamá, Colombia— y uno en las islas —Haití—. La lucha de los pueblos fue derrocando tiranías, una tras otra, y ahora el panorama se ha invertido”. (Bosch, 2009, v. XIV, p. 389) Poco después de ese inventario hecho por Bosch la hermana república de Haití cayó en las feroces manos de los Duvalier. En Colombia se fraccionó la sociedad con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, la derecha tomó el control y mantuvo una formalidad de democracia, empujando a la izquierda a la lucha de guerrillas. Únicamente Costa Rica mantuvo un modelo democrático estable hasta el presente.

Sobre el caso dominicano la reflexión de Bosch es muy aguda. “En la República Dominicana se lucha sin cesar. Se cuentan a millares las víctimas, son millares los desterrados; a pesar de lo cual, una vez y otra vez el déspota tiene que encarcelar jóvenes y viejos, develar conspiraciones en los cuarteles, matar obreros y campesinos, mover sus peones diplomáticos para destruir organizaciones de dominicanos exiliados. La fuerza política más activa y mejor organizada en la lucha contra el trujillato es el Partido Revolucionario Dominicano, cuyos cuadros de mando están servidos por hombres abnegados, demócratas ejemplares, de ideas claras y disciplina adecuada. Con doctrina política moderna y líderes avezados, incansables e insobornables, el Partido Revolucionario Dominicano es uno de esos núcleos humanos donde se siente florecer el porvenir del Caribe”. (Bosch, 2009, v. XIV, p. 391) La prevalencia en el poder de los sectores trujillista, aún después de la justa ejecución del Tirano, se mantuvo hasta 1978, a pesar del efímero gobierno de Bosch y el intento de militares y civiles constitucionalistas en 1965 de reestablecer la democracia.

El triunfo del PRD en 1962 con una mayoría inmensa, en las primeras elecciones verdaderamente libres de nuestra historia, era entendida por Bosch como un esfuerzo de crear un paradigma para el futuro de la sociedad dominicana, convencido él de que no le dejarían cumplir su periodo, incluso hasta llegó a afirmar a varios amigos entre diciembre del 1962 y febrero del 1963 que ni lo dejarían tomar posesión. Y por otra parte el esfuerzo de derrocar al triunvirato en 1965 no tomó en cuenta la reacción tan virulenta y rápida del imperialismo para sostener en el poder a los trujillistas, sigue en mi caso la duda de que Bosch no preveía ese desenlace. Un hecho claro es que su participación en las elecciones del 1966 tenía como principal objetivo la salida de las tropas invasoras. La acción de Caamaño y sus compañeros en 1973 fue más un martirio que una acción política y militar calculada para tener éxito.

Venezuela fue el primer caso en que la tiranía militar fue derrocaba en 1958 y se estableció una democracia formal que duró hasta finales del siglo XX. Bosch lo percibe de la siguiente manera en 1955. “En Venezuela la tiranía no puede dormir siestas; no la deja la organización clandestina de Acción Democrática, el partido de más agresividad que haya tenido ante sí un despotismo. Acción Democrática tiene el prestigio de haber hecho en el poder, con sólo cuatro años de gobierno, lo que todos los gobiernos del país no habían hecho durante la vida republicana, sus obras hablan por la lengua de seis millones de venezolanos. Acción Democrática cuenta con un liderazgo acreditado y capaz y con grandes masas dispuestas a cualquier sacrificio. A ese partido se suman otras fuerzas democráticas, menos activas pero también en lucha contra la tiranía”. (Bosch, 2009, v. XIV, p. 392).

En la próxima entrega concluyo con este análisis de la democracia en el Caribe en la obra Póker de espanto en el Caribe de Juan Bosch.