El nacionalismo chovinista actual en nuestra sociedad pretende de manera insensata que somos un pueblo blanco procedente de Europa, católico medularmente y con vocación autoritaria a la manera trujillista. Semejante insensatez es un artilugio ideológico de una extrema derecha que pretende ahondar una neurosis social para elaborar un “enemigo externo” para que olvidemos los grandes problemas que nos afectan. Somos un pueblo negro y mulato, con una minoría blanca, nuestra religiosidad es sincrética con una moralidad ajena al Evangelio, nuestra democracia es más de forma que de contenido, y lo fundamental, somos un pueblo caribeño y compartimos la isla con otro pueblo caribeño que es Haití.

Nuestro Caribe, que con justeza denomina Bosch como frontera imperial, debido a que a partir del siglo XVI fue escenario de conflictos entre diversas potencias europeas y a partir del siglo XIX incluye a Estados Unidos como potencia dominante en la región, forjó una diversidad de pueblos con lenguas diversas europeas y formas de creole. Por Caribe abarcamos toda el área insular, Centroamérica, Venezuela y Colombia. Precisamente por esa acción de los imperios en el Caribe que prevalecieron las dictaduras y fueron escasas las experiencias democráticas, por lo menos hasta el inicio de este siglo. La disolución de la Unión Soviética favoreció que gobiernos definidos como de izquierda ganaran elecciones y pudieran gobernar hasta concluir sus periodos. Por supuesto la democracia no se agota en la celebración de elecciones libres y competitivas, demanda además la construcción de Estados de derecho y políticas públicas que favorezcan la equidad.

En 1955 Juan Bosch un texto titulado Póker de espanto en el Caribe, donde analizaba las condiciones que favorecerían la democracia en el área y las dictaduras que prevalecían en ese momento. Bosch estudia las dictaduras de Batista en Cuba, Trujillo en República Dominicana, Pérez Jiménez en Venezuela y Somoza en Nicaragua. Este libro tuvo una historia peculiar, de tanto tener que viajar en el exilio que padecía Bosch extravió el original y no se publicó hasta 1988 cuando fue descubierto entre sus papeles. El descubridor fue Guillermo Piña Contreras, uno de los expertos más destacados del pensamiento de Bosch y amigo cercano del autor. Lejos estaba Bosch de saber que cuando cayera uno de esos dictadores, Trujillo, él sería elegido democráticamente presidente de nuestro país con casi un 60% de los votos.

De los otros países que no incluye Bosch en su estudio se encuentra Guatemala que había sufrido el golpe de Estado contra el gobierno democrático de Jacobo Arbenz Guzmán en 1954, dirigido por la CIA para favorecer la United Fruit Company; en Honduras el 21 de octubre de 1956 Julio Lozano Díaz fue derrocado por los altos mandos militares de las Fuerzas Armadas; en Costa Rica el 7 de enero de 1955 se realiza un intento de invasión con la finalidad de derrocar al gobierno democrático de José Figueres afortunadamente sin éxito; en El Salvador José María Lemus fue electo presidente en las elecciones de 1956, quien luego sería derrocado; en Panamá José Antonio Remón Cantera que era presidente electo fue asesinado en 1955; en Colombia Gustavo Rojas Pinilla gobernaba luego de que diera un golpe de Estado en 1953; en Haití  Paul Magloire gobernaba hasta ser derrocado por  François Duvalier al finalizar el 1956; y en Puerto Rico, colonia de los Estados Unidos, Luis Muñoz Marín era Gobernador, por el voto de los puertorriqueños desde 1949 hasta 1965.

El Caribe que Bosch estudia en 1955 tenía más dictaduras que gobiernos democráticos y los pocos que había eran muy débiles debido al poder de sus respectivas Fuerzas Armadas y el accionar de los Estados Unidos en la región que claramente prefería dictaduras aliadas de sus intereses que democracias que velaran por el bienestar de sus pueblos. Esa situación prevalecía desde inicios de siglo y se mantendría hasta la última década del siglo XX.

El prontuario intervencionista de los Estados Unidos en el Caribe durante el siglo XX es el siguiente: 1898-1902: Cuba y Puerto Rico; 1915: Haití; 1916: República Dominicana; 1926: Nicaragua; 1954: Guatemala; 1961: Cuba; 1964: Panamá; 1965: República Dominicana; 1967-1969: Guatemala; 1983: Granada; y 1989: Panamá. No hay que ser un genio para concluir que en el siglo pasado los Estados Unidos no impulsaron la democracia en nuestro Caribe. A estos datos hay que añadirles el respaldo que le dieron a los dictadores ya mencionados.

El conocimiento de Bosch de los diversos pueblos caribeños y latinoamericanos era de primera mano, no solo en su exilio (1938-1961) había vivido en Puerto Rico, Cuba y Costa Rica, sino que viajó por diversos motivos a otros más. Pablo Mariñez, quien hace un estudio introductorio al volumen que incluye Póker de espanto del Caribe detalla estos viajes y estancias. “Dentro de sus primeras giras políticas, podemos destacar sus estadías en México (1941, 1944-45, 1948, 1949, 1950), Guatemala (1945), Haití (1945), Panamá (1945), El Salvador (1945), Venezuela (1945, 1946, 1948, 1958-59), Costa Rica (1948, 1954, 1961), Bolivia (1954), Chile, (1955) y Brasil (1956). Es este periplo —salpicado de detenciones, encarcelamientos, expulsiones y huelgas de hambre por nuestra América—, lo que le permitirá ir conociendo de cerca, en la práctica, en voz de sus propios protagonistas, dirigentes, líderes políticos y sindicales los valores democráticos al que aspiraban nuestros pueblos, y que, a costa de muchos sacrificios, se comenzaban a construir en la región” (Bosch, 2009, v. XIV, p. XXXI-XXXII). Cuando Bosch arriba al país en octubre del 1961 era el dominicano que mejor conocía el continente y quien más relaciones políticas tenía con los dirigentes de la región.