En la historia política dominicana los presidentes de antaño siempre se preocuparon por tener a su favor grandes intelectuales que a través de la palabra escrita robustecieran el corpus dogmático de su gobierno.
Estos intelectuales justificaban y daban sentido al pensamiento del presidente de turno por vía de la palabra escrita. Por ejemplo, para Trujillo, Peña Batlle o Américo Lugo (por poner dos ejemplos) fueron claves en la construcción de toda la narrativa que hoy sustenta y justifica las relaciones entre Haití y República Dominicana.
En el caso de Juan Bosch y Balaguer, aunque ellos se rodearon de buenos intelectuales, los mismos no brillaron tanto porque ellos eran mentes brillantes. De hecho, Balaguer fue otro intelectual que brilló con Trujillo.
Pero la historia y las sociedades evolucionan, aunque no siempre para bien. Hoy en día a los políticos no le interesan los intelectuales, sino los comunicadores.
Los intelectuales pasan a ser un personaje de reparto relegado al rincón de corregir la ortografía de los decretos, el estilo de los discursos, proyectos o programa de gobierno.
Quienes tienen la vara alta son los comunicadores, sobre todo los que ponen precio a su palabra y los que hablan sandeces en redes sociales siendo capaces de matarse con quien sea detrás de un micrófono en una cabina de radio, televisión o canal de YouTube y para eso no se necesita ser intelectual ni pensar demasiado porque hoy en día mientras más estrafalario es el lenguaje tiene mayor impacto en esta sociedad de la Nada.
Por esos políticos y empresarios invierten más en los medios y en el pago de figuras mediáticas que en bibliotecas y escuelas. Les sale más caro un opinador de redes que un escritor.
Los intelectuales ya no sirven porque son teóricos desfasados que quizá no están acorde con las nuevas tecnologías; por eso una gran parte de ellos los ha secuestrado Leonel Fernández en FUNGLODE para que se mantengan como académicos de su Instituto Global de Altos Estudios Sociales o como investigadores de su Fundación.
La sociedad de hoy carece de antropólogos, sociólogos, historiadores, entre muchos otros intelectuales, que se dedican a analizar la sociedad en que se vive y quienes quieran conocer su parecer deberán ir a FUNGLODE a comprar algunos de los trabajos que allí se publican porque ni siquiera la UASD ya lo está haciendo.
Esta crisis de pensamiento crítico está afectando a una sociedad que de por sí no sabe pensar y que, según han dicho el psiquiatra Héctor Guerrero Heredia y Ricardo Nieves, su nivel académico es equivalente a un sexto grado de primaria.
Así es como vamos en camino no solo a la degradación de la política, sino de una sociedad que piense. Evidentemente es un tema que tiene demasiadas aristas, yo solo he tocado una, en lo adelante seguirá con otras.