El pasado lunes 12 de junio de 2023, el Grupo Banco Mundial publicó su informe sobre la economía global y sus proyecciones de crecimiento para lo que queda del año y el 2024, las cuales resultan poco halagüeñas. En su capítulo sobre la perspectiva de la economía global, el informe indica que después de que la economía global experimentó un crecimiento promedio de 3.1% en 2022, se prevé un crecimiento promedio de 2.1% para este año 2023 en medio de un endurecimiento continuo de la política monetaria para controlar la alta inflación, antes de una tibia recuperación en 2024, llegando al 2.4%.

De igual manera, se espera que las estrictas condiciones financieras mundiales y la demanda externa moderada pesen sobre el crecimiento en las economías de mercados emergentes y en desarrollo. La inflación ha sido persistente, pero se prevé que disminuya gradualmente a medida que la demanda agregada se debilite y los precios de las materias primas se moderen, siempre y cuando las expectativas de inflación a largo plazo permanezcan ancladas. El crecimiento mundial podría ser más débil de lo previsto en caso de una tensión más generalizada en el sector bancario, o si presiones inflacionarias más persistentes provocan una política monetaria más restrictiva de lo esperado. Las débiles perspectivas de crecimiento y los mayores riesgos a corto plazo agravan una desaceleración a largo plazo del crecimiento potencial. Este contexto difícil de la economía global destaca una multiplicidad de desafíos políticos, así como las quiebras bancarias recientes exigen un enfoque renovado en la reforma de la regulación financiera global. La cooperación global también es necesaria para acelerar la transición hacia la energía limpia, mitigar el cambio climático y aliviar la deuda del creciente número de países que experimentan sobreendeudamiento. A nivel nacional, es imperativo implementar políticas creíbles para contener la inflación y garantizar la estabilidad macroeconómica y financiera, así como emprender reformas para sentar las bases de un camino de desarrollo sólido, sostenible e inclusivo.

En ese mismo tenor, el informe expone que el rápido aumento de las tasas de interés en los Estados Unidos plantea un desafío importante para las economías de mercados emergentes y en desarrollo. A medida que la Reserva Federal ha girado hacia una postura más agresiva para controlar la inflación, una parte sustancial de los fuertes aumentos en las tasas de interés de EE. UU. desde principios de 2022 ha sido impulsada por shocks que capturan cambios en las percepciones de la función de reacción de la Reserva Federal.

Estos choques de reacción están asociados con efectos adversos en los mercados financieros, especialmente en las economías de mercados emergentes y en desarrollo, lo que aumenta una mayor probabilidad de desatar una crisis financiera. De igual forma, sus efectos también parecen ser más pronunciados en las economías de mercados emergentes y en desarrollo con mayor vulnerabilidad económica. Estos hallazgos sugieren que los principales bancos centrales pueden aliviar los efectos de contagio adversos a través de una comunicación adecuada que aclare sus funciones de reacción. También, el informe destaca que las economías de mercados emergentes y en desarrollo necesitan ajustar las políticas macroeconómicas y financieras para mitigar el impacto negativo del aumento de las tasas de interés globales y estadounidenses.

En el ámbito de la política fiscal, el informe infiere que el margen de maniobra de la política fiscal se ha reducido en los países de bajos ingresos durante la última década: la deuda de los países de bajos ingresos ha crecido de manera vertiginosa a medida que los déficits fiscales considerables y cada vez mayores compensan los efectos de reducción de la deuda del crecimiento. Los déficits fiscales han reflejado las crecientes presiones de gasto, incluido el servicio de la deuda, en medio de una persistente debilidad de los ingresos, especialmente para las donaciones y los ingresos por impuestos sobre la renta. Como resultado, se evaluó que 14 de los 28 países de ingreso bajo tenían sobreendeudamiento o alto riesgo de sobreendeudamiento a fines de abril de 2023. Por tal razón, el Banco Mundial en dicho informe recomienda que se debe crear espacio para la política fiscal, ya que se requiere generar mayores ingresos tributarios, hacer que el gasto sea más eficiente y mejorar la gestión de la deuda. Dichas medidas, según el informe, deben estar integradas en las mejoras de los marcos institucionales nacionales y respaldadas por políticas globales bien coordinadas tanto para mejorar la gestión de la política fiscal como para abordar los desafíos de la deuda.

Este escenario de la economía global descrito en el informe del Banco Mundial nos trae consigo una remembranza de lo que fue la década de los 80 del siglo XX para América Latina, la cual se denominó "la década perdida". Una década que inició con el choque externo que supuso el inicio de la guerra entre Irak e Irán en 1980, y su impacto en los precios internacionales del crudo, que a su vez tuvo un efecto devastador en las maltrechas finanzas públicas que acarreaban un alto nivel debido al alto nivel de endeudamiento en la década previa, exacerbado por una política monetaria más restrictiva en los Estados Unidos para contener la inflación. Otro evento de cisne negro que desencadenó una crisis de la deuda por la cesación de pagos en varios países de la región.

Nuestra recomendación para evitar una década perdida no solo en América Latina sino en el sur global, es enfocarse más en atender los persistentes desafíos de desarrollo global como el cambio climático, seguridad alimentaria, acceso a energía limpia, agua potable, educación de calidad, entre otros, en vez de reducir la inflación a un rango meta que solo favorece a los grandes capitales, sino apalancar esas expectativas inflacionarias para garantizar el nivel de pleno empleo en la economía, que tiende a favorecer a los más desposeídos.

En su libro Amañado: Cómo se estructuraron la globalización y las reglas de la economía moderna para hacer más ricos a los ricos, publicado en 2016, el economista estadounidense, Dean Baker, describe cómo la economía estadounidense hubiera agregado US$ 230,000 millones en los 50 años previos en términos reales (dólares 2016) si la política monetaria se hubiera enfocado más en mantener el pleno empleo que en combatir la inflación sin medir consecuencias en la economía real. Dicho esto, para evitar una década perdida en la economía global, es menester volver a pensar en la economía real en lugar de la financiarización.