Se debate ahora mismo el asunto de la Cumbre de las Américas. Para algunos, no es algo de tanta importancia. Tomas el vaso, te animas a otra bebida y ya está. Lo que hagan los presidentes allí te tiene sin cuidado, podría decírsele al ciudadano promedio.

Nuestros padres y nuestros abuelos tenían otra relación con las noticias. Escuchaban por la radio lo que ocurría más allá, en “los países”. Un asunto con el petróleo ya era detectado y analizado por todos. Un asunto con las armas era analizado con sumo interés. Ahora estamos hiperinformados y todo pasa de manera rápida.

Los cronistas –y no solo los de Indias– tenían el compromiso de dar cuenta de lo que ocurría en todas partes, ahora como hacen los cronistas en Ucrania.

Recibo las noticias actualizadas sobre el conflicto, pero la conclusión no llega. En el libro de Nixon está claro el asunto de las armas: se creó el SALT1 y el SALT2, acuerdos de límites de armas. Ahora el debate es otro en América Latina, sin embargo hay que aclarar varias cosas.

Número uno: Andrés Manuel López Obrador dijo que sería bueno que Cuba fuera a la Cumbre de las Américas que se llevará a cabo del 6 al 10 de junio, lo mismo dijo para Nicaragua y Venezuela. A sus palabras podemos añadir las de Alberto Fernández, presidente de Argentina, y de Gabriel Boric, de Chile, para quienes los mandatarios Díaz-Canel, Maduro y Ortega harán falta en la Cumbre. Todavía no se sabe si serán invitados por Biden. ¿Pero es necesario que los invite para que ellos asistan? Parece ser que es por invitación, como esas fiestas donde se bebe de las “más altas bebidas”. Por su lado, Bolsonaro, según contactos próximos a Reuters, no se planea ir a la Cumbre.

Número dos: los temas que se tratarán en la Cumbre de las Américas son muchos. No son propuestos por la prensa en modo alguno. Otra cosa: el tema de Ucrania puede entorpecer la estrategia mediática de Estados Unidos en relación a la invasión. Como que no conviene tener a Maduro con un discurso como los que hacía Chávez –señorita, dígale cuál es su tiempo–, aparte de que el reloj en estas cumbres suele ser manejado de manera intencionada. Las exposiciones serán parcas. Se entiende que darle el micrófono a Maduro no es la mejor táctica: el mandatario venezolano puede montar un circo.

Número tres: es algo que se cae de la mata que Putin tenga las noticias sobre la postura de América en torno a la guerra (algo que él ya sabe). Todo esto crea un ruido molesto a los ojos de los acontecimientos. Se vería a Estados Unidos en control de lo que se hace en toda América y sus países, que tendrán que fijar posición de manera conjunta con una declaratoria.

Como otros han visto, lo que diga “la Cumbre” será importante para las intenciones rusas. Lo que ocurre hoy con la economía mundial –y lo que ocurrirá en estos próximos meses–, es trascendente.