El siguiente artículo de Raúl Pérez Peña (Bacho) se puede leer como un análisis revelador del presente antidemocrático que vive nuestro país. Publicado en diciembre del 2002, este escrito no solo identifica el linaje de males que afecta el país. Partiendo de una perspectiva histórica, este texto hace también hincapié en los medios políticos que harán posible romper con el ciclo de oprobio y desesperanza al cual está sometido el pueblo dominicano.
La “corrupcracia” en RD
(Publicado originalmente en diciembre del 2002, en la columna Pancarta del Listín Diario). Raúl Pérez Peña (Bacho)
La lucha de los héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo, la Raza Inmortal, tenía objetivos muy claros, precisados en un programa de liberación con demandas concretas en el plano de las libertades democráticas y una agenda de reformas sociales incompatibles con un régimen como el trujillato.
Superar la tiranía para los héroes de junio se imponía como tránsito hacia la democracia social, alcanzable sólo bajo un tipo de gobierno capaz de desafiar los poderes creyentes de que heredarían un Estado para convertir el país en una finca para usufructo grupal.
Manolo Tavárez visualizó, precisamente, el peligro de que el país pasara del absolutismo trujillista al control de partidos políticos obedientes a grupos con vocación de rapiña. Así lo advirtió el carismático líder catorcista en uno de sus históricos discursos frente al parque Independencia.
El proceso registrado en el país desde el triunvirato golpista de 1963 confirma la advertencia de Manolo y ofrece una explicación del porqué dichos grupos ordenaron eliminarlo físicamente.
La estirpe moral de Manolo era incompatible con la catadura de gobierno que ha regido en el país desde el triunvirato y a partir de 1966 con los consiguientes 12 años de Balaguer. La “corrupcracia” echó raíces y ha registrado el paso por el poder del PRSC, PRD y PLD, sin que se puedan establecer diferencias éticas de fondo entre los unos y los otros. Casi cuatro décadas de gobiernos inmorales constituyen la plataforma de la actual “corrupcracia” dominicana, lo que ha provocado una decepción generalizada en un alto porcentaje de la ciudadanía.
La cúpula de los tres partidos que se han hecho del país un botín carece de posibilidades de renovación. Repetirán la historia cada cuatro años, siempre bajo el signo de la corrupción y la impunidad.
Esta categórica verdad se expresa en que no hay respuesta alentadora ante la pregunta de qué le espera al país en un nuevo gobierno del PRD, del PRSC o del PLD. Bajo el mandato de estos partidos seguiremos en las patas de los caballos y en las garras de los guaraguaos.
Sólo con opciones de poder desligadas de los partidos corrompidos pueden significar soluciones factibles a los graves problemas que hoy padece la población dominicana. La manipulación de la democracia ha desvirtuado su esencia. Esto obliga a la edificación de las citadas nuevas opciones políticas en capacidad de cambiar el rumbo del país.