Previo a las Pascuas y tras su finalización hemos visto los ciudadanos dominicanos fotos deslizarse en la atrevida pantalla de la T.V, acompañada de los alegatos jurídicos que esgrimen un selecto grupo de abogados, que defienden a capa y espada a los imputados de corrupción.

Están en su derecho en el oficio que eligieron, aunque hay que guardar cierta apariencia como nos aconsejan los límites de la prudencia. Nos abruma ver los mismos actores, por cierto, con florida oratoria a manera de estribillo respecto a violaciones que sustentan de los derechos de sus defendidos, y la verdad que nos presentan unas caritas conmovedoras al hablar de señores tales que están tras las rejas por sus desafueros y corrupción.

Los Ministerios se han llenado de comisiones llamados Código Ético y duermen el sueño eterno del olvido en muchos casos, la ética ha ocupado un discurso, una hermenéutica, una postura elegante, no en un comportamiento responsable, solidario y respetuoso de la sociedad dominicana que clama transparencia, ecuanimidad y apego a los principios éticos.

Nos sentimos burlados cuando estos señores se repiten como verdolagas en la pantalla, periódicos y programas sin apenas brotar en su rostro arrepentimiento alguno de que defienden causas infaustas, maledicentes y bochornosas ante la sana sociedad, que se espanta escuchar falacias, mentiras y retorcidos comentarios que nadie se los cree. Es lo afortunado, porque la gente, particular las nuevas generaciones digitales, los califican con todo tipo de improperios que no quisiera yo como académico recibir.

Vale más la vida modesta que millones llevamos sin sonrojo alguno cuando caminamos por las calles de nuestro entorno.

Recordar que el romano Marcos Tulios Cicerón fue el más extraordinario orador del Imperio, hizo caer con sus discursos a varios emperadores, pero tres se confabularon para repartirse el reinado extenso de Roma, cuando se preparaba para su última filípica, que narra magistralmente Stefan Zweig en Momentos Estelares de la Humanidad, perseguido y acorralado, el Cesar pidió su cabeza que fue exhibida en el pórtico del Palacio. Uds. no se percatan que en cada ciudadano dominicano se anida una rabia incontenida de verlos usar todo tipo de estratagema con los mismos propósitos de retorcer la verdad en relacion a los imputados, trasladando sus argumentos jurídicos a los espacios extra justicia para intentar adormecer a la sociedad.

Por último, debo precisar que, en materia de Lógica Jurídica, hay un texto que deben leer que lleva ese mismo nombre, de IRVING COPI, donde podemos apreciar más de 20 páginas dedicadas a Las Falacias, que mi imagino leyeron para usarla a despropósito y obtener los beneficios materiales que se derivan al diseñar una buena retorica.

Pero esa misma Lógica nos enseña desde el sabio Aristóteles, que por vía de la deducción, procedimiento lógico deductivo, el que defiende a corruptos o narcos, que acumulan muchos dólares, se hace cómplice porque también obtiene grandes beneficios en ese focal oficio de lo ilícito, que rechazan la mayoría de profesionales para no dañar las nuevas generaciones. De ahí, deducimos que las premisas llevan forzosamente a una conclusión cuando se respetan las normas y leyes de la Lógica.

Los personajes que dominan ese infortunado escenario no pasan de una micro elite que conocemos porque son reiterativos en las mismas causas.