La transparencia, la rendición de cuentas y el control de la corrupción, son temas que interesan cada vez más a la ciudadanía, producto de la toma de conciencia de la importancia que tienen para un correcto manejo de los recursos públicos.
El presidente Abinader ha convertido estos puntos en los más importantes de su gobierno, opino que esta fue una acertada decisión, pues la gente está hastiada de la ocurrencia de tantos desmanes sin castigo.
Este gobierno arrancó con buen pie, pues el Ministerio Público inició una serie de sometimientos por escandalosos hechos cometidos por connotados representantes del pasado gobierno, que presagiaban el fin de la impunidad, lo que ahora se pone en duda, los mencionados casos siguen su curso en la justicia con una lentitud que desespera, y la ocurrencia de una serie de incidentes, que ponen a pensar a más de uno, acerca de la posibilidad de que existan intereses de que esos procesos se caigan; sin embargo, creo que las pruebas presentadas son tan contundentes que sería escandaloso que los acusados escapen sin sanción.
Aunque se tiene que reconocer que el manejo de los recursos del estado ha experimentado una mejoría notable, se da el caso de que escuchando y observando lo que se dice y se ve sobre la manera de actuar de algunos funcionarios, se tiene que llegar a la conclusión, de que éstos o no escucharon al presidente de la República, o no le hacen caso. Cada vez son más frecuentes los comentarios sobre su voracidad sin límites, diciendo las malas lenguas, que piden más que los del pasado gobierno.
Por las informaciones que me han llegado, podría ser más específico y señalar a quienes el rumor público apunta como los involucrados en estas prácticas, pero no me corresponde ser el acusador, esas responsabilidades son del Ministerio Público, que espero que en algún momento actúe. Cuando el río suena es porque agua trae, por lo generalizado que son los comentarios sobre estas actuaciones cuestionables, debe de ponérsele atención a este tema, para que no se acuse al gobierno de ser indiferente frente a las actuaciones de su propia gente.
Sabemos que resulta difícil detectar asociaciones entre contratantes y contratados, así como saber el monto recibido por la concesión de un permiso, la aprobación de una compra, la gestión de un pago, etc,, pero es necesario hacer el esfuerzo e investigar, hoy con la ayuda de la informática, se hacen maravillas.
La corrupción es un mal que no va a desaparecer y que ataca con más virulencia a países con una institucionalidad débil como la República Dominicana, pues los organismos encargados de combatirla y castigarla aún no tienen la fortaleza necesaria para imponer lo que por Ley les corresponde.
Las instituciones no solo necesitan buenas leyes orgánicas y reglamentos adecuados para su correcto funcionamiento, también precisan de hombres y mujeres que, además de estar profesionalmente bien formados, tengan la responsabilidad y la valentía necesarias para tomar las decisiones a que sus investiduras lo obligan. Parece ser que este tipo de personas escasean en este pedazo de isla en que nos ha tocado vivir.
La corrupción cuando hecha raíces afecta a todos los niveles de la sociedad, adentrándose en ella hasta corromperlo todo, afectando las oportunidades de desarrollo y el clima de negocios.
Es evidente que nuestras instituciones son débiles, el rastro que sus decisiones han dejado así lo evidencia, para que esta situación cambie, es necesario que la ciudadanía de manera activa lo reclame y que se apoyen los pasos que en ese sentido se dan en busca de ese fortalecimiento. Mientras esta situación no cambie, continuaremos siendo víctimas de quienes se aprovechan de esas debilidades.