A pesar de que la conducta suicida es un importante problema de salud y bienestar colectivo, sigue siendo un tema tabú y silenciado lo cual contribuye a la estigmatización y a que muchas personas que piensan en quitarse la vida o tratan de hacerlo no busquen ayuda.  Según la Organización Mundial de la Salud, por cada suicidio consumado hay muchas tentativas de suicidio y, en la población general, un intento de suicidio no consumado es el factor individual de riesgo más importante[3]. Además, los suicidios y los intentos de suicidio afectan, tanto directa como indirectamente a otras personas y generan un grave impacto sobre quienes sobreviven, como parejas, madres y padres, hijos e hijas, familia, amistades, personas del ámbito laboral y comunitario, tanto a corto como a largo plazo. Se estima que cada suicido afecta de forma directa de seis a catorce familiares o amistades[4].

La conducta suicida: diferenciales según características demográficas y áreas geográficas

Los datos de prevalencia e incidencia de la conducta suicida, de las características demográficas y las áreas geográficas con mayor cantidad de casos ofrecen información clave para desarrollar estrategias de prevención e identificar los grupos de alto riesgo. Asimismo, la información epidemiológica y de contexto favorece el análisis de la interacción entre factores biológicos, psicológicos, sociales, ambientales y culturales en la determinación de los comportamientos suicidas[5].

En la República Dominicana, la conducta suicida se ubica entre los cinco principales trastornos mentales en el país. Durante el período 2000 -2020, a nivel nacional la tasa de mortalidad por suicidio (por 100 mil habitantes) aumentó ligeramente entre 2000 (8.1) y 2005 (9.9), con tendencias al descenso en los últimos 15 años, con una cifra de 6.3 por cada 100 mil habitantes el año 2020[6],[7]. Sin embargo, las cifras nacionales esconden las significativas diferencias de la magnitud del problema entre distintos grupos de población y áreas geográficas.   

Riesgos diferenciados según sexo, edad y origen.

Según datos de la Oficina Nacional de Estadística, entre 2011 y 2020 se registraron en el país 11,724 suicidios de los cuales, el 85% correspondía a hombres y el 15% a mujeres. El 45% del total de estas muertes ocurrieron entre personas de 15 a 39 años[8]. Las mujeres son más propensas a intentar el suicidio, mientras que los hombres lo consuman en mayor proporción. La cantidad de intentos suicidas cometidos por las mujeres adolescentes en el período 2014-2016, fue mayor que en los hombres del mismo grupo etario, con una relación de 9:2, es decir, por cada nueve intentos de las mujeres, se realizaron dos en hombres[9].

En el 2019, la tasa de suicidio en mujeres y hombres de 15 a 29 años fue de 4.5 por 100,000 habitantes mientras que en la población de 85 años y más ascendió a 33.3, mientras que en hombres de 65 a 74 años fue 20.4 y en hombres de 75 a 84 años fue 25.1[10]. Adicionalmente, es necesario considerar las especificidades de las personas migrantes, ya que se estima que residen en el país, 497,825[11] personas de origen haitiano. En el 2015 Haití fue el país con la tasa más alta de mortalidad por suicidio en América Latina y el Caribe[12], alcanzando 17.7 por 100,0000 habitantes[13] y en el 2019 fue de 9.6[14]. Igualmente, las necesidades de otros inmigrantes deben ser abordadas ya que por ejemplo, la inmigración venezolana entre los años 2012 y 2017 se multiplicó por siete, pasando de 3,435 en el 2012 a 25,872 inmigrantes en el 2017[15].

En el 2020, en Santo Domingo, Distrito Nacional, San Cristóbal, Santiago y La Vega occurieron el 52% del total de suicidios documentados en ese año[16]. Las tendencias en el número de suicidios en estas cinco provincias presentan variaciones, ya que en el periodo 2019 – 2020 en el Distrito Nacional hubo un aumento (de 40 a 57) mientras que se registró un descenso en Santo Domingo (129 a 104) y Santiago (85 a 81)[17].

Pandemia por COVID-19 y efectos en la salud mental.

La pandemia por COVID-19 ha tenido un impacto significativo en la salud mental de los distintos grupos de población, debido a la pérdida de familiares, al confinamiento y a las restricciones de movimiento, el impacto económico en los hogares, así como a la falta de interacción con otras personas de la comunidad. Los efectos acumulativos de la pandemia por COVID-19 y otras situaciones como la crisis financiera y las vinculadas a desastres medioambientales (huracanes, ciclones) sobre la salud mental pueden aumentar los riesgos de la conducta suicida.

Retos a las respuestas sociales e institucionales al suicidio en la República Dominicana

Las intervenciones institucionales y comunitarias en torno a la conducta suicida en el país son aún incipientes, con limitado alcance poblacional y reducidas condiciones para garantizar su sostenibilidad.

Entre algunos de los retos que enfrenta el país para desarrollar programas efectivos en torno al suicidio se destacan los siguientes:

  1. Baja disponibilidad de información de distintas fuentes sobre las dimensiones del problema, los factores culturales, sociales, comunitarias y macrosociales que influyen en los riesgos, las vulnerabilidades y las capacidades de las personas para recibir apoyo y acceder a servicios. Los sistemas de información no producen los datos requeridos para realizar un adecuado análisis de la conducta suicida y sobre esa base, desarrollar intervenciones institucionales y comunitarias adaptadas a las características locales del problema y sus factores determinantes. Igualmente, se cuenta con limitada información sobre los factores de riesgo según grupos de población: mujeres, hombres, jóvenes, personas con otras condiciones de salud mental (abuso de drogas, depresión, ansiedad), mujeres sobrevivientes de violencia, migrantes, personas en circunstancias estresantes (pobreza, desempleo, apoyo social), comunidad LGTBIQ+, personas con VIH, entre otros.   
  1. El estigma asociado a la conducta suicida, las múltiples y concurrentes discriminaciones que enfrentan algunos grupos de población, y limitada información sobre la prevención del suicidio; son barreras claves que impiden que las personas afectadas busquen apoyo entre personas cercanas, la comunidad y/o los servicios de apoyo existentes. La combinación de estigmas, incluyendo las percepciones negativas y la discriminación hacia las personas con ideación suicida, influyen en la baja búsqueda de ayuda o inadecuada participación en tratamiento[18]. En términos de acceso y utilización de los servicios, el país exhibe una de las brechas más altas de acceso a tratamiento de personas afectadas por algunos problemas de salud mental en América Latina. Las barreras de acceso a servicios incluyen baja disponibilidad/oferta de servicios para atender a los distintos trastornos mentales, incluyendo la conducta suicida; y responder a las especificidades de las poblaciones afectadas[19]. El estigma asociado a la conducta suicida perpetúa la inadecuada clasificación y el sub-reporte de los casos.
  1. Las percepciones de las comunidades sobre la conducta suicida se basan en estigma y desinformación sobre el tema, tales como la creencia de que el suicidio es una consecuencia de una “debilidad mental y emocional” de las personas afectadas o que se debe exclusivamente a problemas del contexto social e interpersonal en que viven. En algunas comunidades del país, las personas asocian el suicidio con ideas como la falta de comunicación sobre los problemas que les afectan, el aislamiento, la presión de personas que les rodean, la falta de atención por parte de otras personas, tener baja autoestima y por problemas de pareja. En el caso de las ideas suicidas entre las y los jóvenes, las comunidades tienden a considerar que éstas se deben a situaciones que consideran “de poca importancia” tales como las restricciones que imponen madres y padres o problemas familiares[20].
  1. La dotación de recursos humanos en salud mental todavía es baja, las actividades de promoción y prevención tienen un limitado alcance poblacional, y los servicios de apoyo social para personas con conducta suicida son escasos.
  1. La vinculación y el trabajo conjunto entre los servicios de salud, la comunidad, las familias y cuidadores y personas cercanas a grupos afectados por conducta suicida, son incipientes. 

Estos retos imponen barreras importantes a la implementación de respuestas integrales a la conducta suicida desde enfoques psicosociales, por parte de las instituciones garantes de la salud y derechos humanos en la República Dominicana.

Sobre las autoras:

[1] Wendy Alba es psicóloga, gestora de políticas sociales y proyectos y es directora de Colectivo Salud Mental. (https://colectivosaludmentalrd.org/).

[2] Dinys Luciano es psicóloga e investigadora, consultora internacional para diversas agencias de desarrollo, es directora de Development Connections. (www.dvcn.org).

Dinys Luciano.

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[3] WHO. Suicidio.  Ginebra. 17 de junio de 2021. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/suicide

[4] Generalitat Valenciana. Plan de prevención del suicidio y manejo de la conducta suicida. http://www.san.gva.es/documents/156344/6939818/Plan+prevención+de+suicidio_WEB_CAS.pdf

[5] OPS/OMS. Prevención del suicidio. https://www.paho.org/es/temas/prevencion-suicidio

[6] Luciano D, Nadal E, Brito S, Negrete M, Contreras I (2019). Ibid

[7] Observatorio de Seguridad Ciudadana de la República Dominicana. Boletín Estadístico sobre Seguridad Ciudadana. Enero – Diciembre 2020. http://www.oscrd.gob.do/images/Informes/OSC-IE-038.pdf

[8] Oficina Nacional de Estadística. Suicidios registrados por año, sexo y grupos de edad. República Dominicana.  https://www.one.gob.do/datos-y-estadisticas/temas/estadisticas-sociales/seguridad-publica-y-justicia/accidentales-y-violentas/

[9]  ONE. Mortalidad por suicidios en adolescentes en la República Dominicana. BOLETÍN BIMESTRAL. AÑO 9, no. 91 .  Marzo – Abril 2018.

https://web.one.gob.do/media/swydwzib/bolet%C3%ADnpanoramaestad%C3%ADstico91mortalidadporsuicidiosenadolescentesenlarepdommar-abr2018.pdf

[10] WHO. Suicide mortality rate (per 100 000 population). Dominican Republic. Global Health Observatory.  https://www.who.int/data/gho/data/indicators/indicator-details/GHO/suicide-mortality-rate-(per-100-000-population)

[11] ONE y Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo. SEGUNDA ENCUESTA NACIONAL DE INMIGRANTES, ENI-2017. República Dominicana.

https://dominicanrepublic.unfpa.org/sites/default/files/pub-pdf/ENI-2017%20FinalWeb.pdf

[12] WHO. Global Health Observatory. Suicide rates, age-standardized.

[13] Luciano D, Nadal E, Brito S, Negrete M, Contreras I (2019). Ibid

[14] The World Bank. Suicide mortality rate (per 100,000 population) – Haiti. https://data.worldbank.org/indicator/SH.STA.SUIC.MA.P5?locations=HT

[15] ONE y Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo. Ibid

[16] Ministerio de Interior y Policía. Centro de Análisis de Seguridad Ciudadana. Suicidio, 2020. República Dominicana.  http://www.oscrd.gob.do/index.php/estadisticas/suicidios

[17] Observatorio de Seguridad Ciudadana de la República Dominicana. Boletín Estadístico sobre Seguridad Ciudadana. Ibid.

[18] Eylem, O., de Wit, L., van Straten, A. et al. Stigma for common mental disorders in racial minorities and majorities a systematic review and meta-analysis. BMC Public Health 20, 879 (2020). https://doi.org/10.1186/s12889-020-08964-3

[19] Luciano D, Nadal E, Brito S, Negrete M, Contreras I (2019). Ibid

[20] Ibid