Uno de los mitos más recurrente en la cultura política del país es que, los dominicanos somos seres muy politizados, estamos permanentemente pendiente de los asuntos políticos, pues al otro día de terminar las elecciones, ya estamos haciendo campaña para el próximo torneo electoral. Parece ser, que los asuntos políticos partidarios se han convertido en parte del entretenimiento de la vida cotidiana de los dominicanos.

Esto explica que, a diarios, se producen en la opinión pública nacional y, las redes sociales, una significativa cantidad de pronósticos electorales, sobre la base de los datos de las encuestas políticas, de pasados resultados electorales y la construcción de nuevos relatos sobre las bondades de los partidos y los líderes políticos.

Los debates sobre el posicionamiento y las estrategias electorales de los partidos y los líderes políticos, tienen las ventajas de mantener informada y educada a la comunidad sobre las tendencias y crecimiento de los partidos. Dan cuenta de la estructura organizacional y funcionalidad del sistema de partidos en su búsqueda de poder, de las reglas, leyes y normas que rigen el sistema electoral, como también colaboran con la formación política de los dominicanos.

 

Sin embargo, los que llama la atención es que, algunos de estos pronósticos electorales pecan por ser muy autorreferenciales, institucionalistas, pues sólo toman en cuenta las fortalezas y debilidades del modelo del sistema de partido, las posiciones en las preferencias electorales y, las normas del sistema electoral, obviando mencionar que el sistema de partido y las competencias electorales, se desarrollan en un entorno social diverso y complejo, como es la sociedad.

De manera que, la complejidad de los pronósticos electorales, está dada a partir de la relación del sistema de partido con su entorno social: nacional y global. Por un lado, hay que tomar en cuenta las estrategias de los partidos, pero también las de los actores y agentes sociales que interactúan, participan y se comunican entre sí en la sociedad dominicana. Por otro lado, hay que considerar las posibles influencias de las tendencias de la política internacional, que potencialmente pueden incidir en las percepciones y preferencias políticas de los dominicanos.

A nivel interno, la complejidad de los pronósticos electorales se incrementa, cuando nos hacemos las siguientes preguntas: ¿Qué consecuencias políticas podría traer la crisis económica; si se produce una recesión o se dinamiza la economía? ¿Qué consecuencias podría tener las nuevas estrategias de alianzas de los partidos minoritarios? ¿Cuál será el nivel de apoyo o rechazo de las élites y los grupos empresariales que inciden en las decisiones políticas? ¿Qué consecuencias políticas podríamos esperar del incremento de la participación de la opinión pública, la sociedad civil y los movimientos sociales en las luchas contra la corrupción, la inflación, la desigualdad social y, las defensas de los derechos culturales de las minorías?

A nivel externo, resulta también importante preguntarse sobre el posible impacto de los cambios políticos en los Estados Unidos y los países de la región, en las estrategias de los partidos y la cultura política de los dominicanos, los de aquí y de allá.

De manera que, siempre es bastante complejo e indeterminado hacer pronósticos electorales, como establecer las razones, las intencionalidades y el marco de acción de la diversidad del electorado. ¿El voto se decide de manera racional? ¿votamos atendiendo a las ideologías o los valores de la necesidad de construir una sociedad dominicana más justas? ¿Nos decidimos por aquellos que representan nuestra posición de clases e intereses sociales? ¿Votamos por aquel que nos garantice un empleo o la movilidad profesional en la administración pública o, simplemente votamos por fidelidad partidaria o, la seducción del poder de un líder carismático?

De manera que, sin dejar de reconocer el impacto y las diversas formas de poder de los partidos políticos en las instituciones y la vida cotidiana de los dominicanos (en la uasd, los sindicatos, las asociaciones de amas de casas, los empleos públicos y, la movilidad social de los profesionales), hay que tomar en cuenta también, las capacidades estratégicas de los actores sociales y los posibles cambios en la cultura política de los dominicanos.

Hay que recordar que la historia política reciente nos ha enseñado estar atentos a los contingentes e inesperados en los procesos electorales que, se deben considerar los cambios del entorno social: las crisis económicas, las luchas internas de los partidos, las estrategias de las élites de poder, la participación de la sociedad civil, los medios de comunicación, los movimientos sociales y, la indignación ética y moral en contra de la corrupción de las mayorías de dominicanos.