Es indudable que el mundo se aboca a un peligroso momento de conflagración por múltiples señales que se observan en el panorama internacional. Desde guerras locales, maniobras militares que amenazan espacios de seguridad de algunos países, como posturas, declaraciones, movimientos militares que anuncian una compleja situación para los meses porvenir.

Ya en otros momentos de la historia se han producido los mismos acontecimientos vividos en estos momentos, desde la aparición de nuevos imperios y su competencia con otros que ya reinan en el mundo, hasta solicitudes y peticiones de recomponer el mundo como si fuera un botín de guerra o un pastel, lo cual nos ha llevado a guerras cruentas de millones de muertos como la Primera que tuvo una factura humana de casi 20 millones de muertos y la Segunda Guerra Mundial con un costo humano de casi 50 millones de seres humanos y una parte del mundo destruido.

De esas guerras emergieron nuevas potencias y una recomposición del poder del mundo. Es posible que la entrada intempestiva de China, que venía tejiendo su estrategia desde hace tiempo, envuelva una decisión expansionista como los otros antiguos y recientes imperios, que nos conduzca a una nueva conflagración mundial de impredecibles consecuencias, que nadie desea.

Las razones me preocupan porque se parecen a las anteriores sobre la base de recomponer el poder del mundo, reordenar las finanzas mundiales, fortalecer los poderes militares y ampliar las bases y presencia militar y política en el mundo por parte de los grandes países que hoy nos hegemonizan.

La guerra de Ucrania y Rusia es parte de ese entramado, pues no se trata de una guerra de dos, sino que detrás se mueven hilos de los grandes poderes occidentales y orientales, ya que el nuevo presidente chino Xi Jinping muestra una inconsistente y descontextualiza manera de ejercer el poder con sentido expansionista e imperial que ha generado una evidente respuesta de los otros centros de poder del mundo, sobre todo EUA y la OTAN en Europa.

El escenario tétrico actual no solo se queda mencionando estos protagonistas, sino que países como Japón, Alemania, Austria, Finlandia, Corea del sur, y otros del mundo como la India, tienen una gran presencia, sin contar Turquía e Irán que, entre todos, forman un concierto de naciones con gran poder militar que solo pensar en un estallido de esa magnitud destruye el mundo en menos de una hora, en caso de que fuere nuclear el conflicto.

Nos preguntamos ¿cuál es el interés de estos líderes mundiales de destruirlo todo? ¿gobernarán con pueblos fantasmas destruidos? ¿generarán poder con un mundo en ruinas? Todas estas preguntas son parte de la compleja situación mundial, en momentos de mucha tensión, y un pequeño error se traduce en una gran confusión y un descontrol.

Por otro lado, esta vez no hay árbitros, ni religiosos, ni de organismos internacionales que debemos respetar sus valoraciones y juicios. Esto pone la situación más frágil y la escalada continúa en crecimiento de amenazas, declaraciones y ejercicios militares que nos auguran tiempos difíciles que solo el dialogo, depone posiciones intransigentes de las partes, que lograría bajar la tensión.

No obstante, la recomposición de bloques alrededor de polos de poder nos hace pensar en los tiempos de la preguerra, donde se crearon los bloques y agrupamientos, a veces en función de ideologías o conveniencias coyunturales. En todo caso, este reagrupamiento hoy, parecido a lo que se produjo anteriormente, nos preocupa porque las naciones se afilian esta vez, en función de cercanías de conveniencias, territoriales, regionales y culturales, así como también, políticas y comerciales.

El peligro sería que en un momento de tensión se apriete un botón nuclear y se pierda todo, porque se nos vaya de control la situación y terminemos con un mundo en ruinas, y que luego de la conflagración, el odio, el rencor y el rechazo, la hambruna, la miseria, las inequidades y limitaciones de todo tipo, despierte de las cenizas luchas sociales incontables que den al traste con los llamados ganadores de la contienda, por lo que esperamos nunca se produzca y se quede en presagios.

Esta previsión en escalada no es esperanzadora, aunque es lo último que se pierde. Sin embargo, Rusia y China han despertado de sus viejos esquemas, solo que esta vez, no hay ideología, sino ambición y ha empujado a una parte de occidente a recomponerse de nuevo, alrededor de los EUA y la OTAN que sorprendentemente ha crecido en membresía como respuesta al desafío chino.

La India podría ser árbitro si no se embarca en jugar a la guerra para quedar luego posicionada. El cuadro no es nada halagador, pero una hiena herida es más peligrosa que cuando se puede defender de pie…No veo vencidos ni vencedores, sino un mundo divido, empobrecido, destruido y frustrado ante la incapacidad de sus líderes de evitar la destrucción total.

Finalmente, en todo caso nadie escaparía a sus funestos resultados, ni siquiera el Caribe, puesto que será afectado en lo económico, comercial, inflacionario, y de las consecuencias medioambientales, epidémicas y de otro tipo.

Tal vez, y contradictoriamente, el sector que podría responder contrario a esta tendencia sea el turismo por las ansias de escapar a este terrorífico ambiente de ciudadanos directamente afectados por una conflagración mundial que, si bien algunos la dejan detenida en una guerra convencional, la mente de muchos de los gobernantes del mundo, podría complicarla y transformarla en nuclear. A cruzar los dedos para que todo sea a favor de la paz y del entendimiento.