“ -¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?
-Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña,
arranquéis también con ella el trigo.” (Mateo 13: 28-29)
En más de un día encapotado, como esos de noviembre en los que escribo justo cuando llegan a su fin, reflexiono sobre la sabiduría poco común detrás de la parábola del trigo y la cizaña. Asumo que más de uno la ha oído y conoce.
Por eso, en ese gran campo que es la República Dominicana, emprendo este ejercicio reflexivo de verdadera vergüenza ajena: contraponer trigo / cizaña-, a la espera del juicio, no el último y definitivo, pero sí el circunstancial de cada lector. Pudiera ser que, reconociendo la envergadura de algunos titulares noticiosos, de las redes y de informes fidedignos, coincidamos y terminemos todos en comunión de opiniones, dispuestos -por fin- a un mayor sacrificio en aras del bien común de la patria toda y no en la compra-venta de ajuares de “pacotilla”.
A seguidas, una caterva de acontecimientos de nuestro diario vivir, entresacados de informes oficiales y medios y redes de comunicación.
- RD, en percepciones y cifras
– La República Dominicana es líder en crecimiento económico, en América Latina. En el diagnóstico que presenta el BIDeconomics 2024, se lee que, entre 2005 – 2022, el PIB aumentó del 5.4% anual, por encima del 2.3% regional. La pobreza monetaria pasó de 48.2% a 21.5% y la clase media creció del 21% al 36.2%, en la duración de esos años.
– La tasa de política monetaria (TPM) se encuentra en 6.00%, después de haber escalado a 8.50%, con una tasa de cambio estable y dentro del promedio programado para 2024: alrededor de 60 pesos por dólar y, en el presupuesto de 2025, en 63 pesos por dólar estadounidense.
– El déficit fiscal rondaría el 3% del PIB, como está previsto para el año 2024. La reducción de la deuda pública consolidada baja a 61% del PIB (alcanzó 75.5% y 65.6% en el 2021 y 2022, respectivamente).
– La inflación es de un 3.16% interanual a octubre (después de registrar 9.65% hace dos años). Y las reservas internacionales de unos US$13,500 millones (11% del PIB).
– El déficit de la balanza comercial este año en curso se reducirá, pero sigue muy alto (9.8% del PIB a octubre).
– El déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, cerrará probablemente en 2.5% del PIB, menor al 3.6% del PIB en 2023, y las altas tasas de interés otean expectativas de bajar en los próximos meses con las nuevas facilidades otorgadas recientemente por el BCRD (RD$35 mil millones) y la reducción de 25 punto en la TPM.
– Entre los años 2010 y 2022, empero, la productividad solo creció un promedio anual de apenas 0.7%, es decir, la capacidad para producir más (y/o mejor) con los recursos disponibles, no avanza necesariamente al ritmo que debería para presagiar la sostenibilidad de dicho crecimiento económico.
– La informalidad es resiliente: 6 de cada 10 dominicanos trabajan en la informalidad, debido a lo cual encuentran obstáculos mayores en acceder a financiamiento y capacitación.
– La tasa de desocupación abierta y la pobreza monetaria exponen índices históricamente bajos (5.2% y 19%, respectivamente).
– Un notable 41.8% de los dominicanos es vulnerable a caer en la pobreza ante cualquier crisis económica o desastre natural.
– Solo el 30 % del PIB corresponde a crédito privado, por debajo del 47% en promedio para la región, lo que significa que las empresas y emprendedores tienen un acceso limitado a financiamiento a la hora de expandir sus negocios o emprender nuevos proyectos; y las pequeñas y medianas empresas no pueden crecer ni competir.
– Las limitaciones del mercado laboral, independientemente del dilema de la cesantía, son evidentes. De acuerdo con el Banco Mundial, en el año 2018, el porcentaje de la migración de talentos dominicanos hacia el exterior rondó un 6.8%, en comparación del promedio regional de un 5.8%. Los datos reflejan un mercado laboral local caracterizado por salarios bajos y una oferta limitada de empleos de mayor calidad.
– Al margen de todo lo cual, en entrevistas radiales y televisivas, se escucha con frecuencia a experimentados conocedores del tema analizar y discutir lo que afirman, esto es, que “República Dominicana es, ha sido y será el puente del narcotráfico”.
– En sectores como tecnología, ciberseguridad y desarrollo web, hay vacantes a tutiplén. En una especie de “one – two”, no se invierte en formación de nuevos talentos y, en investigación y desarrollo, solo un 0.003 % del PIB, muy por debajo del promedio regional de 0.67 %.
– A propósito de la cuestión fiscal, “hay dinero, pero no donde debe estar”. Las autoridades recaudan impuestos equivalentes al 13.9% del requete mentado PIB, por debajo de la referencia del 21.5% de la América Latina, por lo que falta dinero para servicios e inversiones.
– El gasto de capital va en picada, cayendo a un pírrico 14% del gasto total.
– La evasión fiscal es del 40%.
– Y, ni qué decir de la corrupción administrativa y del despilfarro que pasa por bonos subsidios exagerados y sin control, así como cuestionables exoneraciones -incluso congresuales, como el connotado barrilito del orden de los RD$240 millones anuales-; o bien, de la censurable inflación con esteroides gubernamentales de la nómina pública, soportada por un gasto público que asciende aproximadamente a los RD$336,017 millones.
– El sector eléctrico en bancarrota, siendo el principal dolor de cabeza del gobierno (subsidio anual de US$1,500 millones).
– Otro gasto oneroso al erario nacional, el subsidio a los combustibles (RD$14 mil millones).
– Y, de salud y educación, ni qué decir. Acerca de esta última, invertimos más (3.8% del PIB), pero muy poco aprendemos. Al menos así, si confiamos en la prueba Pisa 2022, pues el 92 % de los estudiantes dominicanos tuvo un eufemístico “bajo” desempeño en matemáticas y el 75 % un “bajo” desempeño en lectura; en ambas instancias, “muy por debajo del promedio regional”.
– Y, por aquello de que hay quienes no aprecian la Torre inclinada de Pisa, conviene no soslayar que, en el país, ya se editorializa que “la educación se fue por las alcantarillas”. “En el último concurso docente, menos del 20% de los aspirantes aprobó, mientras que en las Pruebas Nacionales apenas la mitad de los estudiantes pasó la tercera convocatoria.”
– En los institutos de educación superior -los más de 40 reconocidos ministerialmente- no se forma bien a los profesores que luego ingresan a esa enseñanza preuniversitaria en la que “se quema la mayoría en las pruebas nacionales”. Tampoco valoran la investigación pura y dura en asuntos de ciencias básicas, tecnologías de punta y disciplinas sociales, ni las susodichas instituciones inciden en la articulación de la formación académica y el aparato productivo nacional.
– La contra moneda a esa situación bien pudiera ser que, en una sociedad en la que se lee de carretilla o simplemente no se lee, el estudio y el entretenimiento de larga duración ya no es el tema de moda para niños, adolescentes y adultos jóvenes. Los teléfonos inteligentes, las redes sociales y el acceso constante a Internet han cambiado la forma en que pensamos, erosionando la disposición de los jóvenes a concentrarse e inducir lógicamente. Todo así, dada la indiscutible dependencia de “la pantalla”. Y, para colmo, cada vez más personas rechazan el razonamiento como un juego de ineptos, uno que esconde las maquinaciones y sombras del poder, en un sinfín de manipulaciones entretenidas por un rosario de manipulaciones.
– Ese no es el colmo de males. “El sistema de salud está en coma”. Según el antes mencionado BIDeconomics 2024, 1 de cada 4 centros de primer nivel está acondicionado para ofrecer servicios de calidad. Hay solo 15 médicos y 16 camas de hospital por cada 10,000 habitantes, (33 % menos que el promedio de América Latina y el Caribe). Por cada 100,000 nacidos vivos, 107 mujeres fallecen durante el embarazo o el parto, (el promedio regional, es de 88 muertes por cada 100,000 nacidos vivos). 27 niños por cada 1,000 menores de 5 años mueren cada año, según datos de 2022 (casi el doble del promedio regional que es de 14).
– Solo el 11 % de las aguas residuales se tratan antes de ser vertidas en el medioambiente. Eso significa que el 89 % restante contamina ríos, playas y fuentes de agua potable, lo que genera enfermedades gastrointestinales y problemas de salud pública, y no solo medioambientales.
– Las cifras sobre la situación vial son alarmantes: entre 2016 y 2024, se registró un total de 26,257 muertes por accidentes de tráfico; en 2023, más de 121,850 personas resultaron lesionadas, lo que generó costos superiores a los RD$130 mil millones, un número que subraya la gravedad del impacto en la salud pública.
– Las provincias con el mayor porcentaje de fallecimientos por accidentes de tránsito son Santiago (9.8%) el Gran Santo Domingo (11.6%), San Cristóbal (9.8%), y La Altagracia (7.4%).
– Somos el 12º país más vulnerable al cambio climático en el mundo, según el Índice de Riesgo Climático Global. Entre 2000 y 2019, el país sufrió los efectos de 180 ciclones que dejaron pérdidas económicas equivalentes al 0.7% del PIB cada año.
– Aun cuando se reporta una reducción en la tasa de homicidios, de 9.64 a 9.24, hay sobrados motivos para lamentar la persistencia de feminicidios: 47 en lo que va de año al mes de noviembre.
– El sector eléctrico en bancarrota, con un subsidio anual de US$1,500 millones.
– Otro gasto oneroso, el subsidio de RD$14 mil millones a los combustibles.
– La reforma de la administración pública, en lo que se implementa, se publicita sin poder evidenciar ahorros significativos.
– La impunidad todo lo sortea, no solo los sobornos pagados por Odebrecht. Al menos, mientras la ética y la transparencia de las autoridades dependan del cristal con que se las mire; al igual, que el combate a la corrupción y los frutos cosechados por esta en los tribunales de justicia.
– Y, de la organización familiar, fundamento demográfico, sociocultural e institucional de toda sociedad humana, ni hablar de lo que ni se habla a nivel nacional.
– Hay institucionalidad e institucionalidades. Una de ellas corre en ascuas, si fuera por un Código Laboral con la piedra en el zapato de la cesantía, mientras que los salarios corren detrás del costo de la canasta básica. Por igual, la reforma a la Ley de Seguridad Social, estancada en el Congreso, así como el Código Penal y la ley de agua, entre otras.
– Entretanto, la agencia crediticia Standard and Poor´s (S&P) reafirmó la calificación de riesgo de República Dominicana en "BB, con perspectiva estable". "Esperamos un crecimiento del PIB real del 5 % anual en los próximos cuatro años, manteniendo a República Dominicana como una de las economías de más rápido crecimiento en América Latina y el Caribe", confirmó la referida agencia.
Y, con bola de cristal en sus manos, S&P añadió que la expansión económica del país ha elevado el PIB per cápita a aproximadamente US$11,500 en 2024, casi duplicándose desde los 6,400 dólares en 2014. “Este rápido crecimiento mitiga los riesgos asociados a déficits fiscales moderados y una limitada flexibilidad presupuestaria.”
– Finalmente, aunque se sale del objetivo de esta presentación, Haití continúa al garete, en medio de la indiferencia universal y las divisiones intestinas de los supuestos dolientes más notables y encumbrados de ese país. Eso así, al tiempo que la RD, sin solución alguna para Haití, publicita la ejecución inmediata de un operativo con el objetivo de repatriar hasta 10 mil haitianos -en condiciones migratorias irregulares- por semana.
2. Y, ahora, ¿qué?
En el contexto precedente, -o en cualquier otro muchísimo mejor, más completo y fácilmente comprobable-, la cuestión de fondo siempre es la misma. Por supuesto, no es la del simio vestido de seda. ¡Nada de eso! La cosa es de orientación. Hacia dónde “se” encamina dicha comparsa.
Ella es fruto del esfuerzo, sudor, sangre y aspiraciones del pueblo dominicano y sus diversas clases sociales. Por eso, en dicho claroscuro, hay quienes ven tanta luz, particularmente en materia económica; y otros, insisten en tantas sombras. Esas últimas, dicho sea de paso, se repiten cuantas veces se recurre al diario vivir.
En el entonces cotidiano, todo es percibido bajo el prisma de un aglomerado social conmovido por los hechos. Ejemplos…, no respeta las leyes de tráfico, signo por excelencia y universal de la diferencia entre civilidad e incivilidad. Otra prueba es la que concierne su incalificable condición humana, esa que nos lleva a estudiar durante cuatro años la propuesta de una reforma fiscal necesaria y tan solo requiere la celebración de cuatro días de vistas públicas en los predios congresuales para ser puesta en el congelador, por sucesivas inconsecuencias. En ese mismo estado de cosas destaca la existencia de una ley de desarrollo nacional de la República, debidamente consensuada y promulgada, pero definitivamente soslayada por todos, como mero indicador histórico de irreal irracionalidad. Y, por añadidura, un último ejemplo. Del rosario de 12 metas prioritarias avizoradas por el Consejo de Ministros para marcar la ruta hacia el 2028, solo unas cuatro constan de respaldo presupuestario en el año 2025, signo curioso de cierta premura, pero no por ello de improvisación e impopularidad ciudadana.
De tanto claroscuro que remolca la comparsa dominicana, ella podría beneficiarse de un consejo recién leído en las redes sociales, pues consta de indiscutible lógica y buena voluntad. “Hay que seguir estimulando la producción, mucho más, y combatir la inflación, velar el gasto y el incremento de la abultada nómina pública, acabar el caos del tránsito y resolver el híper tollo de las EDE; lo demás vendrá por añadidura, incluyendo que ministros y directores inquietos cumplan con sus funciones en vez de soñar con 2028”.
Y, para no sortear mi opinión, añado algo de mi propio costal. Urge formar una nueva generación de “pinos nuevos” dominicanos que aprenda más y mejor de todo, a todos los niveles. Solo así se hará justicia cuando les toque cosechar los frutos de esta tierra y dictar su juicio final sobre tan diversas verdades de una comparsa repleta, a tan solo escasos días del próximo 25 de diciembre, de luces y sombras, trigo y cizaña.