En el ensayo El natalismo en la España del siglo XXI  Julio Pérez, demógrafo y doctor en Sociología, hace un repaso histórico al natalismo español durante el siglo XX, describiendo su renacimiento en el siglo XXI de la mano de los partidos de derecha, los ultraconservadores y la extrema derecha.

Más en concreto, Pérez examina los antecedentes, principales impulsores, marcos de referencia políticos e ideológicos, y los medios de difusión e implementación institucional, comunicación que han permitido colocar el llamado “reto demográfico” en la agenda pública de España, distinguiendo el “natalismo instrumental” -“el que implementa políticas que elevan la natalidad”- del “natalismo retorico, sin efectos reales sobre la natalidad, pero sí sobre otros objetos políticos (concienciación pública, adoctrinamiento, coartada para otras medidas poco populares…)”, como el que impera en España.

Pérez ubica el surgimiento del natalismo en Europa en el siglo XIX, como respuesta al descenso sostenido y sin precedentes de la fecundidad, que inicia en dicho siglo XIX y está entroncado con el nacimiento de la ideología nacional y popular que entiende a la población como parte de los “haberes del Estado” para la optimización de su cantidad y calidad, y emparentada con el eugenismo, degeneracionismo, racismo y darwinismo social. En todos los países se insertaron las políticas demográficas en las agendas de políticas de estado para la gobernanza. Es el nacimiento de la biopolítica en términos de Foucault.

Ya en la segunda mitad del siglo XX, al agotarse el baby boom de los años 60 y habiendo retomado a mayor velocidad la fecundidad la senda del descenso sostenido previo a la Primera Guerra Mundial, el natalismo recupera su presencia en las esferas del Estado y en la cotidianidad, “amplificado mediante alarmismos apocalípticos sobre el declive nacional, la decadencia de occidente, el suicidio de la raza blanca o, incluso, la inminente extinción de la especie humana”. El neomaltusianismo internacional se bate en retirada antes las evidencias y la embestida del neoconservadurismo político y religioso natalista y anti abortista que le retiró todo apoyo a los programas de planificación familiar, una medida reedita más recientemente por Donald Trump durante su gestión 2017-2021.

En el caso de España, el autor hace un repaso de las ideas del natalismo desde principios del siglo XX, cuyo entorno ideológico y político estuvo marcado en las primeros decenios -al igual que en el resto de Europa- por el debate entre neomaltusianismo de izquierda y el natalismo, pero moviéndose más en el ámbito de las ideas que en el de las políticas demográficas efectivas.

Es en el periodo de la dictadura franquista que se instaura el natalismo en España como política demográfica de Estado, aunque más retórico que realmente eficaz en términos demográficos, insertándolo en una política social que más bien “perseguía un ideal reaccionario, confesional y pastoril de población, y que en el centro se situó a la mujer como subordinada de todos: Estado, Iglesia, Matrimonio y Familia…ideal que “sí se impuso realmente”. Más allá de la retórica, los objetivos de dicha política nunca fueron demográficos, “sino de control social y beneficencia, y se formularon desde un pensamiento social-autoritario, familista, tradicionalista y confesional”.

Durante la transición democrática post franquista y durante los gobiernos del PSOE y del conservador Partido Popular no se pudo atención a la política natalista, pero resurge en los gobiernos del PP 2011-2018 encabezados por Mariano Rajoy, apoyado en una brutal ofensiva de aliados como el Grupo Popular europeo PPE y lobbies religiosos y provida antiabortistas. En la actualidad prolifera un intenso activismo editorial y mediática de los partidos de la derecha y la ultraderecha (PP, Vox) de instituciones y asociaciones neoconservadores laicas que hace un intenso y eficiente uso de las redes sociales.

A manera de conclusión, Díaz pregunta si ha triunfado el natalismo, cuales son las explicaciones natalistas de la baja fecundidad y cómo revertir el cambio demográfico, la baja natalidad y el envejecimiento de la población.

Con respecto a la primera pregunta, responde Díaz que el natalismo ha triunfado en presentar la natalidad actual “como una catástrofe sin precedentes”, al convertir falsos expertos en demografía “los nacimientos como la cuestión central”, bajo un discurso “atravesado por una explicación tendenciosa y falaz sobre la naturaleza del cambio demográfico experimentado por la reproducción humana en apenas el último siglo”; un cambio que debe combatido y revertido, y el que están asumiendo tanto los gobiernos de derecha como de los izquierda.

En relación con las explicaciones de la baja natalidad se han manejado sobre todo dos tipos: la dificultad económica y el cambio de valores, dos explicaciones que no son demográficas. La explicación económica postula que las dificultades económicas y laborales de las familias y de los jóvenes impiden tener el numero deseado de hijos, ignorando que el problema del aumento de las expectativas de calidad de vida en los hijos más que en la cantidad, lo que exige mayores cuidados y recursos económicos. La explicación moral (degradación de los valores de familia, reproducción y conyugalidad) es la preferida de los “expertos” del natalismo, sobre todo de aquellos alineados con las posturas religiosas, la que conlleva a que “hay que convencer del carácter maligno dela evolución demográfica contemporánea, y además sostener que es la propia población la que tiene la culpa”.

Finalmente, acerca de si se debe y puede revertir los cambios demográficos, en particular la baja fecundidad y el envejecimiento, Díaz hace dos precisiones: la primera, que “la creencia en que el estado puede modelar las grandes tendencias poblacionales es errónea”; “es mera retórica, cuando los recursos, formación y autonomía de las personas han crecido tanto”. Y la segunda, que “cuando se estudia la aparición y expansión de la extrema derecha en la UE en las tres últimas décadas, los temas que acaparan la atención son su ofensiva educativa, los lobbies en Bruselas, su carácter homófobo, su antifeminismo o la gran financiación por grandes asociaciones internacionales, pero he factor del miedo demográfico no está siendo analizado como un componente fundamental”, recomendando que “Quienes estudian este auge del extremismo de derecha harían bien en prestar una mayor atención al papel que en él juega la demografía”