Recientemente, a fines del pasado año 2023, fue publicado en Barcelona el libro La coartada demográfica y el discurso de la involución en España, el cual reúne 8 ensayos de un grupo de demógrafos y demógrafas de pensamiento crítico, “especialistas en estudios de población y estudiosos del discurso político”.

Este libro es una continuación -a la manera de segundo tomo, aunque no se presenta como tal- de Demografía y posverdad: estereotipos, distorsiones y falsedades sobre la evolución de la población, publicado en 2018, en el que se examinan la utilización distorsionada de la demografía y los prejuicios inducidos más frecuentes que actualmente se divulgan en España –especialmente en los medios de comunicación- sobre la población y los comportamientos demográficos relacionados: el crecimiento de la población, la demografía histórica, la fecundidad, la nupcialidad o la unión y ruptura de las parejas, el envejecimiento demográfico, el sistema de pensiones, las migraciones internacionales y la diversidad, los refugiados y la crisis migratoria.

 En el prólogo del libro, el editor Andreu Domingo, doctor en Sociología e investigador y subdirector del Centre d´ Estudis Demografics (CED) de Barcelona, plantea que “La demografía siempre se ha encontrado en el corazón del discurso político”, identificando el momento en que el discurso involucionista o reaccionario –“actitudes contrarias a reconocimiento de la libertad y dignidad de los individuos”-  toma cuerpo después del siglo XVIII, cuando comienza en Europa el descenso de la fecundidad y se inicia lo que los demógrafos denominamos La transición demográfica.

Sostiene Domingo que es entrado ya el siglo XX, a partir de los años 30, cuando se instala el catastrofismo demográfico, con la finalidad llamar la atención apelando a las emociones de la ciudadanía, proyectando “escenarios futuros que había que evitar a toda costa”, una visión que se actualizó luego del llamado baby boom posterior a la 2da Guerra Mundial, y que desde el neoliberalismo y los discursos neoconservadores y nacional-populistas convirtieron los fenómenos demográficos en “riesgos globales”.

Alerta acerca los relatos que desde esta perspectiva ideológica son difundidos y expandidos actualmente mediante las “cajas de resonancias cognitivas” que suponen las redes sociales, “en los que la verificación de datos corre el peligro de convertirse en una mentira o una media verdad, utilizando a la demografía como coartada”, en una narrativa que, según Domingo, “entronca con la nostalgia (heteropatriacal) propia del conservadurismo de revertir el cambio social en nombre de la tradición”.

En el caso de España, señala Domingo que en la actualidad se intenta imponer en España un discurso hegemónico sesgado de aparente neutralidad, en el que son excluidos los demógrafos –“un relato demográfico, de una demografía sin demógrafos; en el que, por ejemplo, la baja fecundidad, el envejecimiento, las migraciones y el despoblamiento “son tratados frívolamente de forma alarmista, “alentando el intrusismo y la espectacularización de la demografía”.

Dar cuenta de la formación de ese relato demográfica en España es el principal objetivo del libro, afirma Domingo, analizando sus orígenes, su instrumentalización en el debate político y su conformación, “teniendo como cómplices necesarios a los medios de comunicación”.

 En el segundo ensayo del libro titulado las Metáforas sobre la población: suicidio demográfico, invierno demográfico y gran reemplazo, Domingo analiza la génesis o arqueología de una alegoría conformada por tres metáforas que comparten  una visión distópica, proyectada a partir de la concepción de los fenómenos demográficos como “riesgos globales”: el “suicidio demográfico” para la muy baja fecundidad,  el “invierno demográfico” para esa misma baja fecundidad en un contexto de envejecimiento de la población, y el “gran reemplazo” para la aceleración  de las migraciones internacionales producto de la globalización económica. Son tres metáforas que pretenden abordar la dinámica demográfica con alta carga de moralidad, “en el que las ciencias sociales son sustituidas por relatos fundamentados en la imposición de marcos interpretativos y teorías conspirativas”.

 Para analizar la formulación de estas tres metáforas, su origen, el medio en que surgen, su transformación y difusión, e identificar la causa de su rápida popularización y las consecuencias que tienen la comprensión de los cambios demográficos contemporáneos, el autor plantea tres preguntas: la primera, ¿Por qué estas metáforas se han popularizado con tanta rapidez y constituirse en relativos alternativos? La segunda: ¿Cuál es el papel de los demógrafos en su formulación?  La tercera: ¿A que responden su difusión y popularización?

 De acuerdo al autor, las metáforas actuarían como “píldoras informativas de carácter distópico: esquematizando de manera simple y catastrofista la complejidad de la dinámica demográfica, con un sesgo ideológico involucionista para instar a modificar los comportamientos demográficos individuales, así como para legitimar intervenciones sobre los mismos”.

 El “suicidio demográfico” -desaparición de la población por la baja de la fecundidad- el más antiguo de las tres metáforas, nacería del miedo al declive y la supuesta pérdida de vitalidad y contaminación racial de la población, que era planteada ya a finales del siglo XIX en Francia, el país pionero en el descenso de la fecundidad, provienen del discurso decadentista de carácter spengleriano en que la baja natalidad se asocia a la perdida de “espíritu vital” de las naciones. 

Es el demógrafo francés Gerard-Francois Dumont quien reivindica en su libro Le festin du Kronos, publicado en 1991, la autoría de la metáfora del “invierno demográfico” e identifica tres responsables principales de la caída de la fecundidad y de la decadencia europea causada por “invierno demográfico” y el “suicidio demográfico”: los avances en investigación de las nueva técnicas reproductivas (“neo-cientificismo”), el “neo-hiperfeminismo” (contrario a la masculinidad y la familia) el “neo-relativismo” (relativismo cultural de la pérdida de valores y del concepto de  “verdad. 

Para Domingo tres mensajes sintetizan las tres metáforas demográficas y unifican la perspectiva e intereses de neoliberales y conservadores: “el desplazamiento de lo económico a lo demográfico como causa de la catástrofe, de los factores y las construcciones sociales a los valores y el comportamiento individual –como libre elección-  y, sobre todo, a la negación de la lucha de clases, convertida si conviene en lucha de razas o en competición meritocracia”.

Desde esta perspectiva los responsables de los futuros demográficos distópicos con los que nos amenazan estas tres metáforas son los movimientos interseccionales: el movimiento feminista y LGTBI –la “ideología de género”-, las izquierdas y la elite de intelectuales o expertos progresistas, argumentando que “se ha ido demasiado lejos, que la discriminación ha quedado en el pasado, y que, para encausar las cosas, hay que volver hacia atrás”, reivindicando el término de “guerra cultural”.

Como conclusión, Domingo plantea como hipótesis que “la constelación formada por las tres metáforas analizadas responde a la contradicción entre la reproducción demográfica y el orden capitalista, entendiendo como contradicción “el desarrollo de tendencias antagónicas que conducen hacia una crisis”, “las tres metáforas resultan anacrónicas en el sentido de que están ancladas en un paradigma científico del que la demografía ya se ha movido”.

Alerta finalmente acerca de que el éxito de las metáforas “es un síntoma de la incapacidad de encontrar un sentido a una realidad cada vez más acelerada y fragmentada, después de que el posmodernismo sentenciara los grandes relatos a la vez que abría las puertas a los mitos reparadores”. Que son “historias que calan fácilmente en las poblaciones resentidas, golpeadas por la globalización, constituyendo falacias narrativas que tratan de explicar el comportamiento demográfico en el pasado, a la vez que configuran la visión del mundo y muestras expectativas del futuro. Todo ello por la desesperada necesidad de encontrar causalidades simples en situaciones que, por su complejidad, nos desbordan”.

Una seria advertencia del autor al final es que “La aceptación y el uso frívolo de esta alegoría impone una determinada brújula en nuestro mapa cognitivo con la flecha peligrosamente orientada hacia el fascismo”.