Solo había una manera de que las elecciones presidenciales de Venezuela fueran limpias, creíbles, sin fraudes ni traumas, aceptadas por todos los sectores: si la ganaba el candidato de la derecha que representaba los intereses del gobierno de los Estados Unidos.
Los mismos jefecitos de la derecha y sus amos del Norte estaban convencidos de que solo un milagro podía darles la victoria, porque contaban con los correspondientes estudios de opinión, aunque le presentaban al mundo resultados distintos a los reales.
Pero Dios estaba muy ocupado en otros menesteres y no podía hacer el milagro que pretendían, decidió repartir un poco de justicia en la tierra y propició el triunfo legítimo y limpio del presidente Nicolás Maduro con un 52 por ciento de los votos, lo que ha puesto en marcha la segunda parte del guion, porque la primera se estaba rodando desde hacía varios meses.
Pero a pesar de que todos los movimientos que realiza la derecha venezolana están fríamente calculaos, las perspectivas son de un rotundo fracaso para los intereses de la Casa Blanca en su intento de recuperar, a como dé lugar, el control de las riquezas de Venezuela, el cual perdieron cuando sus lacayos adecos y copeyanos fueron desalojados del poder en 1999.
Para lograr desplazar a Maduro del poder la derecha venezolana y sus amos del Norte realizaron una formidable campaña de desinformación, manipulación, mentiras absolutas y verdades a medias. Se empeñaron en crear la subjetividad de que el chavismo estaba perdido, difundiendo falsas encuestas que les daba un triunfo holgado, pero ni una sola era avalada por firmas reconocidas. En la República Dominicana esta campaña retumbó de manera contundente.
¿QUIÉN PAGA LA CENA, LA CIA O MUSK?
Si a pesar de los años vividos usted aún se chupa el dedo gordo de la mano derecha o el meñique de la izquierda, se va a tragar la arepa dulce de la “defensa de la democracia”, para explicar la campaña bestial de ciertos medios de comunicación. Pero no, esa arepa está envenenada. De lo que realmente se trata es de la defensa de los intereses del gobierno de los Estados Unidos en su loco afán de robarse las riquezas venezolanas.
Si realmente estos medios de comunicación que vomitan tanto odio contra Maduro, defendieran la democracia hubieran apoyado a Pedro Castillo en Perú, elegido democráticamente y depuesto por uno golpe de Estado, y denunciaran la reelección ilegal e ilegítima de Nayib Bukele y los abusos que comete contra su pueblo con el pretexto de combatir la delincuencia. La hipocresía se impone.
Como muy bien advirtió una veterana periodista, la campaña anti-Maduro es muy costosa porque utiliza una multitud de medios de comunicación y de “comunicadores”. El costo de esta debe ser fabuloso.
En su libro “La CIA en México” el periodista Manuel Buendía revela los vínculos de esa agencia de espionaje de los Estados Unidos con medios importantes de ese país para controlar a la opinión pública. Ese prestigioso comunicador fue asesinado posiblemente por sus contundentes revelaciones.
Tales hechos sucedieron en la década de los 80, pero en un año más reciente, 2016, escuché en un seminario también en México, en voz de uno sus autores, los hallazgos de una investigación en el sentido de que el control de la CIA de los medios de comunicación del continente había aumentado considerablemente. Nuestro país aparece en ese trabajo, pero sin datos específicos. Aquí nadie se ha molestado en investigar ese tema, tal vez por la conciencia de que para ciertos sectores un par de onzas de plomo tiene menor costo que una partícula de polvo del Sahara.
Hay que aclarar que la CIA no utiliza a periodistas como espías, tal vez con contadas excepciones, sino que el papel de estos es cumplir con ciertas instrucciones a cambio de una remuneración que será gorda o flaca según la categoría del comunicador. También que no todo aquel que defienda las políticas de los amos del Norte lo hace por pagas, algunos por razones ideológicas. Y que muchos a quienes les llegan las remuneraciones no están conscientes de que proceden del presupuesto de la agencia de espionaje. Pero uno puede ver, en estos días, cómo ciertas personas rumiando la derrota del imperio nos recuerdan a las plañideras, mujeres que lloraban por paga en los velorios de los ricos. De acuerdo con el monto de los pagos, será el charco de las lágrimas.
Pero desde el mismo Venezuela llega la versión de que el verdadero “paganini” de la descomunal campaña es Elon Musk, cuya riqueza es tan inagotable como el petróleo de ese país. Una pajarita me susurró en el oído izquierdo que en eso de pagar la cena está involucrado un pool de empresarios venezolanos radicados en el país, Miami y otras partes. Entre estos hay quienes pueden emular el spot antiguo donde el pirata Drake dice “soy rico, muy rico, tatararrico, podrido en cuartos”. Algunos entre los más poderosos de estos empresarios tenían el control de los medios de ese país antes del chavismo, y estos sí conocen todas las técnicas necesarias para cortar el bacalao. Pero Lo más probable es que haya un coctel de fuentes de financiamiento.
DE LA ESTUPIDEZ A LA LOCURA
Me permito tomar prestado este título del último libro del escritor italiano Umberto Eco, para presentar una lista de las 10 principales estupideces y las 3 más grandes locuras cometidas por ciertos “analistas” dominicanos.
- Ver un solo lado de la moneda, lo cual es contrario al ABC del periodismo.
- Echar a perder su buen nombre, su reputación y credibilidad en algunos casos, a cambio de unos dólares o pesos bien podridos.
- Ocultar deliberadamente el funesto pasado del candidato presidencial del imperio y su hada madrina. El primero, un agente de la CIA presuntamente vinculado a los asesinatos de seis religiosos y religiosas en El Salvador; la segunda involucrada en el golpe de estado a Manuel Zelaya en Honduras, y que tuvo la desfachatez de solicitar a Estados Unidos que invadiera a su propio país, lo que demuestra una increíble escasez de dignidad.
- Criticar la participación de Leonel Fernández como observador electoral. Mas que una estupidez esto es una burrada, porque revela que los opinantes conocían los planes de quienes los contrataron para que opinaran y temían que personas de tanta credibilidad como él y Ernesto Samper, el expresidente de Colombia, entre otros, le echaran jabón al sancocho.
- Hacer creer que el Consejo Nacional Electoral CNE, es un órgano del chavismo, cuando lo cierto es que todos los partidos están representados, incluyendo los que han alegado fraude y que por tanto participaron en el conteo de los votos.
- Nadie ha podido demostrar, ni siquiera mínimamente, el supuesto fraude de las elecciones venezolanas, pero nuestros distinguidos comunicadores no tienen escrúpulos ni vergüenza para afirmar lo que NO se ha podido confirmar. Ellos y ellas no necesitan pruebas. La ética profesional y el buen juicio se fueron a la porra. Algunos han usado términos como “brutal fraude electoral”, o “colosal”, entre otros.
- Para estos señores, Nicolás Maduro es un dictador, un tirano. Un chico mañanero de un programa de 4, donde solo uno respeta los principios y valores de la profesión, lo calificó de “sátrapa”. Este bonitillo bien encorbatado, porque en estos tiempos de tanta superficialidad la apariencia es más importante que la capacidad y la ética profesional, es posible que no conozca el significado de ese término. En cambio, Milei, Bukele, Noboa son “demócratas” porque lo dice el gobierno norteamericano y ellos son los que, en últimas instancias, no solamente pagan la cena, sino también el postre.
- Una de las estupideces mayores consiste en descalificar las actas de los chavistas desde antes de presentarlas, pero aceptar sin ningún cuestionamiento las que presenta la ultraderecha. Es increíble la simplicidad del pensamiento de estos señores, señoras y señoritos.
- Ignorar los aportes de la revolución bolivariana. Cinco millones de viviendas construidas para favorecer a los pobres no es paja de coco. Ningún otro gobierno del continente puede exhibir semejante logro. Lo mismo sucede con el crecimiento económico y el control de la inflación. Todo esto a pesar del infame bloqueo norteamericano y de la Unión Europea. Lo más inteligente sería minimizarlos, quitarles impacto y hasta ridiculizarlos, pero un verdadero analista no puede ignorarlos.
- Mientras más estúpida sean estas personas, mayor es el desprecio y el insulto a la inteligencia de los demás. Esto también lo dice, en otras palabras, Umberto Eco. No se dan cuenta de que por más que saturen el ambiente de mentiras, llega un momento en que la audiencia se vuelve impermeable, como señalan algunos estudios sobre comunicación y los efectos de los mensajes en la audiencia. No obstante, seguirán vomitando odios, venenos sobre Maduro y el pueblo que lo respalda.
Las tres principales locuras son las siguientes
- Promover el asesinato de Nicolás Maduro. Hay pruebas de sobra, particularmente en youtube, en franca violación de las leyes dominicanas.
- Propiciar la invasión de tropas norteamericanas a Venezuela.
- La tercera es una aleación perfecta de ambos ingredientes, estupidez y locura: auspiciar el reconocimiento del candidato perdedor dizque como “presidente” de Venezuela.
Para la derecha y sus voceros lo más importante no era ganar las elecciones, porque sabían, por sus propias investigaciones, que no las podían ganar, sino crear las condiciones para convertir el odio en furia contra el chavismo, para que de todas maneras los Estados Unidos pudieran recuperar el control de las riquezas de su país. ¡Cuánta dignidad!