A principio de los años 1960, Paco Martínez, cuñado del dictador y hermano de María Martínez, esposa del JEFE, decidió evaluar los activos de la empresa.

En el Depto. de Contabilidad tuvimos que trabajar por ello una semana desde la seis de la mañana  hasta las diez de la noche; nos suministraban, desayuno, almuerzo y cena, todo a la carta del sitio donde cada quien quisiera.

Odumares, el chofer de la station wagon que transportaba a las secretarias, era el encargado de eso, pero en el caso de Plinio Maceo era diferente pues su cena tenían que buscarla en su casa, en el Ensanche Ozama, por ser muy delicado del estómago. En conclusión, fue una semana sin conocer las calles.

"Ajusticiado el JEFE" el 30 de mayo del 1961. El 31 La Voz Dominicana, a las tres de la tarde , dio la noticia. A don Alfonso, cuando la oyó, se le salieron las lágrimas y dijo: “DE AHORA EN ADELANTE SE INSTAURA LA  BARBARIE”.

Don Alonso había sido taquígrafo en la oficina particular del JEFE, en el Palacio Nacional, y nos contó una vez que en esta oficina se daban las pocas exoneraciones que el JEFE daba.

Llegó a la fábrica con una lista un hijo del Dr. Soba para que se hiciera una reafirmación al Partido Dominicano. La lista le fue entregada al Encargado de Nómina, el señor Poi, y este fue llamando a todos los empleados y obreros. Cecilia Giudicelli, su hermana Angelita, un hijo de Ángel Marchena y yo nos negamos a firmar.

El mismo 31 después de la noticia, don Federico recogió su despacho y nos dijo que solo tenía compromiso con el JEFE, y se marchó a su casa.

Nombraron como administrador Juan Noceda, un español casado con una hermana de María Martínez. Él nos llamó al despacho a todos y cada uno; en mi caso dijo: "Ud. no quiere perder su trabajo, así que firme". Le contesté: "Ya al JEFE lo mataron", y no firmé, tampoco Celia ni Angelita. En el caso de Marchena, don Federico lo llamó a su casa en la noche y le ordenó firmar al otro día, diciéndole: "Nosotros se lo debemos todo al JEFE". Llamó a Juan Noceda y le dijo que no se comprometiera y que nos borrara de la lista.

Cuando Ranfis Trujillo decidió irse del país, llevándose el cadáver de su  padre, terminó la época trujillista.

Volvieron a la fábrica como “salvadores” el Ing. Luis Iglesias y Manuel Imbert.

Existía desde la dictadura una cooperativa dirigida como presidente vitalicio por  un señor de edad mayor, muy trujillista. Los anti trujillista decidimos organizar el sindicato de  los trabajadores.

En la polémica por quien se quedaba en la cooperativa o se inscribía en el sindicato, al preguntarle a Avilés su opinión este dijo:” No opino ni desopino”.

Con Luis y Manuel llegó también un personaje funesto, Keketo Sánchez, quien había sido oficial de la guardia del JEFE como encargado de los vigilantes y quien tenía fama de mano dura.

Manuel Imbert, para congraciarse con los trabajadores, se inventó un equipo de la cementera  para ir a Puerto Rico. Al hacerse a mí me preguntó si yo quería jugar pelota y conseguir la visa. Le dije que no. Se irritó y me dijo: "Entonces TE GUSTA JUGAR CON TIERRA Y UN PALITO”.

En el sindicato preparamos unas cartelones para hacerle una protesta a los tres. Paramos la fábrica y Keketo, Manuel y Luis salieron huyendo. Los trabajadores no olvidaban que ellos habían sido protegidos de la dictadura, aunque al final se fueron al exilio supuestamente de vacaciones.

La directiva del sindicato estaba compuesta, entre otros, por Jorge Caffaro, César Villanueva, Picharlo y Luis Guerrero. En la Manicera, por Julio de Peña, Luciolo Calmera y en la Compañía de Teléfonos por Fernando de la Rosa Albuernes y Fernando Rodríguez Montán.

Era al resurgimiento del sindicalismo en el país, después de que Mauricio Baéz hiciera una huelga con los cañeros en San Pedro de Macorís en 1945 y Trujillo lo hiciera preso y lo mandara al exilio, mandando luego a asesinarlo en Cuba, donde aún siguen sus restos. En la fábrica se terminó el cooperativismo de la dictadura.

Al trujillato le sustituyó el primer Consejo de Estado, presidido por Joaquín Balaguer, a quien el JEFE había dejado como presidente a raíz de las sanciones de la OEA.

Todavía Trujillo seguía en el país. Petán y Negro intentaron un golpe de Estado. En Santiago se levantó Rodríguez Echavara, comandante de la Aviación Militar, haciendo preso a Aliciano Peña Rivera, jefe del SIM en la región del Cibao, y a otros miembros responsables de los asesinatos de las hermanas Mirabal.

Todos los miembros de la familia Trujillo fueron despertados. Cuentan que cuando Julia Molina, madre del JEFE, llegó a Miami dijo: “RAFELITO SI HA PUESTO LA CAPITAL BONITA”.

Balaguer dio un discurso la noche antes de pasarse de su casa a la Nunciatura Apostólica diciendo: “MÁS VALE UN PRESIDENTE MUERTO QUE FUGITIVO”, y se fue al exilio.

Llegó el segundo Consejo de Estado, presidido por Filiberto Bonnely. A la gente en el puesto los llamaban "Los siete gatitos", entre ellos a Antonio Imbert, monseñor Beras, etc. Mientras tanto la fábrica estaba tranquila, produciendo.

El 20 de diciembre de 1962 se celebran elecciones las cuales ganó Juan Bosch del PRD.

A la fábrica llegaron aires democráticos. El nuevo administrador había llegado del exilio en Venezuela, un Ing. de apellido Bencosme, con el cual el sindicato mantuvo excelentes relaciones.

Cuando empezaron los rumores de un posible golpe de Estado le pedí al administrador mis prestaciones y este me las dio completas. Salí de la fábrica y me incorporé a la infraestructura del Movimiento Revolucionario 14 de Julio, la cual hacia los preparativos para la guerrilla de Manolo Tavares. Justo volví a la fábrica después de firmada el acta de conciliación pasada la guerra patria de abril de 1965.

El 1ero de junio de 1966 ganó Joaquín Balaguer la Presidencia, protegido por los norteamericanos.

Balaguer destruyó la fabrica, convirtió la cantera de caliche en el zoológico, teniendo que  ir a buscarlo en los Guaricanos de Villa Mella, con unos camiones arrendados por Laita Balaguer.

Una fábrica que producía con 400 obreros y empleados, la convirtieron a 1200 trabajadores, los cuales la mayoría solo iban a cobrar y no trabajaban en ella.

El 17 de enero de 1967 amaneció la fábrica llena de policías. A medida que íbamos llegando, a los directores del sindicato nos ponían aparte. Nnos sacaron del perímetro de la fábrica y ya no volvimos a ella.

Ese 17 de enero de 1967, desaparecieron a Guido Díaz, capturado en el puente sobre el Río Iguamo de San Pedro de Macorís.